Capítulo 4: Conociendo Jade.

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Capítulo 4: Conociendo Jade.

Mi primer día en la mansión Ratliff no fue tan terrible como temía en un principio.

Después de almorzar con el servicio, regresé a mi habitación y me dediqué a limpiar todo a fondo. Me di una larga y merecida ducha al finalizar y Sandra me buscó para saber si deseaba acompañarlos a cenar. Durante la cena, conocí a otro par de mayordomos y a los otros dos jardineros al cargo de Glen. Y también conocí a la doncella de Grace, lo que me hizo preguntarme cuándo me encontraría con al doncella de Diamantina.

Sonrío mientras recuerdo las anécdotas del día anterior. Observo por la ventana de mi dormitorio a Glen y sus jardineros limpiar el patio. Uno de ellos está drenando el agua de la enorme piscina y me pregunto si tanto jaleo se deberá a alguna fiesta de piscina que habrá pronto.

Lo único seguro es que no seré invitada.

Son las siete de la mañana cuando escucho que tocan la puerta.

—¿Elara? —Es la voz de Sandra—. ¿Estás despierta?

—Sí, adelante —digo. Ahora que he puesto algo de orden, no me molesta que el servicio entre. Sandra abre la puerta, pero no pasa.

—¿Vas a desayunar con Diamantina, con nosotros o prefieres comer aquí?

—Creo que ya sabes la respuesta —digo con una sonrisa, saliendo de mi habitación. Sandra también sonríe con entusiasmo.

Las dos nos dirigimos juntas hacia el comedor del servicio, charlando sobre el nuevo año escolar que se avecina y mi estadía con mi media familia. En la cocina todos me reciben con sonrisas y bromas, y yo sonrío genuinamente. Es agradable sentirse bienvenida en un lugar en el que apenas llevo un día. No puedo creer que hubiera estado en contra de venir a esta misión: estar con ellos me será un buen respiro de mis malos recuerdos del Glaciar y... Rigel.

Sandra se sienta a mi lado durante el desayuno.

Ya estoy por terminar mis tostadas con mermelada cuando un jardinero se acerca a la mesa.

—Elara, hay una chica llamada Ágata que quiere hablar contigo —me dice, agitado. Se nota que ha venido corriendo a informarme.

—Oh, iré enseguida. —Me levanto como un rayo de la mesa, tomándome el zumo de un trago.

—Dice que lleves tus cosas, parece que quiere dar un paseo contigo.

—De acuerdo, dile que voy en unos minutos —digo, corriendo hacia la salida—. ¡Y gracias!

Llego en segundos a mi dormitorio, buscando mi bolso nuevo donde llevo maquillaje y el "teléfono inteligente" que Zabrina prometió que sería sencillo aprender a usar. Guardo un boli y una libreta (en caso de que deba anotar algo), algunas cosas que me parecen importantes y salgo como una exhalación hacia el jardín trasero. Saludo a Glen y a Edward al pasar cerca de ellos y me acerco a la pequeña puerta posterior del enrejado, donde el jardinero está hablando con Ágata a través de las rejas y un guardia de seguridad los mira con curiosidad.

—¡Ya estoy aquí! —anuncio alegremente. Me siento muy feliz de solo pensar en que al fin voy a salir de esta prisión para empezar a ponerme en marcha con mi misión. ¿Por dónde empezaré? Seguro que Ágata lo sabrá.

—¡Buenos días, Elara! Que gusto verte —dice la pelirroja con una gran sonrisa—. Vamos, voy a mostrarte la ciudad. Te conviene conocerla bien ahora que tienes un segundo libre. ¡Mañana inician las clases! Estarás ocupadísima estudiando.

—Ah, cierto.

Se me borra la sonrisa. No sé qué es peor: volver a la secundaria o vivir con Diamantina y sus odiosas hijas.

Cenicienta. (Cuento de Hadas #2)Where stories live. Discover now