II

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Una esclava amorosa....
De tan sólo pensarlo mi corazón se aprieta y mi respiración se agita desesperada. En cada uno de los países del mundo, existen dos rigurosos internados que preparan, a los hombres príncipes para ser reyes; y a las mujeres huérfanas para ser sus esclavas amorosas. Nuestro papel el vida de ellos es, saciar sus necesidades cuando se les sea apetecible y en caso —no muy peculiar—de que se enamoren, podrán casarse con su esclava amorosa y hacerla reina. Claro que eso hasta donde sé, jamás a pasado, ya que ninguno va a preferir a lo que prácticamente es una mendiga; sobre una hermosa,estirada,adinerada y fina princesa. Somos entrenadas para cumplir sus peticiones tal y como unas esclavas, pero en cuanto se casen con su prometida y futura reina, somos dejadas en el olvido por cuestiones de fidelidad que son extremadamente importantes y una gravísima falta de respeto burlarlas. Pasamos a formar parte de la servidumbre por el resto de nuestra vida. Sin embargo, esto genera emoción en las "plebeyas" por el simple hecho de que vivirán en un castillo. Algo descabellado y bastante ridículo si me lo preguntas. Nuestro periodo de entrenamiento debe durar dieciocho años, por lo que muchas, con el pasar de el tiempo van avejentando y sólo son compradas por los viejos reyes a punto de seder el trono, pero aún así siguen siendo reyes. Yo, por el contrario, al llevar toda mi vida en este internado, cuando cumpla los dieciocho voy a estar expuesta a petición de los grandes monarcas.Nuestro internado es especial, construido hace treinta años y sorprendentemente aún no ha abierto las puertas al mundo y es por ello que Valentina, a pesar de tener veintitrés, sigue con nosotras.

—Buenos días,queridas hijas mías.—pronuncia Voluiny incorporándose al jardín.

—Buenos días madre—respondemos todas al unísono, dejando de lado las charlas.

—Hace una mañana fresca y nublada, por lo que debemos darnos prisa antes de que el cielo nos desborde con sus aguas de lluvia. Sentaos en el pasto que abunda bajo vuestros pies y escuchad atentas el decreto real que os vengo a informar.

Se escuchan susurros de emoción mientras tomamos asiento y Dina se apresura para quedar a mi lado. Volteo a verla y le regalo una sonrisa de labios cerrados para que sepa que me alegra que lo haya hecho y ella me la devuelve. Las gemelas, por otro lado, se sitúan tras nosotras para cuchichear abiertamente sin ser vistas.

—Zoned y Voulned, sentaos hasta delante señoritas, os necesito bien atentas y pendientes de lo que os voy a decir—Exclama nuestra madre y contengo la risa.

A regañadientes las dos gotas de agua se levantan y ocupan otro sitio. La señora que nos tiene en suspenso se aclara su garganta antes de comenzar ha hablar.

—Como ya os habéis dado cuenta, este gran internado ha sido construido hace treinta años y llevó mucho esfuerzo por un siglo, ponerlo en pie. Las que aquí vivimos somos pocas para tan amplio espacio, por lo que, me es permitido al fin informaros que los príncipes también tomarán sus entrenamientos acá.

Gritos de emoción, aplausos y sonrisas de oreja a oreja se expresen en el aviente. Ni siquiera me fijo en las sacudidas que me da Dina de forma desesperada porque me desconecto del mundo. Un jadeo de sorpresa escapa de mis labios a recordarlo. La voz baja, calmada, ronca y pecadora que me ha dicho cortas oraciones con el pasar de la semana. Él es un príncipe....
Muchas veces me creí loca porque jamás he visto a alguien más que no sea nuestra madre o mis hermanas —a excepción de esa vez cuando era una niña y aunque me creí demente, hoy vuelvo a cuestionarme tal encuentro—caminar por los pasillos y menos a un hombre. Entonces me pregunto. ¿Porqué el está aquí desde antes?. Cómo por arte de magia Voluiny responde a mi interrogante mental.

—Algunos de ellos, llevan aquí desde el pasado lunes.— Prosiguió ignorando el alboroto y haciéndonos callar.

Puede que si te estés volviendo un poco loca querida, aquel encuentro fue hace años

A la 1:30 Where stories live. Discover now