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La semana faltante para la citación pasó a una velocidad cegadora, Kanna optó por un atuendo formal para ir a la primera audiencia de custodia. Sin embargo, por más que llevó a sus abogados y se preparó para lo peor, se encontró con la sorpresa de que Juromaru había retirado la demanda horas antes.

Nadie lo entendía. Ella no lo entendía. Pero lo único que se le ocurrió fue llamar a su hermano para intentar obtener un poco de claridad al respecto.

—¿Tú tuviste algo que ver? —indagó sin rodeos.

—Quién más, sino yo —Sesshomaru sonaba orgulloso de los resultados.

—¿No hiciste nada ilegal, cierto? —susurró apartándose de los abogados y de las personas que se encontraban en los alrededores.

—No. Tu exmarido solo quería dinero —explicó su hermano.

—Eso quiere decir que se lo diste.

—Así es —confirmó—. En este momento debe estar tomando un vuelo a Bután o algún lugar exótico del medio oriente. No lo sé, no le pregunte.

—Sesshomaru, gracias por esto —le agradeció sintiendo que todo comenzaba a resolverse.

—De nada.

—¡¿Espera?! ¿Dijiste Bután? —se alarmó al darse cuenta de que si Juromaru se iba, entonces los niños ya no recibirían sus visitas esporádicas.

—Sí, yo qué sé—le quitó importancia.

—Eso quiere decir que ya no verá a los niños.

—Kanna, ellos deben ser fuertes —habló con calma—. ¿Después de todo para que quieren tener a un padre aprovechado en sus vidas?

—Pero no puedo decirles eso…

—Por supuesto que no. Invéntate algo, diles que se fue por un trabajo, aunque no sea cierto. Con el tiempo lo olvidarán, estoy seguro de eso.

—No creo que lo hagan, Sesshomaru. Es su padre y a pesar de todo lo quieren…

—Pero esto es lo mejor, Kanna. Así que no hay espacio para el arrepentimiento. Además, a Juromaru no le importó venderlos como ganado.

—¡Es un malnacido!

—Desde luego que lo es. Por eso lo mejor es que esté lejos.

Kanna le dio la razón a su hermano y colgó la llamada, antes de salir del juzgado para dirigirse a su casa.

[...]

Era muy tarde, pero a pesar de la vergüenza de interrumpir el sueño de la niñera, no le quedó más opción que marcar el número de Rin. Afortunadamente, le atendió de inmediato y se mostró muy amable a pesar de las altas horas.

—Estaré allá en seguida.

—Por favor, Rin, no le comentes nada de esto a Sesshomaru —pidió. Acababa de tener un problema con Muso y lo último que quería era que su hermano se enterará.

Kanna sabía que Sesshomaru era muy explosivo, por lo que la idea de que se involucrara en todo este asunto, le preocupaba demasiado.

—Ah, el señor Sesshomaru —tartamudeó ella—. No se preocupe, señora Kanna, a partir de hoy ya no trabajo para su hermano.

—Oh —se sorprendió de inmediato—. ¿Puedo preguntar qué pasó?

—Diferencias con el señor Sesshomaru —fue su simple contestación.

—Está bien, entiendo. Mi hermano puede ser muy difícil, en ocasiones —la tranquilizó, mientras a su mente llegaba una brillante idea—. ¡Rin! —dijo a los pocos segundos con emoción—. ¿Qué te parece si trabajas ahora para mí?

Corazón sobre ruedas | SesshrinOnde histórias criam vida. Descubra agora