Capitulo 12

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Una serie de exclamaciones quedas se extendió como una ola entre los presentes que comprendían las ramificaciones de aquella afirmación, y varias de las miradas saltaron a Mason Una fina capa de sudor afloró a la piel de Vienna e hizo que se le pegara el vestido. Tenía ganas de vomitar. Al parecer, Pederson confundió los horrorizados respingos de la audiencia con entusiasmo por el descubrimiento, así que empezó a relatar la historia de la gema.

-Como muchos sabrán, el collar de diamantes que tenemos aquí esta noche se hizo famoso cuando pertenecía a Nancy Cavender, que lo encargó a Cartier. En su tiempo era una figura resplandeciente, todo un icono. Por supuesto, el collar era su accesorio principal en todos los grandes acontecimientos y también lo llevaba la noche en la que murió trágicamente.

Una anciana que había a pocos pasos musitó:

-Decapitada, ¿sabéis? Encontraron el collar colgado de un árbol.

Vienna estaba a punto de desmayarse. Dio un paso atrás y se apoyó en una de las columnas que decoraban el estrado. Era de cartón piedra y se tambaleaba todavía más que ella. En la peor de sus pesadillas, el diamante pertenecía al expolio nazi. Ni se le había pasado por la cabeza que su familia hubiera tenido algo que ver en su nefasto pasado.

-El collar se fabricó con un diamante enorme descubierto en Sudáfrica en 1867 -siguió narrando Pederson, encantado de monopolizar la atención de todos-. El señor Isaac Asscher de Ámsterdam talló la piedra en bruto en dos piezas. Una fue el Afrodita, un diamante redondo en poder del jeque Ahmad Fitaihi; la otra fue la magnífica pera perfecta que tienen ante sus ojos, que el señor Hugo Cavender compró para su esposa. Cuenta la historia que el señor Cavender quería la piedra redonda más grande, pero tuvo que conformarse con estos treinta y seis quilates, más, claro está, los varios cientos de quilates extra de las piedras más pequeñas que finalmente se utilizaron para crear el collar.

El último comentario fue recibido con un tintineo de risas.

-¿Está usted diciendo que este diamante es Le Fantôme de I'Amour? -La pregunta de Mason rebotó por la sala como una bala perdida. La mujer clavó en Vienna una mirada acusadora.

-Sí, ese fue el nombre que se le dio originalmente a la pera. El Fantasma del Amor -tradujo del francés el comprador de De Beers-. Pero era demasiado difícil de deletrear para nuestros estimados amigos de la prensa, así que cuando Nancy Cavender empezó a lucirlo en público, el collar empezó a ser conocido como los Diamantes de las Cavender.

 -¿Cómo se hicieron los Blake con él? -preguntó Mason sin andarse por las ramas.

El hombre de De Beers pareció desconcertado.

-Por desgracia no puedo revelar detalles de las transacciones de nuestros clientes, así que no puedo ayudarla, señorita...

-Cavender.

Todas las cabezas de la sala se volvieron hacia ella. Buffy, anticipando problemas, se adelantó a toda prisa.

-Una historia fascinante. ¿No es maravilloso: un diamante con pasado, especialmente uno que conecta a dos de las familias más prominentes entre nosotros?

Los invitados aplaudieron y alargaron la cabeza para ver cómo reaccionaba Vienna, pero Buffy indicó al pianista que empezara a tocar una pieza suave, le dio las gracias a Pederson, recordó a todo el mundo que la gala benéfica de los Whitney era en dos semanas y luego se llevó a Mason. Vienna decidió disculparse y marcharse de la fiesta pronto, pero, antes de poder excusarse, el representante de De Beers la llevó a un rincón.

-Señorita Blake, acabo de hablar con el presidente de nuestra delegación de América de Norte. Se preguntaba si su familia nos daría permiso para exhibir el collar.

El jardín oscuro.Where stories live. Discover now