Introducción

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El día pasó y decidí ir a caminar por el bosque para despejarme un poco, había estado muy aturdida estos días. Este año era el último año en la secundaria, debería elegir qué carrera querría seguir – algo de lo que no tenía una idea – y luego iría a la universidad. Había estado pensándolo demasiado y no había nada que realmente me gustara. Me adentré entre los grandes árboles del pueblo, era un bosque muy hermoso; las hojas de los árboles eran de un color verde intenso y el pasto tenía flores de todos los colores. Era mi lugar favorito del pueblo, me brindaba mucha tranquilidad.

De pronto oí un grito.

Busqué por todos lados, deseando encontrar algo para ver que estaba pasando, pero no encontraba nada.

Otro grito.

Esta vez lo identifiqué. Venía del centro del bosque.

Corrí tan rápido como pude y cuando llegué no pude creer lo que vi.

En el centro del bosque se encontraba un árbol gigantesco a diferencia de los demás, en el árbol se encontraba una mujer. Tenía los brazos y piernas atados al tronco y se veía completamente desesperada. Estaba a punto de acercarme a ella cuando el sonido de unos pasos me detuvo. Caminé con cautela hacia atrás y me escondí detrás de un árbol.

–Te he dicho que no hagas ruido. – los ojos de la mujer empezaban a llenarse de lágrimas mientras un hombre se acercaba a ella. Traía puesta una túnica de color negro y el gorro de la túnica, que lograba cubrirle toda la cara por lo que no pude observar bien su rostro. Comenzó a buscar en la mochila que llevaba y ahogué un grito cuando vi que tomaba un pedazo de vidrio. Minutos después, tres personas más se unieron al círculo, y poco a poco más se acercaban a presenciar. Todas vestidas igual que el chico.

Se posicionó frente a la primera persona del círculo. Habían alrededor de unas 20 personas, el chico comenzó a caminar hacia la chica, quien aún temblaba de terror. Levantó su mentón, ella intentó negarse, pero su fuerza era superior, así que ella no tenía otra opción más que ceder.

–Por favor, déjame en paz – pedía, removiéndose – juro que no le diré a nadie.

–Cállate y mírame.

Ella obedeció y él se acercó aún más, cortando la poca distancia que tenían. Cortó la soga que amarraba sus manos y se agachó un poco para quedar a su altura.

–Has sido escogida. ¿No odias ser siempre la segunda opción? La gente no ve lo que realmente eres, de lo que eres capaz.

–¿Qué quieres decir?

–Nosotros vimos tu potencial. Ahora serás como nosotros, tendrás una mejor vida. ¿No es eso lo que quieres?

–Yo...

–Toda tu vida te han hecho a un lado, y ahora tienes la oportunidad de hacer algo al respecto.

–¿Por qué debo hacer esto?

–¡Porque no eres como ellos! Debes comprender que eres diferente; estás destinada a ser algo más. Algo más poderoso, más grande y lo sabes. Confío en ti y en que puedes hacerlo. Podemos ayudarte a vivir una mejor vida.

Dudó por un segundo.

–Por favor, prométeme que no estaré sola de nuevo.

–Nunca – sonrió – Jamás volverás a estar sola. Somos tu familia ahora.

El chico se acercó más a ella, sacó una jeringa con un líquido de color extraño y lo depositó en su brazo con cautela. Ella se retorció de dolor hasta que cayó al suelo. El chico se retiró y la chica se levantó. Sus ojos se tornaron de un color dorado intenso y con su propia fuerza desató la soga que aún mantenía sus piernas atadas.

–Te han matado en vida. Ahora es momento de que tú los mates a ellos.

Su mirada se dirigió hacia mí, le hizo un gesto al chico, y ahora me encontraba con las miradas de ambos sobre mí.

El chico empezó a caminar hacia mí, comencé a correr tan rápido como pude, pero parecía que él era aún más rápido, así que fui atrapada. Me rodearon por los brazos y fui incapaz de moverme. Me trasladaron a alguna otra parte del bosque en donde se encontraban más personas.

Al cabo de unos minutos, un hombre llegó con nosotros, se encontraba hablando por teléfono y tenía a dos hombres a los costados.

–Jefe – dijo el chico.

Miró a las demás personas, poniendo en teléfono de vuelta en su bolsillo.

–Mátenlos a todos – ordenó.

Hubo un silencio cuando sus ojos se pusieron en mí.

–Excepto a ella, la llevaré conmigo.

Me tomaron por los brazos, forzándome a caminar. En algún punto del bosque se encontraba una camioneta y me hicieron entrar en ella. Después, todo fue obscuridad.

Lazos OscurosWhere stories live. Discover now