Capítulo 78. Una bonita sorpresa.

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Vanesa paró primero en la pastelería donde ya empezaba a ser asidua, de hecho la pastelera, cuando la vio entrar, le señaló la tarta de chocolate que se solía llevar últimamente, y Vanesa le confirmó con una sonrisa de las suyas que sí se iba a llevar esa tarta. La mujer se la envolvió y la introdujo en una bolsa. Vanesa estaba contenta. Por un momento era capaz de sonreír a pesar de cómo estaban yendo las cosas en el trabajo.

La inspectora se subió a la moto y se fue directamente a casa de la forense. Su corazón iba acorde a la velocidad de esa máquina de dos ruedas. Cuando por fin llegó a casa de Olivia, aparcó la moto y se bajó de ella a paso decidido. Se moría de ganas por ver a la forense. Y ya no sólo verla, sino de besarla y abrazarla.

Antes de tocar el timbre, se arregló un poco el cabello, mientras sonreía para sus adentros. Cuando por fin Olivia abrió la puerta, se quedó de piedra cuando vio a Vanesa en frente de ella.

Olivia no pudo disimular lo feliz que le hizo ver a la inspectora. No se lo esperaba. Había tenido un día bastante ajetreado y pesado con unas cuantas autopsias que no esperaba hacer, por lo que había llegado a casa exhausta, y el hecho de que Vanesa se hubiera presentado en su casa sin avisar, le había subido el ánimo repentinamente.

-Vaya, vaya, estamos sincronizadas, Vanesa, te iba a escribir ahora mismo. -Olivia se acercó a la inspectora y se atrevió a agarrar de las solapas de la chaqueta de cuero de Vanesa, acercándola hacia ella. Se moría de ganas de besarla y de abrazarla, y Vanesa tenía las mismas ganas que ella de sentirla, por lo que se dejó hacer por Olivia.

Cuando estaban pegadas una a la otra, Vanesa llevó su rostro al cuello de Olivia, mientras ésta la abrazó suavemente.

-¡Qué bien hueles, Oli! No sabes lo que he echado de menos tu olor, me vuelve loca.

-¿Ah, sí? ¿Sólo echaste de menos mi olor?- preguntó mimosa Olivia - porque yo no he podido quitarte de mi cabeza en todo el día, Vane...Y mira que mi vida últimamente han sido los cadáveres, pero ahora estás tú primero. Sólo pienso en ti, desde que me levanto hasta que me acuesto. Me das vida, una vida que yo desconocía totalmente, y tengo que reconocerte que estoy muy ilusionada.

Vanesa no se lo podía creer. Esas palabras dichas de boca de Olivia le hincharon el pecho de orgullo. A pesar de cómo estaba yendo la investigación, ella se sentía feliz de haber conocido a la forense. Ésta no había podido llegar en mejor momento a su vida. Vanesa tenía claro que sólo la pelirroja contrarrestaba el malestar que le producía el trascurso de la investigación.

De repente, Vanesa dirigió sus labios a la piel de la forense. Comenzó a darle suaves y húmedos besos, pasando su lengua lentamente, hasta llegar a los cálidos y carnosos labios de Olivia. A ésta se le erizó la piel sin poder evitarlo. Ahora fue la inspectora la que empujó con cuidado a la forense, contra la pared. Y antes de seguir besándola con una pasión algo comedida, dejó en un mueble de la entrada la tarta que había comprado. Necesitaba tener las dos manos libres para poder tocar a Olivia como ella quería. La inspectora estaba muy excitada con Olivia entre ella y la pared. Como ésta llevaba falda, metió la mano debajo de la misma y se dispuso a acariciar la suave piel del muslo de Olivia, sobre la media de encaje que llevaba la forense.

-Vane...Amor...¿Y si cenamos primero?- Consiguió decir Olivia jadeando - joder, es tenerte cerca, y no sabes lo que te deseo, pero creo que si nos dejamos llevar por lo que sentimos, vamos a cenar muy tarde. Y tenemos toda la noche por delante.

-Creo que será lo mejor, sí, y yo también te deseo muchísimo. Pero, ¿Tienes cena para mí también?-Le contestó Vanesa separándose un poco de la pelirroja.

-Claro que sí, hacemos ahora algo juntas si no te importa. Sabes, tuve un día duro y he llegado hace nada del anatómico. Y además has traído tarta, ¿Acaso ves que me falte algún kilo? Porque me da que pensar que quieres engondarme, si cada vez que vengas a verme me vas a traer dulce...

-En realidad para mí estás perfecta, Oli. No te cambiaría absolutamente nada. Y por lo que veo, no soy la única que echa más horas que un reloj trabajando.

-Somos tal para cual, Vane. Por eso nos entendemos tan bien, ¿No crees?

-Sí, claro. Tal cual. Pero reconozco que ahora que te he conocido, tengo ganas de hacer muchas cosas contigo. No quiero dedicarme sólo a trabajar. Sabes, me gustaría ir contigo a la montaña, un fin de semana.

-Ese plan me gusta mucho. Que lo sepas. Me encanta que me lleves en moto, es una sensación magnífica. Cuando acabes la investigación, nos vamos, ¿Te parece? Porque no veo mejor plan de fin de semana que estar contigo de viernes tarde hasta el domingo noche. Y a mí me pasa igual. No quiero trabajar y trabajar, quiero vivir y disfrutar contigo. Mi hermano siempre ha dicho que yo me había casado con los cadáveres. Espérate cuando le diga que me he llevado el premio gordo y he conseguido que la inspectora se fije en mí. Y Marco tenía razón, él quería vernos juntas, y al final lo ha conseguido. Porque creo que contigo ha hecho lo mismo que conmigo, ¿No?

Vanesa sonrió, y pasó su nariz por la nariz de Olivia. Quería besarla sin pausa, deseaba morder su labio inferior, pero sabía que si lo hacía, cenarían a las tantas. Además tenían toda la noche para dejarse llevar por la pasión que había entre las dos. Así pues, y muy a su pesar, Vanesa se separó de Olivia.

-Sí, ha hecho lo mismo con las dos. Es un cupido estupendo. Y sí, te has llevado a la inspectora, de hecho la tienes loca por tus huesos.

Las dos mujeres estaban felices de estar juntas. El semblante de ambas se había transformado por completo. Se dirigieron a la cocina y mientras hablaban de unas cosas y de otras, hicieron algo rápido para cenar. Vanesa dejó su móvil en la encimera de la cocina, mientras se dispuso a poner la mesa. Justo su móvil comenzó a vibrar y Olivia, pensando que sería Marco el que llamaba a Vanesa, cogió el móvil para pasárselo a la inspectora, cuando en la pantalla vio reflejado el nombre de Marta. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. La forense ya no se acordaba de Marta, hasta ese mismo momento, que le vino a la cabeza Vanesa y Marta bailando juntas, y sin ella quererlo, los celos se apoderaron de ella, pero intentó contenerse para no dejarse llevar por la rabia que llevaba encima.

Malasaña I. (5° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora