Capítulo 11

107 30 14
                                    

Azzio miraba receloso a la cobriza, ella apenas le ofreció una mirada, tenía esta sonrisa flaqueante en sus labios

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Azzio miraba receloso a la cobriza, ella apenas le ofreció una mirada, tenía esta sonrisa flaqueante en sus labios.

—¿Ocurre algo? —Preguntó.

El ojiverde se rascó la ceja, pensativo. Aunque estaba molesto se repetía que aquello no era la prioridad. —Te he estado llamando, te envié varios mensajes. No te estaría insistiendo de no ser importante.

—No he revisado el móvil. —Hizo un ademán para restarle importancia. —Y justo iba a salir, tal vez podamos hablar luego...

Él negó. —¿Me estás escuchando acaso?

—¡Bien, Azael! ¿No puedes dejarme en paz así sea un segundo?

Retrocedió solo un paso, como si sus palabras le hubieran abofeteado, en parte así fue. —Alessia...

Ella siseó. —No. Estoy cansada de que no entiendas las indirectas, te estoy pidiendo espacio, me sería más fácil lidiar con mis cosas de no tenerte merodeando a mi alrededor como un buitre.

No respondió. Alessia nunca se comportaba así, y Azzio estaba demás de cabreado, le miró sin reconocerla, era su Alessia pero tenía días comportándose totalmente diferente.

Los ojos castaños parecían ser los mismos, pero carecían del brillo que siempre había notado, de la mirada dulce que solo podía esfumarse cuando estaba triste.

¿Estaba pasando algo más? o...Todo era su culpa.

Pero aún así, podría ser posible lo que estaba pensando; Su mente viajó a la foto de la mujer, al caído que aclamaba que Alessia era su madre.

Estaba desconfiando de la cobriza. ¿Y si faltaba de nuevo acusándola? Ella no le perdonaría.

Entonces la chica suspiró, inflando su pecho expuesto por la camisilla de tirantes. Se veía irritada por el silencio. La vista de Azzio se instaló ahí.

—...Alessia, ¿Dónde está el crucifijo?

—¿Crucifijo?

—Si, no lo traes puesto, ¿dónde esta?

—Yo...—Su voz se apagó. —Está guardado, no quiero perderlo.

Se notaba en sus ojos la rabia contenida, sin duda quería salir de ahí, tenía que irse o sospecharían de ella, para este momento Graciel seguramente ya había dejado ir a su copia inservible. Tenía lo que necesitaba, eso significaba largarse cuanto antes.

El moreno la tomó del brazo, el calor de su toque hizo que le viera a los ojos.

—¿Qué está ocurriendo?

El ángel bajo su mano hacia la cintura de ella, aprisionándola a un lado de la puerta, sentía el palpitar del crucifijo en sus oídos, como si este le estuviese advirtiendo algo, al contrario de como acostumbraba, Alessia no le miró los labios, no se sonrojó, se mantuvo estática por un segundo, el frunció el ceño, dejando que su agarre se debilitara.

Ángel de Sangre: El Pacto Final ©Where stories live. Discover now