PRÓLOGO

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1ª PARTE: EL REENCUENTRO

Cuando el mundo muera, otro nuevo resurgirá de sus cenizas: éste también estará marcado por la guerra y la codicia de los humanos. En él, el legado del mestizo se enfrentará contra si mismo, y de la contienda surgirá el nuevo paladín de la humanidad.


Tercera profecía de los mulianes.




PRÓLOGO: MESH VARAGH

Castillo Daerá, Recongia, 31 de avientu del 525 p.F.


La mujer avanzaba por la vieja carretera resquebrajada, teniendo mucho cuidado de no resbalar en el hielo que la cubría. Aún llevaba la túnica negra de los arzonitas, oculta bajo una gruesa capa de piel, con la que intentaba mantener el frío a raya. Esta situación no suponía ningún problema para alguien como ella, nacida en un clima similar, en el continente del sur: Szadell. Lo único que la molestaba era la claridad: en su tierra, los días soleados eran muy escasos y en los meses invernales la oscuridad lo cubría todo durante largos periodos. La luz, reflejada en todas las superficies que la rodeaban, la obligaba a entrecerrar los párpados pese a llevar la capucha calada hasta la nariz. Una neblina blancuzca difuminaba su campo de visión, pero diferenciaba la sombra que era su objetivo. Solo una empinada cuesta de unos cincuenta metros la separaba de él.

«¿Cómo he terminado aquí, en medio de la nada?», pensó mirando el largo camino que quedaba a su espalda. Allí abajo, a un par de kilómetros, podía ver entre los árboles el barco de pescadores que la había traído desde Narvinia. Se había visto obligada a usar la fuerza para persuadirlos de que la trajesen a Recongia. Pero, ¿qué eran un par de muertes en comparación con la consecución de su objetivo? «Hay quien diría que es un objetivo pueril, lo que me convertiría en una persona mezquina». Tras unos segundos de reflexión se encogió de hombros y reemprendió la escalada. «No le des importancia, Mesh», se amonestó a sí misma, acostumbrada a hablar sola. «Te propusiste encontrar esos diarios, cualquiera que fuese el precio».

Durante varios minutos continuó su escalada con lentitud, pero sin dar un solo paso en falso, hasta que se alzaron ante ella las murallas del castillo Daerá.

Benth Kholler'ar encargó su construcción tras la Guerra del Fin con la intención de tener un refugio en el que poder escribir los famosos Diarios Recóngitos. Se trataba de un castillo pequeño, enclavado entre dos picos, no más altos que el gran torreón que surgía en el centro de la edificación. Una muralla recorría el espacio entre los dos farallones; aquí se hallaba la única entrada al complejo, pues en su cuarto flanco la fortaleza se asomaba al borde de un acantilado de más de doscientos metros. El lugar estuvo habitado durante unos doscientos años, hasta que un incendio lo arrasó por completo.

Y pese a ello, y al desgaste producido por los elementos, era un auténtico elogio hacia el arquitecto que cientos de años después, la edificación en la que se adentraba Mesh, aún mantuviese su estructura principal casi intacta. Las murallas, otrora del gris de la caliza que la componían, mostraban gran cantidad de porciones ennegrecidas por el hollín, y se apreciaba alguna grieta y pequeñas secciones derrumbadas. Los únicos restos que quedaban de las puertas de madera eran los enormes goznes, aún anclados a la pared, y varios tablones enterrados en la nieve.

Mesh Varagh no era una mujer dada a los sentimentalismos. Había aguantado los golpes de la vida sin torcer el gesto, conformándose con devolverlos cuando le era posible. Evitaba tener expectativas, y así sobrellevaba los malos momentos. Es por eso que no se permitió alegrarse por algo tan nimio como era encontrar aquel lugar en pie. «Este solo es otro peldaño hacia tu objetivo», se recordó, lista para hacer frente al siguiente obstáculo.

DEVAFONTE: CIUDAD DEL FINWhere stories live. Discover now