VII

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Había llegado el día, hoy se originaría por primera vez un baile real en las grandes paredes de este ostentoso local. Las señoritas que nos prepararían corrían de un lado a otro desesperadas. El desorden era tan fuera de lugar que ni siquiera noté cuando una mano salió de un pasillo y me atrajo hacia si mismo. En cuestión de segundos estaba pegada una pared con Shainen a escasos centímetros de mi rostro cubriéndome la boca. Su cálido aliento golpeó mis fosas nasales dándoles un gustoso deleite y esos ojos feroces, hermosos, distintos; no tardaron ni cinco segundos en ponerme a temblar de los nervios. El, en cambio, estaba tranquilo pero parecía agitado, esto me causó curiosidad aunque por mucho que intentase preguntarle, no parecía tener intención de dejarme hablar, así que lo hizo el brevemente:

—Si has descifrado el acertijo nos veremos hoy por primera vez, tengo fe en que ya lo descubriste y sobre todo en qué asistirás, no me falles pequeña flor pálida.

Y cómo mismo llegó, desapareció, no sin antes darme un suave empujón para que volviera a los pasillos. Sin darme tiempo a reaccionar una de las señoritas hizo lo mismo, sólo que esta vez era para llevarme a dar un baño antes de prepararme.

Ya limpia, la joven del inicio me esperaba junto a un tocador improvisado en el cual me senté tras su señal. Con mucha delicadeza comenzó a cepillar mi cabello. La alcoba se encontraba en un silencio cómodo hasta que ella tomó la iniciativa de romperlo:
-Todos tenemos añoranzas secretas ¿sabias?— dice dejándome desconcertada— muchas guardamos en el fondo de nuestro ser deseos imposibles a la vista de la sociedad, creemos que están ocultos pero la verdad es que los ojos son las ventanas del alma y no hay nada más verdadero que una mirada gritando tus sueños más necesitados— suspira y para este punto ya tengo la piel de chinita— Ojalá alguien se atreviese a cumplirlos, ojalá alguien fuera tan valiente como para marcar un punto final a tantos destinos predeterminados.

No me dio tiempo de formular una respuesta para sus sabias palabras cargadas de fuertes insinuaciones porque de pronto la puerta es abierta dándole paso a Anielkan, quien está hermosa con una trenza de tres llena de florecitas amarillas claras, un vestido de falda lisa y torso con tirillas en el medio cruzadas entre sí del mismo color que sus flores. Trae un vestido morado en sus manos que supongo es el mío, me regala una cálida mirada para luego dejarlo sobre la cama y abandonar la habitación. Inmediatamente la curiosidad se apropia de mi cuerpo y me acerco para detallarlo mejor. Se trata nada más y nada menos del vestuario más hermoso que han presenciado mis jóvenes ojos. Su escote es bastante provocativo,en forma de corazón—debo admitir que no me sorprende dada la ocasión— cuenta con un corsé que de seguro dejará marcas en mi delicada piel de lo estrecho que se encuentra, pero valdrá la pena. Es de color morado lila, en el se visualizan mariposas de igual tonalidad y distintos tamaños, pero siempre manteniendo la sencillez, parecen salientes del vestido, causando el efecto de que tomaron reales y las pegaron allí. Los hombros quedan al descubierto pero aún así cuenta con unas mangas casi transparentes, las cuales tienen un magnífico detalle, son bordados que dan la impresión de ramas enredadas en los brazos, pero doradas. La falda es larga, totalmente lisa y con una pesada cola.

Decir que quedé fascinada sería poco, muy poco. Pero ¿de qué sirve tanto encanto? Si al ver la nota oculta entre aquella fina y extravagante tela mi corazón se detuvo, mi pulso tembló y me respiración se disparó de una forma descontrolada. Era él, una vez más. Mis planes estaban arruinados porque estaba segura que en esta ocasión tenía todas las de perder.

***
Las grandes puertas del salón fueron abiertas para que todas las hermanas hiciéramos entrada, allí los príncipes esperaban en sus respectivas mesas o en alguna esquina charlando. Se hizo un silencio sepulcral, éramos tan observadas que cualquier otra chica (Dina por ejemplo) estaría temblando de nervios, pero en mi caso llamó muchísimo más mi atención la majestuosidad que plasmaban mis ojos. Preciosos candelabros colgaban del tejado en forma de cúpula y unos cuantos diseños de oro macizo habían sido agregados a las columnas de cada esquina: ángeles, rosas, hojas. Todo era tan diferente que ni siquiera podía creer que había estado aquí antes. Los manteles que cubrían las mesas eran blancos haciendo juego con las paredes y los bordes de los mismos eran dorados, ya que el color del suelo no se quedaría atrás con una combinación. Las copas estaban bien administradas, sus bordes dorados eran magníficos a la vista, estoy segura de que era oro y que aquellas pequeñas piedras brillantes que acompañaban a los cubiertos, eran diamantes.

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⏰ Last updated: Feb 12, 2023 ⏰

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