23. El charro negro

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«If you walk away
I'd beg you on my knees to stay»

Dont blame Me - Taylor Swift 

AURORA K.

El infierno no existe, todo se paga aquí en la tierra.

Falta tan poco para la boda, sin embargo, en lo único que puedo pensar no es Axel, no es Emilie y mucho menos es una aburrida venganza.

Ron no está en el cuarto, supuse que habría un truco en aceptar tan fácil, además de tener que grabar o pasar la mitad de su día con Tom, debe estar grabando un par de comerciales para marcas que al enterarse de su presencia aquí han volado a dar ofertas a su representantes. Dijo que no volvería hasta después de las doce, así que a las nueve estoy tirada en el colchón sin nada que hacer.

Las luces están apagadas, el vino en mi copa espera que siga con él, la verdad es que ni siquiera quería tomar. Estoy aburrida, me encuentro a mí misma pensando en Ron a cada segundo, en cada cosa, relacionándolo con lo que sea, es de lo que hablo con mis amigas, al oír música. Detesto la sensación de que hay quienes son inevitables.

En nuestro chat grupal Tom y Margarita están discutiendo porque alguien de producción grabó la pantalla en la escena del baño, no va en serio y cada vez hay menos agresividad allí. No podría importarme menos, solo repito el clip de 13 segundos donde él sonríe al sujetar a Margarita y...

Ese movimiento de hace pensar en cómo sería si...

Pensar mucho te daña el cerebro.

No hace falta más que una rápida búsqueda en internet para encontrar fotos suyas, información, contenido de cualquier tipo. Regreso a mi galería, ese clip está implantado en mi cabeza y mi imaginación lo complementa creando un escenario perfecto, bajo las sábanas, observo al techo en silencio cuestionándome si esto se me ha salido de control.

Mi mano derecha se abre paso entre la tela de mi ropa interior, mi mirada se clava en su rostro en ese video, tiene las cejas fruncidas, los labios tensos, está concentrado hasta que cambia de expresión, es perfectamente lo que se quiere transmitir. Detesto que sea tan bueno, detesto que ni mi cabeza pueda recrear como actúa de la misma manera, lo único que puede hacer mi imaginación es visualizarlo aquí, conmigo, en el espacio entre mis piernas, con sus manos sujetando mis muslos.

Cierro los ojos. No muevo mis dedos aun, solo intento formar el mejor escenario, mi cuerpo reacciona ante este estimulo, pensarlo en suficiente.

Junto mi anular con el medio, mi boca entreabierta deja escapar una maldición, las sábanas no ayudan a que mi cuerpo baje la temperatura. La frustración constante provoca que tenga deseo, más predisposición, menos paciencia, la sensibilidad es distinta con solo utilizar las yemas de mis dedos. Hundo la punta de ambos dentro mío.

Lo que me quita de mi cómodo momento es el sonido de mi teléfono, suelto un quejido al haber olvidado ponerlo en silencio, sin retirar mi mano, busco la pantalla para apagarlo. Esta no refleja una notificación sino una llamada, también considero apagarlo hasta que leo el nombre de contacto.

—¿Qué quieres, Ron? —tengo cuidado de alejarme lo más posible del botón de videollamada.

—Que agresiva, uno no puede llamar a desear buenas noches, ¿Cómo estas Amandita? ¿Pensando en mí?

Bajo la mirada a mis piernas abiertas, el cuarto tiene un aroma peculiar. Es su culpa, mi arrepentimiento de no haber traído mis juguetes, mi respiración entrecortada, esto, mi mano pegajosa.

—Pff, no te haces idea.

—¿Qué haces? Al principio pensé en no llamarte porque es tarde, luego recordé que nunca dormimos a esta hora, apenas he acabado de trabajar.

No apto para estrellasWhere stories live. Discover now