24 horas

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Fantasma se movía con desenfreno por el corto espacio de la tienda Deseo. El día se había desvanecido por completo y la espesa noche calaba entre los ventanales oscuros de la tienda.

Cion trataba de no mirarlo con ojos de culpa. El poder de Fantasma siempre era más fuerte en él que en Sucu, era como si Sucu hubiese absorbido toda la ferocidad y no le hubiese dejado nada a Cion.

_ ¿Por qué explotó antes?_ pregunto Fantasma.

Las sombras a su alrededor se tensaban como cuerdas negras de guitarra a punto de romperse.

Fantasma estaba tenso y estresado. Veía la última parte de su plan desmoronarse ante sus ojos.

_No lo sé, no soy experto en bombas, las puse como se supone debí para que la Colmena colapsara, no sé porque pasó antes_ Cion saboreo cada palabra que uso de excusa, y sentía que si él podía tragárselas Fantasma también.

_ ¿Alguien está vivo?_ pregunto Fantasma.

Cion se encogió de hombros. Elegante y Somadeo habían acordado cortar toda comunicación en el instante en que las bombas hicieron colapsar los cimientos. Solo esperaba que todos lo de utilidad estuvieran vivos.

_Necesito a Jake con vida_ murmuro Fantasma.

Cion lo miraba, creía que si se esforzaba podía ver los engranajes de su cerebro humear, pero no importaba que tanto se esforzará no podía ver sus pensamientos.

_El plan sigue tal cual_ informo Fantasma pero Cion vio su la natural mirada de desconfianza.

***

Ariadna había apagado su teléfono, no lograba captar ninguna clase de señal y no quería que nada le diera luz, no después de haber visto la palidez de la piel de Xavier, la mitad de su cuerpo había quedado aplastada y la otra mitad estaba en dirección a ella. No quería mirarlo, prefería estar en completa oscuridad que mirarlo. Pero no podía hacer nada con el olor.

El cuerpo de Xavier lanzaba un pequeño y sutil perfume dulzón que le revolvía el estómago.

Aunque estaba en completa oscuridad Ariadna cerraba los ojos con tanta fuerza que le dolían los párpados. En ese lugar sentía el frío y el olor del cuerpo de Xavier descomponiéndose.

Desde que había salido viva del incendio no le gustaban los espacios cerrados, allí volvía a sentir la sofocante presión de un salón en llamas; aunque el olor a carne quemada era mucho más agradable pero no por eso menos repulsivo. Se dijo a si misma que si había salido viva de allí, también saldría viva de eso. Tocó la irregular cicatriz de su cuello. Era abultada y marrón y se preguntó qué tan profunda tenía que ser una cicatriz para pagar el precio de salir de allí.

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Ilustración de Cion

Hora Roja (Trilogía Fantasma libro 3)Where stories live. Discover now