Capítulo 17

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Desperté y me quedé viendo al techo. Odiaba levantarme temprano.

Me levanté, me metí a la ducha, miré el tatuaje que aún se encontraba en mi clavícula y pasé mis dedos sobre él, cuidadosamente. Las flechas aún se encontraban atravesando aquel círculo; el círculo que comenzó todo.

Salí de la ducha, me vestí con lo primero que encontré, tomé una mochila del armario y comencé a meter más ropa, comida y cosas que necesitaría para salir de casa.

Quería irme de ahí, al menos hasta que se calmaran las cosas. No quería más problemas.

Me serví un poco de cereal con leche y una taza de café como de costumbre y empecé a desayunar. Pasé toda la mañana en casa, la verdad no me apetecía mucho salir. Cuando llegó la tarde, tomé mi mochila y me dirigí hacia la puerta, abriéndola.

Mi expresión de sorpresa se hizo notar cuando vi a Atwood a punto de tocar el timbre.

–Hey – dijo sonriéndome.

–Hola – dije sorprendida.

Le echó una ojeada a mi mochila – ¿te vas?

–Sí, no quiero que me maten o me secuestren de nuevo.

–¿Qué? No, no va a pasarte nada – aseguró.

–¿Cómo estás tan seguro?

–A ver – su expresión se relajó – aunque técnicamente pertenezcas al clan enemigo, también tienes nuestra marca, papá no puede matarte, eso va contra las reglas y él sabe perfectamente las consecuencias.

Aquella noche vino a mi mente.

–Oye, ¿Qué... qué pasaría si alguien rompe esa regla?

–Quien rompa la regla es condenado a muerte por traición. No se sabe cuándo o como, eso lo decide El Consejo; ya sabes, los creadores de nuestra especie y todo eso.

–¿Y El Consejo como se entera de eso?

–No tengo idea. Solo lo saben. Y cuando menos te lo esperas ¡pum! Llega alguien a llevarse a alguno de nosotros.

Silencio.

–¿Por qué tanta curiosidad por eso?

Al ver mi expresión de terror se acercó y puso una mano en mi hombro.

–Hey, ¿Qué ha pasado?

–Jack... él... él ha matado a alguien.

At se tensó.

–¿Qué fue lo que pasó? – levantó una ceja.

–J-Jack me estaba ayudando a controlar mis poderes, p-pero alguien nos estaba espiando. Vio mi marca y quiso huir, pero Jack lo acorraló y comenzrona pelear. Jack tomó unos vidrios y los lanzó hacia él – hablé tan rápido que no estaba segura si me había entendido bien. Atwood se quedó unos segundos analizando lo que le acababa de contar, y me di cuenta de que estaba pensando a toda velocidad.

Su pecho comenzó a subir y bajar rápidamente y empezaba a respirar con dificultad. Lo llevé adentro de la casa, le di un vaso con agua y empezamos a hacer respiraciones para que se calmase. Había tenido un ataque de pánico.

–Perdón por eso – dijo cuando logró estabilizarse. – no quería que me vieras de esa forma, pero se vuelve más difícil de controlar algunas veces.

–¿Puedo preguntar...? – dudé, pero hablé de todos modos – ¿Por qué?

–Es complicado – suspiró – no tuvimos una infancia normal, ¿sabes? Crecimos obligados a ver y hacer cosas terribles, y aquí ves las consecuencias, en carne y hueso – dijo señalándose a sí mismo.

–¿Jack también los tiene?

–Con él fue un caso distinto, casi no le afectó en esta forma. Sí los tiene, pero casi nunca pasa a mayores, él los controla mejor que yo.

–¿Y has pensado en buscar ayuda?

–Mamá y Jack son los únicos que saben de esto, y los únicos que de verdad están dispuestos a ayudarme. Son lo único que tengo ahora.

–Ya veo. Lo siento mucho, At, no debe de ser agradable para ti.

–Supongo que después de un tiempo te acostumbras – se encogió de hombros – pero nunca logras controlarlo por completo.

Fui a servirme un vaso con agua, y me eché a reír.

–No me imaginé nada de esto la primera vez que los vi, ¿sabes? Creí que nuestro único encuentro sería cuando fuimos a darles la bienvenida.

Me detuve a pensar un momento y At me miró, curioso.

–Oye, ¿sabes dónde está mi familia? No estaban en el ático el otro día.

–¿Recuerdas el golpe de luz? – asentí – bueno, empezaron a volar o algo así, y desaparecieron en la luz. No sabemos porque no te llevaron con ellos.

–Oh – fruncí el ceño – un momento. ¿Cómo sobre eso? Ni siquiera estuviste ahí – enarqué una ceja.

Se encogió de hombros.

–Soy como un fantasma, nadie nunca se da cuenta cuando estoy ahí. Soy el maestro del sigilo – hizo un movimiento con las manos. Reímos.

At se quedó el resto de la tarde conmigo y decidimos ver unas películas y tomar un poco de café. Al final, me convenció y decidí no irme.

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2021 ⏰

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