Capítulo 64

44.2K 2K 373
                                    

Rafaella.

Ayer hable con Thiago por teléfono, dijo que hoy vendría al amanecer y me pido que por favor le tuviese el desayuno listo por lo que he decidido pedirle uno de sus tantos desayunos favoritos.

Hace una semana que regresamos de la luna de miel y a pesar de eso no he tenido oportunidad para reunirme con mis amigos, salvo con Verónica a quien veo constantemente por el trabajo.

Máximo está entrenando como todos los malditos días, porque ya hemos tenido suficientes vacaciones y según él, no habrá más descanso.

Se abren la puertas del ascensor y por fin logro ver a mi chico de ojos verdes, trae a su hijo por delante de el, por ende me es imposible lanzármele encima.

Su rostro se ilumina cuando desliza una mirada por mi rostro.

-Follar te sienta bien, Amore.-me rio con un cosquilleo en mi abdomen.

-Idiota...-¿Cuándo pensabas venir a verme?

Ahora ya no tiene tiempo para mí, el jodido Steffano lo consume en su totalidad.

-Tengo una petrolera y un buffet de abogados que dirigir.

-También soy importante.-protesto.

-No he dicho lo contrario.

-Parece.-hago un puchero con los labios.

Trae a su hijo en esos típicos asientos de autos para bebes, lo deja sobre el sillón y se acerca con pasos lentos y dramáticos a abrazarme, cree que esta andando a cámara lenta.

Es un tonto.

Me rodea por completo y su perfume me embriaga tanto que cierro los ojos al sentir su cercanía, sus brazos descienden hacia mi cintura y me levanta en el aire, girando conmigo a cuestas.

-Como en las películas.-me dice con una sonrisa.

-Como en las películas.-repito imitándolo.

Me coloca sobre piso firme y me acerco a ver a su hijo, está completamente dormido, además de estar más grande y más gordo, se ve que lo están alimentando bien.

Regreso a mirar a mi amigo que está echándole un ojo a lo que tengo listo en la mesa del comedor.

Parece que al menos su vista está completamente satisfecha con lo que ve porque se relame los labios.

-Huevos revueltos con jamón y queso.-me mira asintiendo con aprobación.-No esperaba menos de ti.

-¡Ey!-lo detengo cuando intenta tomar un pan.-A entrenar primero.

-Ya sabía. Solo para eso me llamas.

-Eres el único que golpea sin piedad.

-Gracias por insinuar que solo te sirvo para eso.-a regañadientes busca su ropa de deporte en el bolsón para bebes que trae.

Tiene más ropa de él que de su pequeño hijo.

-¿No se supone que el bolsón es de Steffano?

-La plata es mia y Steffano también, así que todo lo de aquí.-señala en dirección a lo que le indico.-Es mío.

Ruedo los ojos para que él lo pueda ver. Es detestable.

Nos movemos al centro de entrenamiento que tiene Máximo en el pent-house y logro verlo golpeando con ensoñación un saco de box.

¿Cuál es el daño que te han hecho, cariño?

Se me escapa una sonrisa producto de ese pensamiento que me atraviesa.

IMPERIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora