9. Aceptar mi derrota

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Stella

—Eres una estúpida

—Yo tambien te quiero Madison

—¿Puedes dejar de maldecir después de que nos termina de relatar las cosas? —la regaño Sara

El domingo no pude hablar con ellas, y en el resto de la semana mucho menos, me dijeron que estaban en semana de parciales y se les complicaba hablar conmigo —igual por la diferencia de horario—, así que hoy habían hecho un espacio.

Acaba de salir de la universidad, y mientras iba de camino a casa les había planteado cómo estuvieron las cosas —todas las cosas—, entre ellas aquella fiesta, donde mande todo al carajo y quise usar mi último recurso.

—Y se te ocurrió seducirla —comentó Madison antes de negar, la vi con intenciones de volver a insultarme, pero aquella mirada que Sara le dio, bastó para que cerrara la boca.

—¿Qué más querían que hiciera? —exclame— Ella estaba ahi tan, tan linda y... —bufe—, joder

—¿Qué tal estuvo? —solté una estúpida risa al recordar aquello

—Se miraba muy guapa, tenía sus preciosos labios con un gloss rosa muy deseable —hice un ademán—, de solo verla quería mandar todo al carajo y besarla —cerré mis ojos recordando aquello—, tenerla tan cerca, estar a centímetros de volver a probar esos labios...

—¿Y eso cambiará algo?

—Cambiará la perspectiva que tienes de mí —murmuré cerca

La cercanía era peligrosa, quería quitarse ese gloss, quería volver a probarla, quería recordar su sabor, solo necesitaba acercarme más, y acabaría con esta distancia.

—Por favor Eliza, déjame aclarar las cosas —tome su mejilla con suavidad

Sabía que estaba jugando con fuego, pero estaba dispuesta a quemarme.

—Deja de hacer eso —suplico

—¿Qué cosa?

Quería que lo dijera, necesitaba escuchar que quería que me quitara.

—Tú sabes que cosa

—¿Harás algo al respecto? —mis palabras chocaban cada vez más cerca de su boca—. Puedes apartarte cuando quieras, eres consciente de eso —murmuré— ¿Entonces por qué no lo haces?

Se que esto es demasiado, pero ya me canse de que me rechace cada vez que puede, además ¿qué sería de la vida sin tomar riesgos?

—Yo sé que lo deseas tanto como yo —detuve mis caricias—, por favor Eliza, deja de hacerte la dura —su respiración era pesada cada vez—. Te extraño

A la mierda la distancia, lo haría aquí y ahora, sabía que no me iba a arrepentir, me acerque dispuesta a esos labios deseables, pero todo se fue al carajo cuando sentí su mejilla.

Maldición. 

—No puedo —negó—. Tengo novio

Aquella confesión me regresó a la realidad de golpe, realidad donde, ella no me esperaba, ella tenía a alguien a su lado, ella no le haría eso, no lo iba a traicionar.

—Deja de jugar así, Stella —pasó sus manos por su cara—. No vuelvas hacerlo, por favor

Y de nuevo, su café se cruzó con mi verde, y deteste la mirada que me dio, pues mis ojos estaban al borde de lágrimas y ella sentía lástima por eso, ella se sentía mal, cuando ni siquiera tiene la culpa.

Una última partidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora