Capitulo 8: un día en la vida de una adolescente normal.

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Capitulo 8: un día en la vida de una adolescente normal.

El resto del día no mejora ni un ápice.

Las gemelas aparentemente quieren reafirmar su estatus como princesas, y todo aquel que tenga su aprobación será exaltado y recompensado, mientras que todo aquel que les desagrade corre el riesgo de convertirse en una paria social.

Adivinen en qué grupo entro yo.

Exacto: en las parias.

Poppie y Grace Ratliff se esforzaron al detalle para que mi estadía en Falom y en el Colegio McIntyre sea una pesadilla:

Esparcieron cientos de rumores falsos sobre mi persona

—¿No sientes como si apestara a una rompe-familias? —dijo Poppie a su gemela durante la clase de Química en la primera hora, lo suficientemente alto para que toda la clase escuche, incluida la profesora Marino, que aun no iniciaba la clase.

Grace olfatea el aire.

—Oh, sí. Sin duda. Debe tratarse de Elarruinadora de familias —dijo Grace.

Aggie arruga la nariz.

—He escuchado que la infidelidad y los problemas son genéticos, especialmente si tienen el pelo rubio.

—Pues tienes razón —dijo Poppie alzando aún más la voz y atrayendo miradas—. Elara es sinónimo de problemas. ¿Saben por qué se ha mudado con nosotras este año? La expulsaron de todos los colegios de Molaff por mala conducta.

—Oí que chocó el auto del director de su último colegio —agregó leña al fuego Grace— y que quemó la biblioteca.

—¿De verdad? Yo oí que fue arrestada más de cinco veces —aportó Romy al cuchicheo—. ¡En un mes!

—Pues hablando de infidelidades, Elara no podía mantener un solo novio más de una semana —dijo Sissie, girándose desde delante de la clase para aportar su granito de odio—. Incluso salía con varios chicos a la vez.

—¡No me digas! —exclamó Poppie—. Yo escuché que salió su profesor de física para que le diera puntos extras.

—¡Que asco! —exclamaron todas a la vez.

Y eso sucedió en cada clase. Las gemelas y su séquito del mal se encargaron de esparcir pestes sobre mi persona todo el día. Poco a poco fueron agotando mi paciencia, pero Ágata se mantuvo actuando cómo voz de la razón y me impidió tomar represalias contra las gemelas.

Y no importó lo disparatados que fueran los rumores de las gemelas —como que entré a la NASA y robé evidencia alienígena—, todo el mundo parecía creer cada una de las palabras venenosas que salían de los labios de las crueles gemelas y su corte real. Ni siquiera Oliver con su amabilidad pudo parar los rumores. Incluso los profesores parecían haber creído cada palabra de mis hermanastras malvadas.

Así que, este fue mi primer día como adolescente normal: Todo el mundo me trató con distancia y cuidado; todos me ignoraron; todos me temen.

Y todos me odian.

***

El largo y agotador día al fin llega a su fin. Me siento agotada y bastante estresada, y todo gracias a las gemelas y a sus esfuerzos sobrehumanos para evitar que yo tenga un agradable primer día de clases.

Ágata va parloteando a mi lado sobre las clases que vimos hoy, intentando sonar optimista para levantarme el ánimo, pero sé que solo intenta que olvide la rabia que siento hacia las gemelas. Pero no es tan fácil olvidarme que ellas llevan todo el día arruinándome la paciencia si cada dos segundos veo a una de sus amigas intentando jugarme otra broma pesada o esparciendo un nuevo falso rumor.

Antes de que Ágata y yo lleguemos al aparcamiento, me vuelvo a topar con las gemelas y su séquito. Todas están alrededor de un lujoso auto, color rosa con una P gigante sobre la puerta del piloto de color dorado. A su lado hay un auto idéntico pero de color verde lima y con la letra G en la puerta en lugar de la P. En cuanto Ágata y yo pasamos delante de ellas, las escucho cuchichear y reírse y tengo que apretar los puños fuertemente a mis costados para no abalanzarme sobre ellas. Ágata pone una mano sobre mi brazo para animarme a seguir caminando, pero mis pasos se detienen cuando escucho la aguda risita maliciosa de Poppie.

—Tengan cuidado chicas, ahí está el peligro público.

—No vaya a ser que nos muerda —añade Grace, haciendo que las demás chicas de la corte real se empiecen a reír.

Me giro hacia ellas, empezando a hervir de ira.

—¿Cuál es su problema? —les grito, abandonando toda la poca paciencia que me quedaba—. ¿Qué les he hecho yo para que me traten de esta manera?

Las gemelas se miran con sonrisas maliciosas y el resto de sus amigas sueltan risitas idénticas.

Las personas que pululan alrededor para dirigirse a sus coches, se detienen a ver qué es lo que está pasando entre el séquito de las gemelas malvadas y yo.

—Pues has hecho muchas cosas, Elara —dice fríamente Poppie, endureciendo el gesto repentinamente.

—Empezando por ser quién eres —añade Grace.

Esto me confunde unos segundos y luego reaviva mi ira. ¿Es en serio? ¿Las gemelas me odian por ser una hechicera de hielo? Ya sabía que ni a ellas ni a su madre les caía con mucha simpatía las personas con magia, pero no esperaba que su odio fuera tan grande como para intentar hacerme la vida imposible durante mi estadía aquí.

Las observo con frialdad, conteniéndome para no lanzar una ráfaga de hielo contra las prejuiciosas hermanas.

—No voy a permitir que ustedes me pisoteen como pisotean a los demás —digo con lentitud, dejando que cada una de mis palabras calen hondo en ellas—. No soy un juguetito creado para su entretenimiento. Voy a buscar una forma de vengarme... Y las destruiré.

Cenicienta. (Cuento de Hadas #2)Where stories live. Discover now