Capítulo 81. Juntas mejor que separadas.

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-Joder, García, ¿Cuándo ha sido?-Preguntó Vanesa desesperada. Su voz denotaba miedo. Porque si García había ido a esas horas a casa de Olivia, era porque la desaparición podría tener que ver con el caso.

-Vanesa, desapareció ayer por la noche pero los padres no han puesto la denuncia hasta hoy porque su hija tiene casi diecinueve años y sabían que tenían que esperar veinticuatro horas.

-¿Y qué más?No has venido a estas horas aquí por una simple desaparición.

-Tienes razón, Vanesa...La chica desapareció cerca de la entrada del bosque...Nos recuerda a cuando desapareció Pilar. Y si además tenemos en cuenta que Isabel apareció muerta allí...

-¿En serio? ¿Esas jóvenes no ven las noticias? ¿Qué es lo que tienen en la cabeza? Por cierto, ¿La chica es rubia?

-A ver, Vanesa. No desapareció en la misma entrada del bosque, lo hizo cerca porque alguien la vio merodeando por ahí, y sí es rubia. Estamos jodidos. Bien jodidos, joder. Se nos van a echar encima. Ya he ido a entrevistar a los padres, y los compañeros ya están peinando la zona buscándola. Los padres mañana colgarán papeles con su foto y sus datos.

-Joder, bien, me voy contigo a buscarla.

-Vanesa, quédate con Olivia. Iré yo. Duerme unas horas y luego me sustituyes. Hagamos las cosas bien. Tenemos que estar los dos descansados. Esa chica nos necesita.

Olivia posó su mano en la cintura de Vanesa. Con ese mínimo contacto, quería hacerle ver a Vanesa que iba a estar ahí para ella, pero no quería meterse en las decisiones que debía tomar la inspectora. Conociéndola lo fácil es que se quisiera ir toda la noche a buscar a la joven y no pararía hasta que la encontrara sana y salva. Olivia no iba mal encaminada.

-García, vete tú a descansar, yo iré a buscarla. No puedo estar con los brazos cruzados.

-Vanesa, por favor, si estás toda la noche sin descansar mañana vas a estar fatal. Olivia, échame una mano con ésto, anda, que yo solo no puedo.

Olivia decidió mediar a favor de su amigo. En realidad tenía razón Marco. Vanesa necesitaba descansar y así estar lista para lo que estaba por llegar. De nada servía si la inspectora estaba agotada. Tenía que estar totalmente despierta y con todos sus sentidos en alerta.

-Vanesa, lo siento pero Marco tiene razón. Tu equipo te necesita con tus plenas facultades en su sitio, y ya no sólo tu equipo, sino esa pobre chica. Quédate conmigo y descansa unas horas. Marco te avisará con cualquier cosa,y luego lo sustituyes.

-Joder, volvemos a cuando desapareció Pilar, de nuevo a revivir esa puta pesadilla.

Olivia abrazó a Vanesa. Ésta estaba a punto de desmoronarse, sabía lo que le esperaba y lo que se le venía encima, y de sólo pensarlo, se desmoralizó.

-Vamos Vane, quédate conmigo.

Olivia y marco estaban expectantes por la respuesta de Vanesa, hasta que finalmente contestó a la forense.

-Está bien. Tenéis los dos razón. Gracias chicos. Os haré caso. Me quedo a descansar un poco, pero García, prométeme que me avisarás con cualquier cosa, por favor.

-Estamos juntos en ésto, los tres -dijo Olivia sinceramente.

-Eso es. Vamos a poder con ésto, ya lo veréis. Vane, los padres están con el equipo buscando a su hija. Y sí, sabes que en cuanto sepamos algo te llamaré sin dudarlo.

-Está bien, García. Confío en ti.

-Bien chicas, os dejo. Intentad descansar las dos. Cuidaros. La noche se está tornando gélida de cojones, y además tiene pinta de que va a llover, y con ganas. Aquí se está de cine, Olivia.

García se despidió de las dos mujeres y se marchó taciturno y con el alma en vilo. No podía ser de otra manera. La investigación se estaba complicando sobremanera, y los dos policías estaban desesperados por dar con Álvaro cuanto antes y así evitar más muertes.

Cuando por fin se quedaron las dos mujeres a solas, Olivia miró fijamente a Vanesa a los ojos y vio un halo de tristeza y de pena en ellos que la dejó helada. No podía ver a la inspectora en esas circunstancias. Era superior a sus fuerzas. Quería ver a Vanesa bien, y no como la estaba viendo en ese momento.

-Vanesa...¿Puedo abrazarte?-Prefirió preguntarle la forense por lo que había sentido cuando la miró a esos hermosos ojos tan vacíos en ese instante.

-Olivia, me muero porque lo hagas.

La forense la abrazó con sumo cuidado, mientras pensaba que Vanesa se desmoronaría, pero lejos de eso, la inspectora se relajó al sentir el aroma proveniente de la piel de Olivia y cerró los ojos dejándose llevar por ese abrazo tan sincero y tan lleno de ánimo por ser un abrazo de la mujer de la que estaba completamente enamorada.

Estuvieron así unos minutos, hasta que Olivia cogió de la mano a Vanesa y se la llevó a su habitación.

-Amor, me encanta abrazarte, pero necesitas descansar. Ven, te voy a dar un pijama y nos vamos a dormir.

Vanesa estaba como en shock. Esa mujer era la única persona que la podía alejar temporalmente de la más cruda realidad. Era como un ángel caído del cielo justo en el momento idóneo. Sabía que si se quedaba a dormir con Olivia era la única manera de descansar aunque fuera un par de horas. Si se iba a su casa sería incapaz de echarse a la cama con todo el trabajo que tenía que hacer. Estaba muy desanimada y necesitaba a Olivia a su lado. Así que sólo pudo decirle a la forense que sí a todo lo que la mujer le dijo.

-Está bien, Oli, me quedo. ¿Me prestas entonces el pijama?

-Claro que sí, además, te voy a contar algo. Creo que el pijama te va a sobrar porque aunque en la calle haga un frío horrible, no pienso soltarte en toda la noche, te voy a abrazar Vanesa. Necesito sentir que estás a mi lado y duermes conmigo.

Vanesa sonrió amargamente. Ella necesitaba exactamente lo mismo que su compañera.

Olivia le dio un pijama que a ella le venía más holgado y ayudó a la inspectora a desvestirse. En realidad la morena lo podía hacer sola, pero Olivia necesitaba tocar la cálida piel de Vanesa mientras la ayudaba a quitarse la ropa. Y ésta estaba encantada de sentir los finos y suaves dedos de la forense rozar su piel mientras le sacaba la camiseta interior.

Olivia tuvo que hacer acopio de su autocontrol cuando vio a Vanesa sólo en bragas. Se moría de ganas por hacer el amor con ella, pero en ese momento ella creía que la inspectora era lo que menos necesitaba, así que intentó mirarla lo menos posible porque sabía que no era de hielo e iba a terminar por querer intimar con ella. Vanesa le provocaba cosas que nadie antes le había provocado. Y eso lo estaba descubriendo, poco a poco, cada vez que estaba con ella porque su cuerpo reaccionaba vigorosamente cuando tenía a la inspectora cerca.

Vanesa se percató de la mirada llena de deseo que le echó la forense cuando la vio casi desnuda, y sólo pudo sonreír para sus adentros. Le gustaba mucho provocar de esa manera a Olivia y sabía que era algo inevitable lo que ocurría cuando las dos estaban tan próximas una de la otra.

Cuando ya estaban las dos mujeres con el pijama puesto, ambas se fueron a dormir.

En la calle, el pronóstico del tiempo no era el mejor, las proyecciones indicaban que llovería de forma abundante y durante toda la noche. Era media noche cuando comenzó a escucharse el sonido característico que producen hojas y objetos pequeños cuando son arrastrados por fuertes vientos, ese era el indicador de que una gran tormenta se iniciaría en contados minutos, los vientos cambiaron en un parpadeo la temperatura y después de veinte minutos los grados descendieron diez unidades.

Un rayo cayó destellando la penumbra de la habitación, además se activaron algunas de las alarmas de los coches allí estacionados. Olivia dirigió la mirada a los cristales de la ventana ya totalmente mojados, y sin saber por qué ni cómo, supo que esa noche iba a ser una noche que no olvidaría ninguna de las dos, mientras un escalofrío recorrió toda su espina dorsal.

Malasaña I. (5° Historia)Where stories live. Discover now