Serie: Mujeres de hoy (5ª novela)

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Acabamos nuestra jornada y nos preparamos para mover el bigote. Efectivamente, el restaurante dejaba entrever cierto lujo que pasé por alto en cuanto miré los precios expuestos fuera y me parecieron razonables. Las mesas de dos eran minúsculas y sólo una de cuatro estaba ocupada, el resto del local de momento, seguía vacío. Calculé lo incómoda que estaría Adela en una de aquellas mesitas de juguete y solicité al camarero:

—¿Le importaría acomodarnos en una mesa más grande, por favor?

Por la cara que puso, cualquiera diría que le pedí prestados diez mil euros.

—Pues no va a poder ser —silabeó entre dientes.

—Están todas desocupadas —observé casi sin necesidad.

—Ya, pero como no sé si van a ocuparse, es por lo que no les puedo ceder una de esas. Tomen aquella del fondo —indicó despreciativo.

Estuve a punto de jurarle que pagaríamos. Jolines, acababa de sacar dinerito fresco del banco, lo llevaba en la cartera de tulipanes.

—Vamos, amiga —resolvió Adela decidiendo por las dos. Acomodarse al fondo de un local completamente huérfano de clientes, como si quisieran escondernos, me humilló bastante.

Pero revisamos juntas la carta e hicimos nuestros pedidos, dos menús degustación a quince euros cada uno y enseguida, yo ya estaba más contenta.

—No te prives, Adela, pide otra cosa si te apetece.

—Quiero probarlo todo, pero todo, todo —rechazó con mueca golosa, en tanto hacía lo imposible por acoplarse en el estrecho espacio—. Mejor la degustación.

—Mira que luego trae una muestra microscópica de cada plato y te quedas con hambre… —rezongué. Ella negó con energía. Nos pusimos a comer.

Todo estaba riquísimo y la conversación fluyó como si nos conociésemos desde niñas. Adela me contó su vida y sus impresiones ante el anuncio de mi llegada. Me enorgulleció comprobar, que fue fiel al relato que yo leí en su ordenador, desde sus temores a que yo fuese una pija ingrata, a su estupor gracias a mi normalidad. Entre idas y venidas, el camarero nos miraba con mala cara, como si no tuviésemos la categoría requerida para su local. Bueno, bastante había tenido con recluirnos en la mesa diminuta donde Adela rebosaba, cuando todas las demás seguían vacías.

Tras una pausa en nuestra dicharachera charla, noté un apagón en mi compañera. Se removió inquieta en su pequeña silla, repartiendo miradas asustadas en torno.

—Nos odia, ese camarero piensa que no tenemos glamur.

—Tonterías —dije frustrada pero con disimulo.

—No debimos venir —insistió ella abatida.

—Déjate de bobadas, ese chico está amargado. Seguramente su novio se ha marchado esta misma mañana.

—¿En serio?

—Como te lo cuento. Se llama Alex —inventé sobre la marcha— y le ha dejado una fría nota que aún le escuece. Aguanta el tipo como puede y cada cinco minutos llora en la trastienda para inundar el sushi con sus lagrimones. —Me llevé melodramática las manos al pecho—. “¡Alex, Alex, cómo voy a seguir viviendo! Sin ti nada volverá a ser lo mismo…”

Mi cuento chino y mis aspavientos lograron arrancarle una sonrisilla de esas de rebajas. Pero cuando pedimos la cuenta y puse en el platito mi reluciente billete de cien euros, el camarero me regaló una mirada atravesada y me devolvió el cambio en monedas de cincuenta céntimos. Me atreví a mirarlo interrogante. Sin arrogancia, pero con incógnita.

—La culpa la tiene usted —arremetió—, mira que pagar con cien euros una cuenta de treinta, si me lo llega a decir al principio…

“No nos habría dado de comer” supuse. Pero fui incapaz de decir nada, de echarle en cara su habilidad para convertir un restaurante agradable en una barraca de feria.

Muy dignas, nos encaminamos a la puerta, rumiando entre dientes lo que no teníamos agallas para pronunciar en voz alta.

Cabrón. Me alegro infinito de que Alex te haya plantado.

Porque gracias a su tratamiento feroz, al llegar a  mi apartamento me encerré en el baño y lloré hasta que se me salieron los ojos. La gente me trataba justo como yo me sentía a veces: como chatarra.

 Continuará...

Esto te lo apaño yo.com (personas que no saben decir "NO")Where stories live. Discover now