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Las tres motos se mantienen en paralelo, cortando la oscuridad de la noche con los rugidos provenientes de los vehículos. Se han repartido. Conductor y pasajero. Jules y Val. Alice y el rubio. Dev y él. Si bien sus camisetas ondean casi tanto como sus cabellos, sus cuerpos permanecen tensos. Cuerdas de violín a punto de quebrarse. Detrás, el par de coches patrulla les pisan los talones. Sólo los conductores llevan casco, con que él mantiene los ojos cerrados casi en todo momento. No pueden dejarse atrapar. Aún no ha llegado el fin del viaje. En su mente se libra una batalla sobre la que no tiene control ninguno. La está dejando atrás. Perdóname. No; ella se fue. Le abandonó. Que te jodan. Sabrá apañárselas. Allí donde haya ido sin él. Coge aire. Guerrera. ¿Sería ella quien dio el chivatazo aprovechando su marcha? No, no es posible. ¿No?Traidora.

 ¡Acelera,joder, van a escaparse! - Gruñe al conductor.

Mike es todo un tópico en si mismo. Un poli con adicción a las rosquillas y al tiempo libre cuyos críos le han tocado las narices y trastocado la rutina.

— Esta noche les devolveremos a sus padres. - Responde muy seguro.

— Bueno,a sus padres no. Al menos no a los del chaval. Ya sabes...

— Ya me entiendes.

Las motos aceleran aún más; el resto de vehículos abre paso. Solo porque la policía va tras ellos y eso significa que son gente peligrosa. A veces, el ser humano vive continuamente con los ojos cerrados. Sólo sabe lo que tiene delante porque el compañero se lo susurra al oído y le queda creer a pies juntillas, sin saber que dicho compañero tampoco tiene los ojos abiertos...

Delante, una bifurcación. Él no tiene ni la menor idea sobre a dónde lleva cada una. Solo sabe que una de las motos se dirige hacia la izquierda y el resto hacia la derecha. Se está alejando de él. Él no. No te vayas. Como si le hubiera escuchado, el rubio ladea el rostro para mirarle. Suelta una mano de la cintura de Alice y la tiende en su dirección. Desaparece.

Las ruedas van a tal velocidad que casi parece que no se muevan. Sería tan fácil caer con un despiste... Un juego de manos erróneo y todo habría acabado. Solo uno de los coches va tras ellos.

— Agárrate.

Obedece y refuerza el agarre en la cintura de Dev. ¿Por qué ahora no disfruta tanto de la huida como en aquella camioneta? ¿Qué engranajes se han movido para cambiar algo tan básico? Tal vez ahora tengo algo que perder. La mano de Dev gira sobre el manillar y aceleran aún más. El viento corta. El mundo no quiere tener a ese puñado de locos vagando sobre él. De pronto han abandonado la carretera para introducirse sobre un sendero oculto por la oscuridad. Únicamente cuando la luz de los faros se posa sobre él es capaz de distinguir una especie de camino de animales.

¿Eso que le da ganas de vomitar es miedo? ¿Miedo a caer? Lo desconoce... Desconoce tantas cosas... Como que en otra parte pero en el mismo tiempo hay alguien ahogándose de soledad.

O que, en una carretera situada al oeste de su posición, una moto cae.

Su espalda se ha puesto de acuerdo con el estómago para quejarse a la vez. Uno por hambre, otro por una mala postura. Sin saberlo había ocupado la cama de un mendigo que no tuvo reparo a echarla con un par de aspavientos. Al menos vuelve a ser de día. Ha comprobado que las desgracias encuentran placentero hacer acto de presencia en la noche. Sobre todo las relacionadas con la policía... Pensó envolver al edificio. Tal vez los billetes siguieran allí; pero eso era una tontería. La cogerían antes de poner un pie en el autobús.

Así que se limita a caminar. Su madre era devota. Ella ahora estaría rezando por que todo saliese bien. Igual que rezó porque su hija se alejase de las malas influencias que frecuentaba antes de echarse a perder. Eso no le salió muy bien. Pero Dios es un buen compañero al que recurrir con las manos vacías. De modo que sus rodillas ceden y se clavan sobre la nieve.

— Sé que no lo he hecho bien. - Comienza. - He fallado. Una y otra vez.Pero solo quería vivir. Quería libertad. Con él. Y ahora lo heperdido todo. - Creía que se había secado, pero no. Nuevaslágrimas brotan de sus ojos. - Estoy cansada de correr. De huir. Dellorar. ¿He de abandonar...? ¿Tengo que volver? Necesito algo. Necesito...

Tras el impecable cristal de un escaparate, una televisión ofrece las noticias de última hora. Alza la cabeza. No hay necesidad de escuchar nada, las enormes letras – y las no tan grandes que cruzan la pantalla debajo - se encargan de dejarlo claro. "6 adolescentes escapan de la policía. Uno de ellos fallece en accidente; el otro se encuentra ingresado en el hospital en estado grave." Su corazón se rompe por fin. Fin. Lo ha perdido para siempre. Ha muerto. El cielo se torna gris y el infierno grita porque el alma del chico no entrará en sus dominios. Y es que no debería entrar en ninguna parte. Tendría que quedarse con ella. Allí arrodillada grita para luego encogerse sobre si misma, temblando.

No puede dejarse caer. Aún no. Tiene que asegurarse. Irá al hospital. Si es él, se entregará. La señal de que el fin ha llamado a la puerta. Si no, irá al fin del mundo a buscarle. Debe dejar de lloriquear. Ha de ser fuerte. Encontrarle y ponerle a salvo. Haciendo gala de fuerzas de flaqueza se levanta y enfila la avenida siguiente rumbo al hospital.

El bosque está tranquilo. De vez en cuando las ramas crujen bajo el peso de alguna ardilla o de la propia nieve acumulada. Pero ya no hay ruido de motores detrás de la oreja. Las motos han quedado muy atrás, junto al coche patrulla al que dieron esquinazo tras horas de persecución.

— Este es el punto de encuentro. No sé porqué tardan tanto. - Jules maldice en voz baja.

— Alice es la única que sabe orientarse para llegar a la cabaña. Escapaba allí cuando su padre volvía borracho.

Él se rasca la nuca mirando a su alrededor. Se ha calmado al pensar que van a reencontrarse con ellos. Necesitan estar juntos. Es Dev quien habla esta vez.

— No puede ser tan difícil. Es una cabaña frente al lago, no un búnker subterráneo. Va, vamos. Creo que es por allí.

Hay cuatro "creo que es por allí" durante el transcurso de la mañana, dos "me cago en la puta, esto no me suena" y tres "sino os pegaseis tanto a mí podría pensar". Al final dan con ella. Un refugio en medio del mar de nieve. El techo ha cedido en una de las esquinas y la nieve se cuela en el interior. No obstante, lo más impresionante es el lago helado que tiene delante. Él observa,perdiéndose en sus pensamientos. Se ha sentido así toda su vida. Caminando por una frágil capa de hielo que amenaza con resquebrajarse y partirse en cualquier momento. Lleva un pie hacia delante, sobre el inicio del lago. Donde en otro momento el agua cubriría sus pies. Val le grita desde atrás.

—¿Quéhaces? ¡Vuelve aq...!

Jules coloca una mano sobre su pecho, impidiéndole el paso y cortando cualquier palabra que amenazase con salir de su boca. Es su momento y... Vuelve atrás. Los tres le miran. En sus ojos hay pena. Paciencia.

— Vamos dentro. - Propone. - Hace frío...

Los pasillos del hospital se antojan eternos. Infinitos cubículos blancos con gente en distintos estados de transición. Algunos ya están allí. Otros se aferran aquí. Hay quien se deja ir... A ella todas las opciones le parecen igual de justos. No hay valentía en intentar reprimir la llegada de algo así ni cobardía en dejarse ir. Ha sido bastante fácil colarse en la planta correspondiente. Ni siquiera ha tenido que preguntar... Mucha gente habla del fugitivo ingresado de la tercera planta. Al llegar, ha de pasar largo rato sentada en una silla esperando que el tráfico de enfermeras abandone por fin la habitación.

Cada latido se alarga minutos. Se ha hecho una herida en la mano sin darse cuenta. Peligrosa. Eres peligrosa. Por fin llega el momento. De un salto se pone en pie y se esfuerza por no correr hasta la puerta. Ni siquiera le da tiempo a meditar sobre si está o no preparada para lo que se encontrará al otro lado.

Al abrir, ve la luz de un día nublado iluminar la pálida tez de un chico rubio con la cara magullada. Hay moratones, sangre y tubos por todas partes. No es él. Eso significa que aún existe la posibilidad de que él sea el fallecido. Temerosa de irrumpir en la estéril tranquilidad da un par de pasos hacia él.

El mundo no puede ser un buen lugar para vivir si es capaz de hacerle eso a alguien como el chico que tiene delante. Ha intentado levantar el peso de la existencia sobre los hombros y este le ha aplastado. Se sienta en la silla. ¿Cómo se siente? ¿Cómo se supone que debe sentirse? Esperando la respuesta, o quizá que el otro despierte, cierra los ojos. 

Our Last JourneyWhere stories live. Discover now