Reflejo ingrato

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Cuando fui capaz de mirarla directamente, pude ver en sus ojos inexpresivos una tristeza abundante. "¿Cómo acabamos así?" pregunté. El sentimiento de culpa se apoderó de mí. En aquellos instantes, quería abrazarla. ¿Pero como hacerlo? Si ya me dijo a gritos que me alejara, ya que no me reconocía. Supongo que después de todo, fui una egoísta. Una egoísta que necesitaba la aprobación de los demás para ser feliz. Una egoísta que no dejaba marchar a quien le rompía el corazón por miedo a quedarse sola. Un egoísmo que mataba, porque en realidad, no sabía ni por quien lo hacía. 

"Siento haberme olvidado de ti" repetía cada día.

Los gritos no sirvieron, los golpes tampoco. Yo seguía ahí, queriendo arreglar algo que siempre estuvo roto. Pues no sabía que primero me tenía que arreglar a mí. Después de 8 meses, ¿cómo puedo decirte lo siento? Uno de verdad, con sus motivos. No como aquellos que decía, pensando que esa palabra aguardaba todo el arrepentimiento de uno mismo. ¿Cómo te digo perdón por todo el desastre que te dejé sin causarte más revueltos?

Cuando la encontré y pude reconocerla, le pedí perdón por mis errores. Antes de hablarle, brotaron lágrimas por sus mejillas, pues sabía lo que estaba tratando de hacer. Esta vez, se lo pude decir mirándola a los ojos, aunque no dejara de ser mi reflejo al que se lo decía. Comencé a llorar y me dije, "vamos a estar bien"

Relatos de un gusano amarilloWhere stories live. Discover now