18. Licor Cocoroco

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«I should go home, but I'm fighting that right now

People freak me out»

Unsteady - Gracie Abrams 

RON.

A veces, por salud mental, uno debe evadir la realidad.

Lo cual implica cortar la llamada, rezar tres padres nuestros, tomarte un vaso de leche con una pastilla para dormir y desearle suerte a tu yo del futuro. Mientras escribes tu testamento hasta quedarte desplomado en la cama.

Estaba flotando de sueño, agotado de la escena de la comisaría con Amanda acostada en mi sofá. No sabría explicarlo, su presencia me da tranquilidad.

La misma que se esfuma al pisar el sitio de grabación la mañana siguiente.

—Hola, ¿Has visto a Amanda? —pregunto a Malibú apenas ingresar.

Estoy nervioso. Se nota en cada parte de mí, como en que mis manos torpes no consiguieron hacer el nudo de la corbata o en que me he mordido las uñas de camino, por alguna razón Amanda no esperó para venir conmigo, no avisó que se iba ni responde ninguno de mis mensajes.

—Sí, llegó temprano, está hablando con su padre en el edificio de al lado —comenta con naturalidad, ladea la cabeza hacia una puerta—. Puedes ir a buscarla.

—Eh... Estoy bien así.

—¿Seguro? También quería hablar contigo.

Son las seis de la mañana, ¿Como debe tomarse una persona en su sano juicio esa frase a tal hora?

Me quedo tieso en una esquina por unos largos quince minutos, replanteándome si debería entrar a fingir demencia o huir al primer vuelo en dirección a Japón, cambiarme el nombre a Clyde de forma definitiva y fingir mi muerte. Le escribo un correo de envío automático a Tom para que si no tomo una decisión en cinco horas él sea el encargado de mi funeral.

Estoy hecho un manojo de nervios, me siento cada vez más observado pese a que no reciba más atención de la usual. El recorrido hasta la oficina donde Brandy se ha instalado es sombrío y tormentoso, solo interrumpido por la tétrica música en alemán que tienen puesta en un departamento cercano.

Al abrir la puerta lo visualizo sentado en su escritorio, sereno con un semblante serio como siempre. Tiene la mirada fija en su computador por lo que siquiera dudo que me haya notado, hay dos sillas enfrente suyo, están vacías. Amanda no está.

De hecho, no hay rastro de que nadie además de él haya entrado. Malibu me mintió.

Brandy eleva la vista de la pantalla a mí, hay cierta satisfacción en sus ojos.

Mierda, esto fue una trampa.

Y caí.

—Kennedy, el actor del año, ¿Como estas hoy, muchacho? —saluda con una amabilidad casi sarcástica—. Toma asiento, por favor.

La puesta en escena es siniestra, las paredes de la oficina están pintadas de negro, dos grandes cuadros de leones blancos están a los lados, él sentado en medio baja poco a poco la pantalla de su laptop dejándome no otra alternativa que mirarlo a la cara. Impasible, extiende la mano señalando el asiento más cercano a él.

El cuarto este iluminado por un foco opaco que le crea sombras en el rostro, no hay ventanas ni aire acondicionado, por lo cual el creciente frio de Nueva York se siente diez veces más intenso dentro, me arrepiento de no haberme puesto el saco. Él carraspea, insistente en que siga sus órdenes, la silla chirria contra el piso cuando la aparto unos centímetros.

No apto para estrellasWhere stories live. Discover now