40. Epílogo

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«You are the best thing that's ever been mine»

Mine - Taylor Swift 

AMANDA casi KENNEDY.

—¿Crees que sea buena idea invitar a nuestros amigos al primer trimestre?

En la mañana nunca hacemos más que rondar por el cuarto. Ron está tirado entre las almohadas, lo único que lo cubre es una ligera manta y su pijama sin abotonar, yo recién salí de la ducha.

Tiene un libro en las manos. Al volverlo un lector, me sorprendió que se levantara temprano a leer en lugar de desvelarse al terminar el capítulo. Empiezo a sospechar que está desconfigurado, me llevará más tiempo del que planeé introducirlo a este vicio.

—Trimestre —ríe Ron—. Como si fuéramos una universidad.

—¿Qué sabes de las universidades?

—Nada —se encoge de hombros—. Sé que mi hermano va a terminar pronto, es la única información que poseo, quisiera ir a visitarlo antes de la graduación —comenta—. A toda la familia, en general, creo que ya no detesto ese pueblito.

—Ten cuidado, no vaya a ser que te pilla la policía de allí y te arrestan por ladrón.

—Yo no me robé la mascota de nadie, Amanda.

—Podrás ser el mejor actor del mundo por no sé qué año consecutivo, pero no puedes borrarme la memoria —le saco la lengua—. No importa, iré contigo, te defenderé en lo que huyes y luego convenceré a los oficiales de que soy inocente.

—¿Qué haría sin ti?

—Eso me pregunto yo a veces.

—Hablando de ese país, ¿Devolviste el auto chocado al sitio de donde lo alquilaste? ¿Pagaste algo por el daño o cómo se arreglaron?

Pálida, me quedo en blanco mirando a la pared en silencio. Ni siquiera trato de recordarlo, no lo hice, simplemente subí al auto con Ron y me olvidé del resto. Él empieza a carcajearse de mí desde el primer segundo en el que nota el cambio en mi expresión. El pánico me apresa.

—Ay, Dios —exclama divertido—. Ahora dudo que podamos volver a pisar esas tierras, Amanda ¿Cómo puedes ser tan descuidada?

—¡Me distraje!

La sonrisa de Ron se agranda, tiene la mirada fija en mí a donde sea que me mueva y eso empieza a hacerme sonrojar como si fuera la primera vez que nos vemos. El pijama provisional que compré tiene la tela de mala calidad, me siento casi desnuda.

—¿Qué te distrajo, Amandita? —cuestiona en un tono suave, su voz al recién despertar es más gruesa de lo normal. Deja el libro en la parte baja de su torso, guiando mi atención allá.

—Voy a ir a desayunar. —intento cambiar de tema.

—¿Qué te quieres comer, Amanda?

—Ron, basta.

—¿Basta qué? Solo estoy siendo educado e interesándome por ti.

—Recuérdame no volver a recomendarte una comedia romántica con chistes doble sentido.

—Esto ha sido lo mejor hasta ahora —suspira aliviado—. al fin sin mafias, aliens, demonios o dragones.

—Levántate, vamos a comer.

—O podríamos en la cama —hace una pausa apropósito, exageradamente larga—. Hay servicio a la habitación. —que su explicación también suene a un remate me deja boquiabierta.

No apto para estrellasWhere stories live. Discover now