Luria

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Si no has leído la parte anterior, por favor, retrocede y hazlo antes de continuar. A partir de este capítulo, la historia NO SE CONSIDERA CANON, ya que no sigue exactamente la misma línea argumental que los libros oficiales. Gracias <3.

La noche en la que Valentine Alighiero estuvo en el local trajo dos cosas buenas consigo. La primera fue batir mi récord personal de propinas recibidas en la barra. La segunda fue el polvo que eché con Garrett en el almacén justo antes de cerrar. Como guinda del pastel, escamoteé una botella de ron añejo del bar para seguir la fiesta en casa con él. Empecé a entender por qué todo el mundo siempre estaba deseando que el jefazo volviera al In Chains.

Me estiré en la cama, notando cómo me crujían los dedos de los pies. Mis piernas desnudos rozaron las de Garrett, que estaba medio dormido a mi lado, con la espalda apretada contra la pared para que los dos pudiéramos entrar en la misma cama. Éste suspiró, me pasó el brazo por la cintura y apretó mi espalda contra su pecho de gimnasio. Le oí respirar, adormilado, detrás de mi nuca. Me giré un poco para verle de cerca.

Entendí por qué mi tío le había engañado para que ligase conmigo. Tenía unas facciones cuadradas, equilibradas y con la nariz ligeramente respingona; como me gustaban a mí. El pelo largo, liso y castaño; un una barba recortada y bien cuidada. Si hubiera tenido los ojos verdes en vez de marrones, habría sido un diez de diez.

Me levanté, en bolas, y atravesé la habitación-barra-cuchitril en el que vivía. Estaba echo un desastre. No solo porque nuestra ropa estaba tirada por el suelo sin ton ni son, ni porque hubiera una mesa con una patada rota tumbada en un lado, fruto de nuestro vano intento de follar sobre ella. Hacía meses que no ordenaba: todo estaba manga por hombro, y la cocina daba miedo mirarla. Tampoco es que la usara mucho, de hecho normalmente solo iba allí a dormir. Pero, igualmente, mi estudio diáfano con un solo cuarto de baño podría ser el escenario perfecto para una película de terror. solo había dos cosas que me gustaran de aquel piso: las paredes de ladrillo y el ventanal sobre el techo inclinado, que a esas horas ya dejaba entrar la luz del sol con toda su alegría.

—Buenos días, princesa—le oí murmurar, medio sobado.

—¡Pfffff!—. Empecé a carcajearme con voz aguda. Garrett escondió la cabeza bajo la almohada—. ¿"Princesa"? ¿En serio, tío?

—Hmmpf...—. Protestó con voz amortiguada. Me volví a aproximar a la cama.

—No me llamabas eso anoche, ¿eh, principito?—. Saqué la lengua y levanté la almohada de su cara. Descubrí que se estaba riendo. Su sonrisa no era como la de Leon, pero me pareció igualmente bonita.

—¿Y cómo quieres que te llame?—. Abrió un ojo para mirarme.

—Luria estaría bien.

Dejé caer la almohada de nuevo sobre su cara y de di un suave golpe. Él volvió a protestar de nuevo. Empecé a apartar con el pie todo lo que estaba tirado por el suelo, incluyendo la botella vacía de añejo. Comencé a recuperar las partes de mi ropa que parecían más limpias. En el bolsillo del pantalón de la noche anterior me reencontré con mi móvil chustero, el cual abrí para ver un par de perdidas de mi tío y un montón de mensajes de Whastapp que ni me molesté en leer. Busqué el reloj con la hora... Y me cagué en todo lo cagable.

—¡Mierda!—. Salí disparada hacia el baño, repitiendo—: ¡Mierda, mierda, mierda, mierda...!

—¿Qué?—. Garrett se incorporó en la cama con cara perdida, viéndome pasar a toda leche—. ¿Qué pasa?

—¡Que son las nueve, tío!—. Le grité desde la ducha. No me molesté ni en esperar los cinco minutos de rigor que solía tardar en salir el maldito agua caliente—. ¡Me cago en Dios!—. Grité en cuando el agua fría me cayó sobre la cabeza como un jarrazo.

In Chains: Encadenados (RESUBIDO)Where stories live. Discover now