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Capítulo cuatro | Slowtown

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La aspiradora de la vecina de arriba... El soplador de hojas de alguien afuera... Una secadora de cabello... ¿Una secadora de cabello?

Sus ojos se abrieron de golpe ante la imagen que su cerebro creó. Mordió sus labios para evitar gritar, rodó sobre la cama quedando boca arriba y puso su almohada sobre su cabeza tratando de que el ruido no entrara por sus oídos.

Presionó sus ojos con fuerzas rehusándose a abandonar su sueño y se quejó entre dientes queriendo soportar sus ganas de salir y quejarse. Para su mala suerte, no lo logró. Tomó su teléfono celular y vio que la hora indicaba las seis con siete de la mañana.

De mala gana se puso de pie, se vistió con una camisa pues solo vestía pantalones y salió en busca de la chica para pedirle que por favor parara.

Todo había estado perfecto hasta ese momento. El día anterior habían charlado pero no volvieron a verse hasta que Fred llegó y los tres comieron lo que ella había dicho que prepararía, después de eso todos se encerraron en sus respectivas habitaciones y no supieron nada de los demás.

Ahora, un lunes por la mañana se encontraba golpeando la puerta de Claire pidiendo que por favor escuchara aunque el ruido de su secadora ni siquiera dejara escuchar sus propios pensamientos.

—¡Claire! —recargó su frente en la puerta de la chica y siguió golpeando. Así durante unos segundos más hasta que el ruido paró y escuchó unos pasos acercarse, él se retiró de inmediato.

—¿Sí? —la chica abrió la puerta cerrando su bata de baño casi al instante como si eso se le hubiese olvidado. Wesley tragó saliva y tomó su compostura seria—. Buenas días, Wesley —intentó arreglar con una sonrisa.

Sus ojos se veían un poco más grandes quizá por la hinchazón del haber dormido, su rostro estaba recién lavado sin nada obstruyendo lo que en verdad era y su cabello ya estaba completamente seco y bastante alborotado por ello.

El castaño solo le miró fijamente creyendo por medio segundo que esa extraña sonrisa había funcionado, pero de inmediato cerró sus ojos eliminando cualquier rastro de ello en su cerebro y fingió retomar su expresión de molestia.

—Buenos días —fue lo único que dijo, un poco seco y sin ánimos—. ¿Podríamos hablar sobre ese aparato que suelta aire caliente?

Claire abrió sus boca y miró por encima de sus hombros a la secadora que segundos antes estaba usando, hizo una mueca sintiéndose culpable y regresó a Wes quien solo asentía dándole a entender que en verdad le había molestado.

La chica rio con ironía.

—Lo siento —dijo entre risas—, creí que también tenías clases a las siete —se cruzó de brazos.

—Sí, y por eso pongo mi alarma a las seis y media, como la gente normal —se excusó como si eso fuese muy obvio. Resopló ante la incredibilidad de la chica y colocó su mano en el marco de la puerta recargándose en él—. Lo siento, pero en verdad es molesto. Necesito pedirte que no lo uses cuando estoy dormido.

—¿Perdón? —frunció sus cejas—. A Fred no le ha molestado.

—Puede pasar un avión por encima del edificio y Fred no lo notaría.

—Necesito secar mi cabello porque si no se esponja horrible, no quieres ver eso.

—¿Más? —arqueó las cejas.

—Necesito cambiarme —intentó cerrar la puerta pero Wesley le detuvo antes de que lo lograra—. ¿Qué?

—¿Vas a dejarlo? —insistió.

Claire se cruzó de brazos sosteniendo su intercambio de miradas. Probablemente ese sería el más grande problema de vivir con ellos, ya que cuando vivía con las chicas ellas despertaban temprano para poder arreglarse, y la verdad era que Wesley parecía importarle poco el cómo lucía. Probablemente, lo único que hacía por las mañanas era darse un baño, lavar sus dientes, vestirse con lo primero que ve en el suelo y salir.

Un, no muy claro, porqué [ACR #1]Where stories live. Discover now