Capítulo 19

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   Un rugido en el cielo alteró a Fuegosueño, una bestia más grande que ella se acercaba para alterar su paz, era Vhagar. Bastión de Tormentas comenzaba a ser dominio real, Aemond nunca se anunció por medio de una carta, simplemente apareció y se abrió paso.
  
   Los guardias comenzaron a reunirse, estaban alertados. Helaena salió corriendo a recibir a su hermano y él la atrapó cuando se fundieron en un abrazo fuerte. A la princesa le hacía falta, estaba completamente sola en un lugar oscuro, húmedo y solitario.
  
   --¿Estás bien?-- Le preguntó con un tono dulce mientras inspeccionaba su rostro en busca de golpes. --¿Por qué no me dijiste?-- Le acarició el cabello. --Habría logrado que te quedes en casa.-- Volvió a abrazarla fuerte. --Te extraño tanto.--
  
   Helaena negó. --Nuestra madre jamás lo permitiría, ella pactó esto por la urgencia de conseguir aliados y yo soy una ofrenda tentadora, tengo la corona de princesa en mi cabeza.-- Hizo una mueca.
  
   Aemond negó. --Toma a Fuegosueño, te llevaré a casa y hablaré con nuestra madre, no puede seguir con esto.--
  
   --No,-- Fue firme. --eso solo nos acarrearía un nuevo enemigo que no necesitamos, la corona entraría en guerra por culpa de mis caprichos y no quiero, puedo soportarlo.--
  
   --Helaena no son caprichos, es tu libertad.--
  
   --De todas formas, nunca fui libre. Fui preparada para forjar alianzas, así como utilizó a Aegon con Ceryse en el Norte y te utilizó a ti con Aly en Dorne.-- Suspiró pesado. --Es lo que nos toca por ser hijos de la corona: no ser felices jamás ni conocer el verdadero amor.--
  
   --¿Al menos te tratan bien?-- Le acarició la mejilla, ella asintió.
  
   --Borros no es un hombre agradable pero me deja sola y tranquila la mayor parte del tiempo, no compartimos habitación y hasta ahora solo me llamó dos veces en todas estas noches. Estoy bien con eso, no soy débil, hermano, puedo con esto.-- Le sonrió. --Mamá me utilizó pero ya tengo decidido mi destino desde que partí de la capital, yo sé como seguirá mi historia, no falta mucho para eso.-- 
   
   --Nunca me di cuenta en qué momento creciste tanto.-- Sonrió.
  
   --Bueno, soy mayor que tu, mientras me formaba como mujer tu seguías siendo un crío.-- Bromeó. --Ven, pasa, no quiero que te vayas tan rápido.--
  
   Helaena presentó al príncipe frente al Lord y Aemond pudo notar lo desagradable que se notaba a simple vista. Esperó que su hermana se aleje un poco para dejarle claro que si intentaba hacerle daño o forzarla a lo que sea, Bastión de Tormentas sería roca fundida en lo que cae el atardecer junto con él y sus hijas. Borros era de una casa fuerte pero no tenía el carácter de sus antecesores así que se dejó intimidar por el chico y prometió tratarla como la princesa que es. Entre la guardia se rumoreaba que no era Aemond quien lo atemorizó, más bien fue la legendaria dragona de guerra quien lo intimidó al punto de aceptar todo lo que se le decía, pues Vhagar podía acabar con su casa entera en menos de lo que le tomaba parpadear.
  
   Aemond se quedó esa noche y la siguiente, partió luego de algunos días, cuando supo que su hermana estaría bien. El príncipe se había ido de la capital sin saber que todo se arruinaría definitivamente, no con su partida, mas bien con su regreso.
  
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   Daemon estaba preocupado, la princesa había anunciado su viaje a Dorne pero se llevaría a Rhaenyra. Sabía que la mocosa se traía algo entre manos pero no lograba descifrarlo. Posiblemente le diga que él ayudó a Elisa a escapar pero no tenía prueba alguna de eso en su contra, aunque teniendo en cuenta que su esposa adoraba a la mocosa, le creería lo que sea sin pedir nada que apoye lo que dice.
  
   Tenía que asegurarse que Rhaenyra no se suelte de la correa, no tan pronto.
  
   --¿Qué es lo que la mocosa busca contigo y el grandote llevándolos a Lanza del Sol con ella?--
  
   --No lo sé, Daemon, Alysha suele tener ideas descabelladas, no me sorprende que esta pueda ser una de esas.-- Respondió sin interés mientras se arreglaba el cabello frente al espejo.
  
   --Pero, ¿por qué te llevaría a ti?-- La miró.
  
   --Quien sabe, es impredecible en todo lo que hace menos en odiarte.-- Subió y bajó los hombros. --Deja tranquila a Alysha al menos una vez, la incomodas y lo sabes, solo logras ponerla a la defensiva.--
  
   --Ah, la mocosa se inventa historias en la cabeza, te juro que jamás le di motivos para que me odie o deteste como lo hace.-- Se acercó por detrás y miró su reflejo a través del espejo. --No olvides que tu y yo somos uno, no te guardo secretos y tu no me los guardas a mi, lo que sea que ella te diga, tu debes informármelo.-- Advirtió en tono de amenaza. --Somos uno, Rhaenyra.--
  
   --Claro.-- Giró para verlo y sonrió con nerviosismo. --No te preocupes por eso, te contaré todo lo que suceda en Dorne.-- Besó sus labios pero él no le correspondió, solo la miraba fijo. --Tranquilo.-- Las criadas irrumpieron en la habitación para encargarse de la limpieza y orden, Rhaenyra aprovechó el momento para escapar de su esposo, Daemon tenía demostraciones esporádicas de su otra personalidad, esa que a ella tanto miedo le daba. En ocasiones creía que lo exageraba, que se lo inventaba en su cabeza, en otras, sabía que no era cosa suya y que él estaba siendo claro con sus amenazas.
  
   Daemon estaba cada día menos preocupado por mantener la falsa máscara de príncipe rebelde, poco a poco dejaba salir su verdadera personalidad, algo que la dorniense detectó desde la primera vez que lo vio.    
   
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    --Esto es más complicado que simplemente entrar y tomar a las mujeres como acostumbra a hacer.-- La joven rescatada la miró. --Existen los burdeles y el burdel del círculo más poderoso.-- Señaló un punto en el mapa de la ciudad. --Esas personas pagan por chicas determinadas para tener sexo, torturarlas o matarlas, como usted vio aquella noche.-- Levantó una ceja. --Eso también lo sé, le dije que las paredes hablan.-- Volvió la vista al mapa. --Ese lugar tiene tipos en las entradas y sus amigos son caras más que conocidas, debe enviar a alguien que jamás se haya dejado ver a su lado y, si tiene suerte, puede que no lo maten y las cosas salgan como usted espera.--
   
    --¿Entonces qué haremos? No voy a dejar que esas mujeres sean utilizadas para los más bajos deseos de los hombres.-- Preguntó con enojo. --Pero tampoco voy a exponer a nadie más, si las cosas salen mal cargaré con esa culpa también.--
   
    --Usted se preocupa mucho por un pueblo que no es el suyo y que en algún momento le dará la espalda si puede y les da ventaja.-- Negó con la cabeza. --Puedo conseguirle rostros, personas que harían lo que usted le ordene por una muy buena cantidad de dinero.--
   
    --No voy a contratar a los hombres sin rostro, no confío en ellos y no traeré la muerte antes de tiempo.-- Dijo Aly con molestia, ella jamás deseó cruzarse con uno de estos en su camino, era valiente pero no idiota.
   
    --Perdóneme, princesa, no quise incomodarla.-- La joven hizo una reverencia y mostró un rostro apenado. --Entonces, puedo meterla en el burdel sin que nadie se de cuenta, pasaría por una prostituta más.--
   
    --De ninguna manera.-- Intervino Cregan. --Eso es una locura y expondría a Aly a un peligro innecesario. --
   
    --Pero es la única opción que tenemos.-- Respondió Aly. --No quiero exponer a nadie más, esto es mi causa, Creg.-- Le sujetó la mano y luego volvió a poner su atención en la chica. --Si puedes hacerlo, entonces lo acepto. Ayúdame a mezclarme entre las chicas y traer a Danna conmigo.--
   
    La joven asintió. --Delo por hecho, princesa, nadie sabrá que usted ya está ahí.--
      
    --Entonces, ya tenemos un plan, una vez adentro liberaré las puertas traseras y ustedes entrarán, otro grupo bloqueará la salida principal, no quiero que escapen, si son tan peligrosos debemos acabar con ellos o lo seguirán haciendo en otro lugar donde no pueda cazarlos. Cregan, consigue hombres, mataremos a todo el que se nos cruce, será la mayor masacre que desataremos pero voy a traer a Danna conmigo.-- Ordenó antes de salir.
   
    El norteño tenía miedo, pero no por él, más bien por dejarla sola ahí dentro. Cregan siempre velaba por ella y esta vez algo olía mal, no podía ser tan fácil si era tan peligroso.
       
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    Para cuando la noche cayó, Aly estaba dentro del burdel, tal como se lo prometió la misteriosa joven, pero Cregan no estaba tan convencido, mientras esperaba afuera por una señal de ella, en ningún momento soltó su hacha, estaba listo para atacar. Se lo notaba ansioso, nervioso, no confiaba en esa joven pero Alysha estaba tan decidida a liberar a Danna que no dijo nada porque sabía que no iba a escucharlo.
   
    --Cálmate, ella estará bien.-- El Sir intentó darle la tranquilidad que le faltaba.
   
    --Si algo sale mal y no puedo entrar para ayudarla, yo...--
   
    --¿Sabes por qué aceptó infiltrarse?-- Lo miró. --Porque sabe que si algo le pasa, tu irás por ella. No importa qué pase, ni a quien enfrentes, irás tras su sombra y la rescatarás de donde sea.--
   
    Cregan suspiró y asintió. --Ella sabe que lo haré, haría lo que sea por Alysha.-- Con el dedo pulgar acariciaba la cicatriz de su otra mano, era una costumbre adquirida desde que no la veía, durante todos esos años lo hacía para sentirse más cerca de ella.
   
    --Hace lo mismo que tu.-- Sonrió.
   
    Cregan lo miró. --¿Qué cosa?-- Preguntó sin entender.
   
    --Acaricia la palma de su mano en donde tiene la misma cicatriz.-- Le señaló. --Supongo que piensa mucho en ti. Tienen demasiadas cosas que resolver entre ustedes dos como para que algo salga mal hoy.-- Se levantó y caminó hasta la puerta trasera del burdel.
   
    --¿Qué haces?-- Se alarmó el Lord, iba a arruinarlo todo.
   
    --Conozco a mi niña como si fuera la hija que nunca tendré. Si mi cuenta regresiva no falla, aparecerá bañada en sangre y abrirá esta puerta en cinco, cuatro, tres...--
   
    El picaporte hizo un chirrido y la puerta se abrió lentamente, era pesada. Tal como predijo, Aly apareció llena de sangre y con una sonrisa. --Fue más fácil de lo que esperaba, Sir, ¿puede creerlo?--
   
    Arryk miró a Cregan. --Te lo dije, la conozco.-- Le revolvió el cabello a la princesa. --Esa es mi niña.--
   
   Rápido y en silencio, comenzaron a entrar todos, primero Arryk y luego Cregan, detrás de él sus hombres, el grupo que el Sir tenía había bloqueado la salida principal desde afuera, por lo que nadie iría a ningún lado sin que la princesa lo permita. 
  
    Comenzaron a mezclarse entre los clientes, Cregan fingía llevarse a Aly a una de las habitaciones cuando una voz los detuvo en seco.
   
    --Bienvenida, princesa Alysha, a mi humilde negocio.-- El sonido de esa voz era tan desagradable como el lugar que le pertenecía.
   
    Cregan tomó su hacha y puso a Aly detrás suyo.
   
    --Vaya... los invitados se pusieron algo hostiles, no creo que sepan agradecer la hospitalidad.-- Uno de los tipos quiso acercarse y el norteño se le puso en frente.
   
    --¿Sabe por qué está aquí, princesa?-- El dueño del lugar le sonrió. --Porque fue vendida como prostituta, ahora me pertenece.--
   
    Cregan tensó la mandíbula, él estaba controlándose, Aly se mantenía serena.
     
    --Me temo que eso es un error porque hoy se acaba su negocio.-- Respondió ella.
   
    --No lo creo, pagué una fortuna por usted, ella me dijo que vendría a mi sin poner resistencia alguna y tenía razón, mire, vino por su propia voluntad. Solo tenía que dejar entrar a su amante y el perro guardián con la capa blanca para acabar con ellos y luego poder sacar provecho del gran negocio que hice. Debe admitir que la chica supo mentir muy bien, tengo a todo su grupo en mi poder ahora..--
   
    --¿Usted cree que esto es una emboscada?-- Aly sonrió.
   
    --Tengo a mis mejores hombres aquí y ustedes están atrapados con nosotros.-- Le respondió con la misma sonrisa.
   
    --Oh, creo que usted no entiende como son las cosas... son ustedes los que están atrapados con Cregan y no al revés.-- Esta vez su sonrisa estaba llena de maldad. Se acercó al norteño y le acarició el brazo. --Dígame algo antes de morir, ¿dónde está ella?-- Aly lo miró.
   
    --¿La mujer que la vendió? No lo sé, segur...--
   
    --Sé quien me vendió, no soy estúpida, sabe de qué mujer hablo.-- Le interrumpió.
   
    --Debería desistir de esa búsqueda, cuando mate a su perro rabioso del Norte y al maldito capa blanca me la llevaré de aquí, terminará haciendo lo mismo que todas aquellas mujeres que liberó.-- Negó con la cabeza. --Pero si es una buena chica,-- Sonrió de lado. --quizás la vea cuando compartan burdel, hasta puede que les ordene brindar servicios juntas, tengo client...--
   
    Un ruido seco espantó a los presentes, el hacha de Cregan se había clavado en la frente del tipo, acto que hizo a todos retroceder. El norteño caminó hasta él y lo empujó al suelo, puso un pie sobre su pecho para ejercer presión y poder quitar su arma incrustada fuertemente en el cráneo del tipo, dejando un enorme charco de sangre al quitarla. Metió la mano en su boca y con ayuda de su daga le cortó la lengua, lanzándola a los pies de los hombres de este. Se puso de pie y los miró. --¿Alguien más tiene algo que decir?-- Nadie decía nada, todos lo miraban espantados por la frialdad con la que actuó, era despiadado.
   
    Cregan jamás dejaría que algo le pase.
   
    Rompiendo el silencio, una joven bajaba las escaleras con dificultad, chocándose contra la baranda, haciendo un esfuerzo por no errarle a los escalones. Tenía el abdomen lleno de sangre, le caía por las piernas, lo que le hacía resbaladizo cada paso. Aly corrió a ella y la sostuvo antes de que pierda la estabilidad.
   
    Arryk subió corriendo las escaleras solo para ver con sus propios ojos que lo que tanto temía. Pateó una puerta por la rabia y volvió a las escaleras. --Princesa, los hombres de las habitaciones escaparon, pero mataron a las jovencitas, a todas.--
   
    Aly sollozó. --¿Y Danna?-- Preguntó con la esperanza de que le diga que no estaba ahí.
   
    El Sir negó con la cabeza. --Lo lamento, mataron a todas las chicas antes de irse, hay una joven de cabello rojizo entre las asesinadas.--
   
    Ella asintió y se mordió el labio para contener el llanto. --Cregan,-- Él la miró. --mátalos a todos, quiero oírlos sufrir.-- No fue necesario decirlo dos veces, mientras ella le acariciaba el cabello a la joven que agonizaba, la masacre más sangrienta se daba a su alrededor. Haciendo un gran esfuerzo señaló la puerta al final del pasillo.
   
    --Llévame a casa...-- Fue lo último que dijo antes de cerrar los ojos y no volver a abrirlos jamás.
   
    La dorniense dejó un beso en su frente. --Prometo llevarte de regreso.-- Susurró dulcemente antes de, con delicadeza, dejar su cuerpo sobre las escaleras y ponerse de pie. Sea lo que sea que había detrás de la última puerta del pasillo, quería que Aly lo viera, y a eso iba. A mitad de camino un tipo la empujó contra la pared y la tomó del cuello mientras le decía que se muera y que todo esto era por su culpa. Le dio un golpe con la rodilla en su entrepierna y logró que la suelte pero rápidamente volvió a cargar contra ella, tirándola al suelo, Aly le pateó el rostro antes de pueda subirse encima suyo, sacó la daga de su manga y se la enterró en el ojo varias veces pese a que ya estaba muerto. --Muérete de una vez, maldito hijo de puta, prometo buscar a los de tu clase en el otro lado para seguir siendo su pesadilla.-- Se puso de pie mientras se limpiaba la sangre que le había salpicado, logrando ensuciarse peor. Ahora sí, tenía el camino libre para avanzar hasta la puerta. Ya no esperaba a Danna pero sea lo que sea que haya, deseaba que valga la pena toda la masacre que se estaba dando por orden suya. Cada paso que daba le aceleraba el corazón, sostenía la daga en su mano por si debía matar a alguien más, y cuando entró la habitación estaba vacía... nada. Comenzó a buscar por en cada rincón de esta  pero no había rastro de algo importante, no había mas que una cama desarmada y una mesa con un jarrón de vino con dos vasos de barro cocido. Aly empezaba a frustrarse, lanzaba las cosas con violencia, más que nada era un descargo de furia, estaba cansada de ver mujeres asesinadas por tipos y que la gente lo tome como algo normalizado, estaba cansada de que se salgan con la suya pese a que ella les da pelea, estaba cansada de que cada vez que daba un paso hacia Danna retrocedía tres y ahora le había fallado, no llegó para salvarla, nunca pudo cumplir con su promesa, seguramente la esperó. Se sentó en el suelo y apoyó la espalda contra la pared, estaba cansada pero eso no significaba que dejaría su causa. Pensaba en la pelirroja cuando un objeto brillante llamó su atención debajo de la cama, era lo más parecido a una manija de bronce. Se apresuró a correr la cama y sus esperanzas regresaron, no sabía por qué, pero sabía que ahí había algo que valía la pena. Cuando liberó el espacio encontró la puerta de un sótano, uno de esos cuartos donde algunas familias almacenan alimentos o vino. No creía en nada, pero se encomendó a los dioses y les pidió su ayuda. Abrió la puerta y lo primero que la recibió fue una cabellera rojiza... era Danna, era su chica. Aly sintió que el corazón volvía a latirle, sus ojos se llenaron de lágrimas y no dudo en meterse con ella para abrazarla, siquiera pensó que podía ser una trampa o algo, simplemente lo hizo.
   
    --¿Viniste a rescatarme?-- Sollozó la mujer, Aly asintió en silencio sin soltarla de su abrazo. --Nunca perdí la fe en ti.-- La abrazó más fuerte. 
   
    --Aún si perdía todo lo que tengo en buscarte, lo iba a hacer de todas maneras.-- Acunó su rostro.
   
    Aly había encontrado a la única persona que le juraría lealtad y cumpliría con su palabra. Danna sería para ella el ser más amado, su hermana, su otra mitad, esa persona con la quien no son necesarias las palabras para entenderse.
   
    Alysha Martell y Danna Roth tenían pasados muy diferentes pero un futuro lleno de sangre que las uniría para siempre.
   
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    La noche de la futura gobernante de Dorne no acababa con el hallazgo del tesoro rojo, todavía quedaba algo más por hacer.
   
    Si algo caracterizaba a la princesa era que muy de a poco comenzaba a perder la sensibilidad hacia todo. Con el paso de estos siete años, desde que peleó en la batalla de Invernalia a sus diez, se decepcionó tanto del mundo que podía esperar lo peor de cualquiera que la rodee, por lo que, cuando supo que la joven que tanto la ayudaba solo fingía hacerlo, no dudó en cobrarse la deuda...
   
    --Creo que te vas con las cuentas sin saldar, aún tienes una deuda conmigo.-- Aly apareció detrás de ella.
   
    --Princesa.-- Pasó saliva, buscó más gente pero solo estaban ellas dos.
   
    Al parecer, la mujer esperaba la siguiente embarcación que la saque de la capital, tenía solo un bolso con el dinero por la traición y un velo que le cubría la cabeza.
   
    --Debí dejar que te sigan usando como agujero de descarga.-- Escupió con asco, le costaba controlarse, algo cada vez más común en ella. --Perra traidora.-- La joven retrocedía a medida que la princesa avanzaba.
   
    --Perdóneme, se lo ruego, necesitaba el dinero para mi familia.-- Suplicó entre lágrimas.
   
    --Y no se te ocurrió mejor forma de conseguirlo que convirtiéndote en lo que te trajo hasta aquí.-- Tensó la mandíbula. --Por tu culpa fueron asesinadas cinco mujeres, cinco mujeres que ansiaban ser liberadas. Todas tenían la esperanza de volver a casa con sus familias, no eras la única... maldita desgraciada.--
   
    --Tengo una madre enferma, hermanos que alimentar.-- Negó con miedo, no era tonta, sabía que si la princesa estaba ahí era para hacerle daño.
   
    --Tu madre, si es que existe, seguirá enferma, y tus hermanos sin pan sobre la mesa.-- Le dio un golpe en la cabeza lo suficientemente fuerte como para desmayarla y allí comenzó la terrorífica venganza de Aly.   
   
    Para cuando la joven despertó, tenía los pies atados con nudos muy ajustados, la piel se le lastimaba en cada roce, sus manos estaban sujetas con otra soga a la bolsa con monedas de oro que tanto cuidaba.
   
    --No...-- Negaba con la cabeza mientras veía sus pies sujetos a rocas pesadas.
   
    --Oh, sí.-- Sonrió Aly.
   
    --Quédese con todo, pero déjeme ir, se lo ruego.-- Comenzó a llorar desesperada. Aly rió y la miró. --¡Ayuda! ¡Ayúdeme, por favor!-- Gritó con todas sus fuerzas pero Aly le tapó la boca.
   
    --Cuando estés a metros y metros de profundidad y sientas todo el peso del agua sobre ti, cuando te desesperes porque no puedas moverte, no puedas nadar hacia la superficie y todo lo que veas a tu alrededor es agua oscura llena de cosas desconocidas, cuando tus pulmones se llenen de líquido y te arda por dentro, cuando te estés ahogando... recuerda que la bolsa que abrazas forjó tu destino. Vas a morir con ella y tu familia perecerá en la miseria, sin saber jamás sobre ti.-- Se acercó para verla a los ojos. --Quizás alguna bestia de las profundidades te devore antes de tocar fondo, pero si llegas al fondo, quiero que pienses en mi cuando el agua salada te aplaste los órganos.-- Le dio un fugaz beso en los labios. --Deuda saldada.-- La empujó por el borde y se paró a ver como se hundía, no pudo ver mucho, pues la oscuridad de la noche le impedía tener más de la placentera vista pero se conformaba con saber que posiblemente estaba muriendo de miedo ya, antes de que algo la devore o toque fondo. Al cabo de un par de segundos se dio la vuelta y regresó a la Fortaleza, tenía una enorme sonrisa en sus labios, la venganza era la parte que más disfrutaba.
   
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    Rescate, venganza y promesa, esa última era el pendiente de Aly.
   
    Le había costado mucho dar con la identidad de la joven que le pidió volver a casa pero lo había logrado, encontró a su familia. Se había encargado de darle los honores correspondientes y a las cinco jóvenes asesinadas las envió a Dorne, era la forma más digna que encontró para honrarlas, siendo sepultadas como Hijas del Sol. Alicent le cuestionó el compromiso con prostitutas desconocidas pero ella la ignoró por completo, no utilizaba la riqueza Hightower para esto, era la suya propia.
   
    Danna se ofreció a llevarla con la familia de la joven, pues en el tiempo que pasaron juntas pudieron hablar sobre sus vidas robadas, la pelirroja no tenía mucho que perder pero la otra joven sí... iba a casarse con el hombre que amaba, ayudaría a su madre con algo de dinero y tendría dos hijos y una bonita casa, ese había sido su sueño, su vida planeada, su pequeña y sencilla vida perfecta.
   
    Cuando Aly se hizo presente, todos los desembarqueños se acercaron a ver. La chica estaba desaparecida y tan cerca de los suyos que daba rabia. Una anciana con rostro arrugado y triste la recibió, cosa que le hizo un nudo en la garganta y le impidió hablar.
   
    --¿Usted es la madre de Sarah?-- Preguntó Danna, la anciana asintió. --Crió una hija hermosa y fuerte que nunca dejó de luchar por volver a casa.-- Soltó varias lágrimas. --Me hubiera gustado que ella nos presente.-- La abrazó al ver que la viejita comenzó a llorar al entender por qué estaban allí.
   
    Aly se quedó paralizada, sentía que esa muerte fue su culpa, si tan solo las hubiera liberado antes...
   
    --¿Tú eres la princesa de las arenas?-- La anciana se acercó a Aly, quien asintió avergonzanda. --Siempre tuve la esperanza de que la traigas de regreso a casa.--
   
    --Perdón.-- Aly lloró. --Le fallé a usted y a su hija.-- Se culpó y la señora negó.
   
    --No me fallaste, la trajiste de regreso a mi.-- Le besó las manos. --Mi niña ya está en paz, puede descansar donde nadie más le hará daño, tu la liberaste.-- La miró con ojos llenos de amor y Aly sintió que su corazón se partía un poco más.
   
    De la entrada a la casa salio un joven, no tenía más de veinte años. --Doña Ether, ¿quienes son estas personas?-- Se acercó mientras limpiaba sus manos con un trozo de tela, al parecer estaba arreglando algo.
   
    --Es la princesa Alysha y trajo a mi niña.-- Con todo el esfuerzo que significaba a su edad, se arrodilló frente al cuerpo de su hija, envuelto en telas bordadas en oro dorniense y dejó un beso en su frente, cubierta por esta.
   
    --¿Qué?-- Dijo mirando el cuerpo en el suelo. --No es cierto... no es posible.-- Se acercó y comenzó a llorar. --¿Acaso esta burlándose de nosotros?-- El chico miró a Aly. --¡Se suponía que debía traerla con vida! ¡Usted es una mentirosa! ¡Es una farsante!-- Comenzó a gritarle entre llantos.
   
    --Ella no tiene la culpa, cariño, mi Sarah resistió tanto como pudo.-- La anciana acariciaba el cuerpo de su hija por encima de la tela que la envolvía, intentaba hacerle saber que ella la seguía amando, donde sea que estuviera ahora.
   
    --¡No es cierto! Promete que liberará a nuestras mujeres pero las regresa muertas, ¡perra mentirosa!-- Quiso acercarse a ella pero Cregan se puso en medio.
   
    --Cálmate o te calmaré yo.-- Lo empujó.
   
    --Fuera de aquí, no los necesitamos... ¡Fuera!-- Gritó enardecido.
   
    Aly asintió, no quería provocarles mas dolor. Antes de irse se acercó a la anciana y dejó en sus manos una bolsa con monedas de oro dorniense, eran de las más valiosas debido a su pureza. --Sarah deseaba cuidar económicamente de usted, permítame cumplir con su deseo.--
   
    --No nos va a comprar con su sucio dinero, llévese esa bolsa porque no la necesitamos.-- Le gritó frente a todos.
   
    Cregan lo sujetó del cuello de la camisa y se acercó a él. --¿Qué mierda hiciste tu para liberar a tu mujer de esos tipos?-- Preguntó en voz baja y lo soltó bruscamente, el chico quedó en silencio.
   
    --Le prometo que jamás le va a faltar algo, no pude traer a su hija con vida pero voy a cumplir sus sueños en su nombre.--
   
    La anciana volvió a besarle las manos. --Gracias, mi niña. No le hagas caso a Robert, está herido, muy lastimado por Sarah.--
   
    Aly asintió. --No se preocupe, yo entiendo eso.--
   
    Sin responder a ninguno de los insultos del joven, Aly se retiró en silencio del lugar, lo hacía por respeto a Sarah y su madre pero en el fondo le dolió como una puñalada todo lo que el chico le dijo porque lo sintió cierto, lo sintió justo.

 𝘍𝘪𝘳𝘦 𝘖𝘯 𝘍𝘪𝘳𝘦[En edición] ۞ Targaryen - Martell - StarkWhere stories live. Discover now