Capítulo 6

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La tragedia se ha posado en nuestro hogar.

Nos encontrábamos en el cementerio del pueblo, con un ataúd frente a nosotros.

Michelle Roberts, de 17 años, fue encontrada sin vida. No pudo llegar a su casa la noche después de la escuela así que se creyó que había ido a alguna fiesta por el primer día de clases. Pero pasaron días y la chica nunca llegó a casa ni tuvo comunicación alguna con sus padres o amigos, así que se dio por desaparecida.

Se inició una investigación, y en el lapso de una semana, Michelle fue encontrada sin vida, enterrada en el bosque envuelta en lo que parecía ser una sábana. Su cuerpo, ya en estado de descomposición, fue llevado a la morgue, pero no se reveló la causa de muerte por respeto a ella y su familia.

–Michelle era una joven brillante y aplicada, hoy la despedimos con tristeza, esperando que pueda encontrar la paz y la alegría, así como nos la regaló a todos en su momento.

Suspiré con tristeza al escuchar a la madre de Michelle, no podía negar que me sentía algo triste, ella había pasado tiempo conmigo y Zedd y logré encariñarme un poco con ella. Tal vez no hablábamos mucho, pero era una gran amiga. Era una chica obediente y con una sonrisa amable para todo el mundo.

Espero que descanses, Michelle, y que te sea devuelta la paz que te arrebataron.

Permanecí de pie al lado de mi hermana mientras observábamos al Sr. y a la Sra. Roberts llorar desconsolados por su hija, su ataúd listo para ser enterrado, rodeado por todos de negro.

De pronto, el silencio reinó por todo el lugar, todo el mundo mirando detrás de nosotros. Mi familia y yo nos giramos para ver qué era lo que pasaba cuando vimos a un par de personas entrar.

Los Scott.

La señora Scott llevaba puesto un vestido negro muy elegante que dejaba sus hombros al descubierto, dejando a la vista su tatuaje. Traía un ramo de rosas blancas inmenso en sus manos. Su marido venía junto a ella.

Detrás de ella, su esposo y sus hijos.

El Sr. y la Sra. Scott pasaron a nuestro lado, sonriéndonos y asintiendo a modo de saludo para mí y para mi hermana. Mis ojos se encontraron con los de Jack por un segundo y una sonrisa ligera curvó sus labios hacia arriba hasta que también nos pasó al lado.

¿Qué le parece tan divertido?

La Sra. Scott les dijo algo a los padres de Michelle y puso las flores sobre el ataúd que estaban comenzando a bajar para enterrarlo. La madre de Michelle, entre tantas lágrimas, solo asintió como respuesta.

La familia se dio la vuelta, alejándose del ataúd para venir a nuestro lado y presenciar el entierro.

Cuando el entierro finalizó, se retiraron todos. Por encima del hombro, le eché un vistazo a Jack, quien portaba esa típica sonrisa torcida que me había dado antes.

De repente comenzó a llover, mamá se había llevado el paraguas, y me di cuenta de que a pesar de que la lluvia era muy fuerte, yo no me estaba mojando.

Me sobresalté al oír la voz de alguien detrás de mi

–Hey, mi saco no es impermeable.

Alcé la mirada para ver a Jack sosteniendo el saco de su traje sobre sus hombros, cubriéndonos, evitando que acabáramos empapados gracias a la lluvia.

–¿Qué esperas? Corre.

Sin decir nada más comenzamos a correr hasta mi casa. Empezamos a reír sin parar por las caídas que teníamos cada tanto por lo rápido que corríamos.

Llegamos con la respiración agitada y las risas de por medio.

–Gracias por acompañarme hasta aquí.

Lo vi acercarse más y miré hacia el frente de inmediato sin saber qué hacer.

–Bella – susurró en mi oído.

–¿Eh?

–Eres como una mariposa, ¿sabes? – habló  – ¿Tienes idea de lo que eres capaz? No, no tienes idea de nada, te enfocas en lo que eres y no en lo que puedes ser, te encuentras encadenada con unas cadenas que tú misma has creado.

¿Pero de qué está hablando?

–Me pregunto si debería liberarte, tener piedad de ti y hacer que veas tus hermosas alas – susurró tomando un tono de diversión – o encerrarte en un frasco y agitarte hasta que te asfixies y mueras.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

Te acaba de amenazar, maldita lenta. Responde.

Estaba a punto de encararlo, pero cuando giré, él ya se estaba retirando.

–¡Hey! – grité, pero él no detuvo su paso – ¡Jack!

Volteó un poco la cabeza para verme y volver a poner su semblante arrogante y la sonrisa que me había dado hace unos cuantos minutos atrás.

–Adiós, Bella.

Habló como si no acabara de decirme todas esas cosas sin sentido. Dios, era increíble como este chico podía cambiar de ánimo tan rápido.

Lazos OscurosDove le storie prendono vita. Scoprilo ora