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ELIZABETH AYDIN

— ... Y si, eso fue todo lo que ha pasado desde que te fuiste. Pero no me cambies el tema ¿Porqué estás aquí? Se supone que venías en navidad. — Le digo a mi hermano mientras este se encarga de vendar mi tobillo.

— Es decir que no estás alegre de que haya venido, esperaba una mejor reacción de tu parte.

— Claro que estoy feliz de que te encuentres aquí, solo que no entiendo el motivo, pero... ¿Te vas a quedar mucho tiempo?

« Di que sí por favor. »

—De hecho, no, solo vine por 1 semana porque dentro mi unidad hicieron un concurso en el cual mi grupo ganó y la recompensa que nos dieron fue dejarnos regresar a casa por 1 semana, así que me tendrás que aguantar hasta el próximo viernes.

Y así pasó mi hermano contándome todo el día sobre cómo le ha ido en el ejército y no paró porque cuando cuenta algo que le apasiona no hay nadie quien lo pare.

Y así pasó mi hermano contándome todo el día sobre cómo le ha ido en el ejército y no paró porque cuando cuenta algo que le apasiona no hay nadie quien lo pare

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Después de pasar casi todo el día hablando de las anécdotas de mi hermano, este decidió ir a descansar un poco, mientras yo termino de hacer la merienda. Para el jugo no tenía ninguna fruta por lo que decidí salir al patio trasero a buscar unas moras que crecen de manera salvaje.

Mientras las recojo empiezo a cantar pues ahora que no tengo mi walkman no puedo entretenerme con nada.

Cuando estoy terminando de recogerlas escucho la puerta de la cocina que da al patio abrirse de manera brusca y veo a mis padres salir de la casa muy enojados.

« Ay no ¿Ahora que hice? »

— ¡¿Cómo es eso de que te han visto en el auto de un hombre?! Y encima tu hermano me dice que te trajo en brazos a casa — Dice mi madre y de inmediato siento una cachetada que hace que pierda el equilibrio y caiga.

Al principio no entendía muy bien pero cuando comprendí que tal vez ella entendió mal la situación de esta tarde, traté de explicarle.

— Espera madre, déjame explicarte. — Digo, pero no me deja terminar.

— ¿Qué me vas a explicar? que eres una cualquiera y que ahora todo el pueblo sabe que eres una impura ¿eh?. — Recibo otra cachetada. — Que además dejó ir al pobre de Emir para irse a revolcar con cualquiera que se le cruce.

Ni siquiera pude abrir la boca para explicarle que todo es un malentendido cuando de inmediato sentí que me da 2 cachetadas más y no puedo hacer nada, porque se que si intento defenderme me irá aún peor con los castigos de mi padre. Por lo que dejo que desquite su rabia conmigo, aún cuando sé que no lo merezco.

— Ya déjala mujer, ni siquiera la has dejado responder. — Interrumpe mi padre y siento algo de alivio pues nunca había interferido para dejar que me explique.

Y de inmediato sin esperar otra oportunidad trato de contarle todo.

— Si madre, no es lo que piensas, lo que pasó fue que tropecé y me doblé el tobillo por lo que una persona que pasaba por allí me ayudó pues mis compañeros ya se habían ido y no podía quedarme ahí, te juro que no hice nada para manchar el honor de mi familia. — Derramo algunas lágrimas de la impotencia.

Se Paciente Conmigo |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora