Realidad Engañosa - Abigail Ssyhakar

5 0 0
                                    


– ¿En dónde estoy?

– ¡Mamá!...

Estela subió lo más rápido posible las escaleras –María ¿Te sientes mejor?

– ¿Quién es usted?, ¿Quién es María?

– Soy tu madre, hija, y María, eres tú– respondió Estela – Ese golpe en la cabeza te afectó...

– ¿Qué golpe?

– Caíste del camión y golpeaste tu cabeza, no creí que fuera grave... mm... ahora veo que me contradigo.

– Vaya... lo último que recuerdo es haber estado leyendo un libro, solo que su nombre no llega a mi mente – dijo María, mientras tocaba su cabeza, dolorida.

– Ya lo recordarás...– afirmó su madre – por el momento descansa mañana será un día largo.

María hizo caso y descansó hasta la mañana siguiente.

Ese día, fue por primera vez a su nueva escuela, estuvo toda la mañana distraída no pudo dejar de pensar en el libro, palabras y nombres venían a su cabeza...

Recordando poco a poco, esa magnífica obra que la llenaba de curiosidad. Gaspar. Víctor. Manos. Elefante. Todas estas palabras acompañaban su pensamiento.

El día había terminado y volvió a casa. Cuando llegó encontró a su padre, uniformado, no le pareció muy extraño ya que había visto a varios hombres con la misma vestimenta cuando venía de regreso.

El día transcurrió normal, nada raro o que llamara su atención sucedió.

Se acostó a dormir; entre sueño y sueño, escuchó un grito, y varios disparos, en ese momento su madre entró para alejarla de la guerra ocurrida afuera. Se abrazaron y se quedaron así por un momento, que pareció eterno.

– ¿Qué pasa mamá?, ¿Qué son esos disparos? – preguntó María con temor.

– Nada hija, vuelve a la cama, todo va a estar bien.

Pese a la curiosidad, ella obedeció, pero sabía que ese episodio no se borraría tan fácilmente.

A la mañana siguiente ante su curiosidad hizo una única pregunta:

– ¿Qué está pasando?

María era pequeña, pero no lo suficiente como para no comprender la situación. Habló Ricardo, su padre:

– ¿A qué se debe la pregunta hija? – dijo Ricardo con aires de autoridad

– A lo que pasó noche, ¿No lo escuchaste? – dijo María desesperada por respuestas

– No, no escuché nada

– Pero...pero, yo lo esc- su padre la interrumpió – María deja de inventar cosas, tu no escuchaste nada y punto.

– ¡Mamá! – replicó María

Estela no dijo nada.

– Mira hija, solo tienes que saber que todo está bien, no hay problema alguno, este es un tiempo para eliminar a los malos y dejar a los buenos.

María no dijo nada, solo se levantó y partió rumbo al colegio. En el camino escuchó varios comentarios que a pesar de no ser de su incumbencia los escuchó muy atenta, la mayoría hablaba de un supuesto informe, de una reorganización, aún no entendía lo que pasaba pues en su hogar no supieron darle una respuesta o, solo no quisieron decirle la verdad. La verdad que un día la comería viva.

Poemas, Delantal y ProsaWhere stories live. Discover now