Capítulo 10: Historias de brujas.

115 13 4
                                    

Capítulo 10: Historias de brujas.

Oliver y yo caminamos en completo silencio por el estrecho pasillo. Tanto las paredes como el techo y el suelo son de piedra oscura, dando la sensación de que el pasillo es aún más oscuro de lo que es en realidad.

Oliver avanza con confianza, comprobando que realmente conoce bien estas paredes. Mientras avanzamos con la luz de su linterna, puedo vislumbrar otras entradas en las paredes, incluso veo otros pasillos que se pierden en la oscuridad en otros caminos infinitos. Esta mansión es un laberinto.

—Si conocías este pasadizo, ¿por qué no has venido por aquí? —susurro a Oliver. Recuerdo que él mencionó que tuvo que ir a mi dormitorio escondiéndose detrás de cada puerta.

—Hacía muchos años que no pasaba por aquí —explica Oliver en un tono igualmente bajito: incluso el más leve susurro replica en las paredes con eco—. Recuerdo que jugaba con las gemelas y nuestros amigos entre estas paredes, fue así como las memoricé. Pero un día llevamos un susto terrible y nunca más pisamos este lugar.

—¿Vieron un murciélago? —bromeo, mirando el techo. No me sorprendería que este lugar aguardara infinitas criaturas.

—No, vimos una bruja —explica él. Alzo las cejas con sorpresa. Oliver se ríe suavemente—. Lo sé, suena ridículo. Pero es lo que vimos. Una mujer con capa que revolvía en un caldero gigante, ella nos vio y nos corrió a gritos, jurando que si nos volvía a ver nos convertiría en gusanos.

—¿Me estás tomando el pelo? —pregunto entre risas.

—Eso quisiera —se ríe Oliver—. Eso nos traumatizó. Juramos nunca más volver a usar los pasadizos, nos horrorizaba volvernos a encontrar con la bruja o alguna otra cosa extraña. Hace poco, mis amigos y las gemelas recordamos este momento de nuestra niñez. Poppie y Grace se rieron, aclarando por fin todo el asunto de la bruja. Resulta que las cosas fueron un poco distintas a como pensábamos.

—¿Cuál es la verdadera historia?

Oliver cruza a la izquierda y bajamos unos peldaños.

—Resulta que la madre de las gemelas, Diamantina, sabía que teníamos afición por jugar en los pasadizos. Todos los túneles conectan con cada rincón de la mansión, y esto era algo que Diamantina no podía permitirse. Imagínate que ella estuviera en una reunión altamente importante en su despacho y apareciéramos nosotros correteando desde detrás de un estante. —Él se ríe—. Ella no podía permitir tal cosa, así que Diamantina decidió jugarnos una broma. Pidió a sus sirvientes que prepararan una de las pequeñas bibliotecas como si fuera sacado de un cuento de brujas infantiles. Ella misma se disfrazó como la bruja, para asegurarse personalmente que saliéramos corriendo espantados y no regresáramos a los pasadizos.

La idea de la rígida Diamantina Ratliff disfrazada de bruja para gastarle una broma a los niños se me hace casi imposible de imaginar, aunque tiene mucho más sentido eso que la historia de una bruja que vive entre las paredes.

Sonrío al imaginar las caras que habrán puesto todos al saber que el susto que llevaron con la bruja solamente era una broma para que no volvieran a juguetear en los prohibidos pasadizos.

—Así que ahora que ya sabes que no hay peligro de convertirte en gusano, has decidido aventurarte de nuevo a visitar los pasadizos.

—Pues si resulta que al final del camino hay una bruja, me alegra saber que no seré el único en sufrir el maleficio.

Me río mientras Oliver se detiene ante una puerta de madera. Él la abre con un chirrido y esta nos revela un pasillo desolado. Salimos al exterior, y miro a mis espaldas para encontrarme con que la puerta de madera se complementa muy bien con las paredes del mismo material. Solamente alguien con buen ojo se daría cuenta que ahí se oculta una puerta.

Cenicienta. (Cuento de Hadas #2)Where stories live. Discover now