Capítulo 5.

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Su corazón latía rápidamente mientras huía de la oficina del señor Blintek, jamás sintió aquello. Se sentía realmente excitada. No podía creer lo que pasó en esas paredes.

Coral, avergonzada por el acto de hace menos de unos segundos, lo único que se le cruzó por su mente fue la palabra huye. Sentía la mirada de Kurt en su espalda, mientras daba media vuelta y escapada de ahí.
Se encontraba acalorada y con las mejillas rojas, sentía sus labios hinchados y con un leve hormigueo.
Se dirigió al baño de ese piso, y contempló su reflejo.
Abrió la canilla y comenzó a lavarse la cara, para poder ver si así se le iba el semblante que tenía. Su madre podría darse cuenta de lo que le había pasado y no le apetecía inventar una mentira.

Salió del baño y se dirigió a la oficina de su madre, dispuesta a decirle que se marchaba. No podía seguir estando en el mismo edificio con ese hombre.

Golpeó dos veces y escuchó la voz de adentro, permitiéndole entrar.

—Madre, me marcho. Ya he dejado lo que me pediste, supongo que ya no me necesitas más. Estoy muy exhausta–.Dirigió su mirada de color café a los ojos verdes de su madre.

—No te preocupes, ya estaba por ir a buscarte, ya he terminado todo aquí por hoy –. Dijo Caroline, dedicándole una sonrisa de lado a su adorable hija. Le notaba nerviosa, pero decidió ignorar eso.

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Ya en el auto de su madre, Caroline pudo volver a respirar más tranquila, pues se sentía cohibida y con el corazón en la mano al saber que se podía cruzar con el señor Blintek.
Sentía la mirada de su madre, no habían vuelto a hablar desde que salieron del edificio. Le notaba un tanto extraña, jamás pasaban mucho tiempo juntas y es como que el silencio se tornaba incómodo y pesado entre ellas.

—Hija, ¿te apetece ir a comer tu comida favorita?–. Interrumpió el silencio Coraline.— Fuiste de mucha ayuda y me encantaría compensartelo—. Ofreció de buena gana su madre, pero Coral se sentía muy alborotada y ya quería regresar a su casa.

—Madre, si me lo permites, quisiera que fuera para la próxima. Estoy exhausta.—contestó Coral, un poco avergonzada por rechazar la oferta de su madre.

—Bueno, para la próxima será.—Concluyó su madre. ¿Qué más podía hacer si su hija estaba cansada?

Ya en su casa, Coral bajó rápido del auto y se fue directo a encerrarse a su habitación, debía de ducharse.  Podía sentir el perfume de Kurt por su cuerpo, como si de un hedor se tratase.
 
Que intenso fue eso, pensó Coral.

Se escuchó unos golpes en la puerta, Coral ya se había duchado y estaba envuelta en una toalla. Supuso de que se trataba de su nana, así que pidió que pasasen.

Sam apareció por la puerta, la veía con una ceja arqueada, el modo de entrar de Coral hacia la casa fue raro.

—¿Te ocurre algo, mi niña?–preguntó Sam, mientras se sentaba sobre la cama.

—Es que... Me estaba orinando, Sam.–mintió Coral, mientras le hacía compañía en la cama.

Sam no se sintió conforme con su respuesta, pero no siguió con el tema.
La había visto muy sonrojada, y hasta asustada le pareció verla.

—Está bien, te dejaré así te vistes, y luego baja a cenar, que iré a preparar la mesa, la cena ya está lista.

Una vez que salió Sam de la habitación, Coral sintió que volvía a respirar con normalidad. No le agradaba la idea de mentirle a su nana, pero no quedaba de otra. No podía decirle que tuvo un contacto íntimo con el jefe de sus padres.

*

Después de cenar, sin decir palabra alguna, Coral volvió a su habitación.
Ya se había puesto su pijama, así que solo se acostó para esperar a su nana para que le dé sus buenas noches, pues ya sabía de antemano que haría eso como todas las noches.

Cuando se marchó su nana de su habitación, suspiró y agarró su ordenador. Tecleó un par de veces hasta que en la pantalla se abrió la página "prohibida", así había decidido llamarlo.

No podía dejar de mirar los avatares de sus seguidores, no podía creer que ella podía atraer a esos hombres y mujeres, tan vulgar y obsenamente  vestidos.  Decidió ver qué publicaban en los foros, pues tenía la bandeja llena.
De " spankee " hasta "kinkster", no lograba entender bien a lo que se referían, pues ese lenguaje relacionado a lo sexual jamás lo había escuchado ni nada parecido. Se sentía realmente ajena a todo ello, y es que realmente lo era.

Una notificación la sacó de sus pensamientos,  Big Wolf le había enviado un mensaje. Sus ojos se abrieron sorprendida y rápidamente salió de la página, no se sentía "lista" de volver a hablar con él, no sabía porqué, pero no le apetecía contestarle.

Mientras tanto,  Kurt estaba en su habitación muy exaltado. Su jodida mente no dejaba de repetir las mismas imágenes de la pequeña besándolo una y otra vez. Se sentía muy excitado pero enfadado. No podía creer que esa mocosa lo hacía poner así, como estaba. Como si fuera un maldito hormonal como los de  edad adolescente.  Sentía vergüenza de su condición actual.

Deberían de llamarlo loco por lo que iba a hacer, pero no se le ocurría nada más. Le gustaba, y ella parecía también gustarle. ¿por qué no intentarlo? Sería un juego muy arriesgado, pero ¿qué más da?

La mayor parte de la noche estuvo pensando eso, hasta que el sueño lo agarró. Había decidido proponerle algo cuando se volvasen a ver, que más da, se animaba a tirar todo por la borda con tal de hacer desaparecer esas ganas incontrolables que tenía con esa pequeña. Claro, todo dentro de lo consensuado.

** Bratty Princess **Where stories live. Discover now