Capítulo 01

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——————✷"El"✷——————

"El arte es para consolar a
aquellos que están rotos
por la vida"

Mi mañana comenzó siendo un caos. Cuando desperté, lo primero que encontré fue el desastre que Jako hizo en la sala, así que tengo que limpiarlo antes de que mamá lo vea y me eche de la casa con todo y perro.

Jako es un perro Sharpei de tres meses que me regaló mi tía y mi prima hace unas semanas. Desde entonces, mi mamá me regaña todos los días por algo que Jako hace.

Después de terminar de limpiar, le doy de comer a Jako y subo a mi habitación para bañarme, ya que en un rato tengo que ir a mi clase de baile.

Comencé a bailar a los 14 años, ya que eso me ayudaba a desahogarme y olvidar mis problemas. Cuando bailo, siento que todo simplemente desaparece, y eso es lo que amo de bailar.

Salgo del baño y escucho ruidos en la sala, por lo que supongo que mamá ya llegó del trabajo. Iris es enfermera en uno de los hospitales más grandes de Londres, por lo que trabaja demasiado. Al bajar para almorzar, tocan la puerta.

—¡Yo abro, mamá! —grito mientras camino hacia la puerta, ya que estoy cerca.

—No, yo abro —dice mamá cuando va por la sala, pero yo no le hago caso, ya que estoy en la puerta —Hebe, no abras...

Se calla cuando abro la puerta y lo... lo veo allí parado enfrente de mi puerta, como si nada, y al instante mis ojos se llenan de lágrimas. Me mira fijamente con expresión neutra.

—Hebe, hija... yo lo siento —dice Iris detrás de mí con voz triste, pero yo solo puedo ver al hombre que está enfrente de mí. Solo puedo ver a "él".

"Él" es Isaías Ibsen, mi papá, quien me abandonó cuando yo tenía once años. Nunca supe por qué se fue, ya que papá siempre tenía viajes de negocios. En su último viaje tardó más de lo acostumbrado. El día que regresó peleó con mamá y esa vez fue la última vez que lo vi... hasta ahora.

Él se pasea como si estuviera en su maldita casa, como si hubiera estado aquí desde hace años. Yo lo sigo y no sé cómo me siento. Siento ira, enojo, tristeza y algo que no puedo identificar.

Cuando Iris está por hablar, Isaías la interrumpe:

—Hebe vas a ir a vivir a Los Ángeles —¿Qué demonios? Seguro no escuché bien —Conmigo.

Eso me toma tan por sorpresa que tardo en contestar. Él me abandonó y ahora regresa para hacer que deje a mis amigos, mi familia, a mi novio.

—¡Claro que no! ¡Tú no puedes desaparecer siete años y volver como si nada hubiera pasado! ¡Para intentar entrar en mi vida!

—¡Me importa una mierda si quieres o no! —Iris no dice nada, y eso me duele. ¡Ella lo odia! Igual que yo —Así que sube a empacar tus cosas, porque nos vamos en dos horas.

—¿Crees que puedes desaparecer siete malditos años? — me odio por llorar frente a él, por llorar por él —¿y llegar como si nada a llevarme a vivir contigo?

»¡Después de olvidar que tienes una hija! —sin darme cuenta bajo la voz— De olvidarte de mí, de negarle a una niña el poder estar con su papá —quiero parar de llorar pero ¡no puedo!— después de no estar cuando yo te necesité, de no estar para mis cumpleaños y navidades ¿pretendes entrar en mi vida como si nada? Pues no te lo voy a permitir, yo ya no te quiero en mi vida y menos irme a vivir contigo, me decepcionaste hace siete años, así que no. —no me duele decir cómo me siento, me duele que él no ha quitado su máscara de indiferencia y así me demuestra una vez más que yo no le importo.

Mi Vida, Mi Destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora