UNA BESTIA Y DOS HADAS

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Bella se asomó como todas las mañanas a la ventana, mientras veía la nieve caer. Y por fin, vio lo que esperaba: una persona con una negra capa, fácil de distinguir con el blanco manto que cubría el suelo, que miraba tímidamente los jardines en busca de una forma de llegara ellos. Esa no era la primera vez que Bella la veía. Y esperaba a ver si esa misteriosa criatura se atrevía de una vez a cruzar su muro, pero no daba el paso.

Hacía mucho que Bella no veía un humano, se sentía intrigada, y asustada a partes iguales.

Pero,¿qué haría allí? Ese castillo estaba lejos de toda civilización. Cualquiera que quisiera llegar hasta allí, lo tendía que hacer intencionadamente. Y no era fácil llegar hasta aquel lugar perdido en medio del bosque.

-Mi señora- se inclinó un pequeño candelabro detrás de ella con un fuerte acento francés-, esa muchacha lleva por ahí fuera días, por no decir semanas. Creo que lo correcto sería dejarla pasar.

-No-cortó ella-. Que entre si así desea, pero yo no la invitaré.Además, ¿cómo estás tan seguro de que es una chica, Lumiere?- le preguntó Bella girándose al candelabro.

-El otro día tropezó, la capa dejó ver su pelo, mi señora.

Bella volvió a mirar por la ventana.

-¿Que querrá?

-Estará perdida y...- Lumiere se calló, al ver que la chica había logrado traspasar los muros, y ahora andaba con curiosidad por el jardín,acercándose al castillo.

-Escondeos-ordenó Bella. Y ella salió escalera abajo, ocultándose ellatambién en algún lugar donde pudiese ver a la intrusa.

Lachica entró con miedo y miró a su alrededor asombrada.

-Oh,no- murmuró Bella al ver como esa niña sin conocimiento del espaciopersonal cogía a Lumiere para iluminar la estancia.

Bellase acercó a ella sin que esta pudiera verla, le quitó a Lumiere dela mano y le pegó con el en la cabeza.

-¡Ey!-se quejó este al notar el golpe contra la chica.

-Perdón-se disculpó ella agachándose a la inconsciente chica.

-¿¡Quele has echó!?

-Yoque se, me entró el pánico y...

-Quedesastre.

-Ayúdamea llevarla a una celda.

-¿Ladejas medio muerta y la metes en una cárcel? Que buena anfitrionaeres, Bella- ironizó.

-¿Porque no te callas y me ayudas?

Unreloj abrió la puerta del comedor.

-Señorala cena estará servida en... ¡Ah!- gritó al ver a la chica.

-CallaDin-Don- le ordenó Lumiere mientras le tapaba la boca.

-¿Quienes?

-Nose, ¿qué tal si se lo preguntas a ella que es quien la ha dejadoinconsciente?

-¿Queha hecho que?- preguntó este atónito.

-Yame he enterado de que lo he hecho mal- se quejó ella.

Tomóen brazos a la chica y se la llevó a una celda.



Cuandola muchacha despertó, se vio las manos esposadas. "¿Acaso seburla de mi?", pensó ella.

Bellamiró a la chica desde la oscuridad. Tenía los cabellos cortos, muycortos, y rubios. Y unos ojos marrones que intentaban ver donde seencontraban. Bella dudó unos instantes, pero finalmente se acercó alos barrotes de la celda. Y la chica sonrió.

Latenue luz le dejó ver una cara peluda, con una boca con colmillos, ydos cuernos. Era una bestia.

-¿Deque te ríes?

Lachica no respondió y empezó a jugar con sus manos, ignorando lapregunta de Bella con descaro.

-¿Esque no me tienes miedo? Porque deberías: eres mi prisionera.

Lachica volvió a sonreír, y miró a Bella.

-¿Nohablas o que?

Bellagruñó, y al no recibir respuesta se fue de allí.



Latarde fue larga para la chica, sin nadie con quien hablar. Con unamisma vista desde la ventana cada vez que miraba por ella. Entonces,escuchó un ruido. Se acercó a los barrotes, y vio a una tetera y auna pequeña taza de arcilla abajo. Ella se agachó y giró la cabezahacia un lado.

-Hola,querida, soy la Señora Potts- se presentó la tetera.

Lachica le miró, pero no dijo nada.

-¡Yyo soy Chip!- dijo la pequeña taza.

-Chip,¿qué te tengo dicho de no molestar?- le riño la Señora Potts.-Querida, debes de estar agotada, ¿quieres algo de beber?

Ellase agachó tímidamente a los barrotes. La Señora Potts echó enChip té. Y la muchacha sonrió mientras cogía a Chip. Ella bebióun poco y después volvió a dejar la pequeña taza habladora en elsuelo.

-Perdonepor favor a mi señora, querida. No esta acostumbrada a recibirvisitas. No se lo tenga en cuenta.

Ungruñido hizo a la Señora Potts retroceder asustada.

-Bueno,nosotros nos tenemos que ir yendo, se hace tarde- declaró intentandoque su voz no sonara muy tambaleante, sin éxito -. Adiós, querida.




Una bestia y dos hadasWhere stories live. Discover now