15. Suplente

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Eliza

No había vuelto a saber de ella desde el viernes en la noche, y sinceramente no recordaba haberme quedado más tiempo con ella, si no fuera por las chicas burlándose de eso en el grupo ni siquiera me entero de que ella me llevo a mi casa, sigo teniendo recuerdos muy vagos de esa noche.

Durante todo el fin de semana me dije que necesitaba hablar con alguien, alguien que no fuera mi novio, y mi hermana estaba bastante lejos para poder ayudarme, y no la molestaría más en este tema, así que la única solución era contarle todo a Emilia. La cité en mi casa el miércoles, me saco el cuento que lo mejor sería hablarlo en un bar y dije que sería buena idea, unos tragos ayudarian con la tensión, lo que no calcule fue que me pusiera una mala jugada y me pusiera en una salida de cuatro, que incluía aquella enana.

Al parecer ella sí sabía de eso, pero no contaba que yo fuera por mi propia voluntad, todo eso terminó muy mal y sabía que le debía una disculpa, le envié un par de mensajes disculpándome, pero ella no me atendió ninguno.

Descarte por completo la idea de contarle a Emilia mi situación, ella no va a escucharme, está completamente perdida desde que la presidenta entró en la jugada.

—¿Te vas a indignar por eso todo el día?

—No, ya se me pasó el disgusto

—¿Algún día me contarás porque tienes tanto disgusto por Stella?

Cuando no quieras meter a la presidenta en nuestros momentos a solas, sí.

—Tal vez

—No entiendo, soy tu mejor amiga, debería saber que pasa ¿o no?

Lo ibas a saber.

—Claro que lo eres Emilia, pero, así como yo respeto cuando no quieres hablar de algo, también deberías hacerlo ¿o no?

—Sí, tienes razón

—Chicas, las estaba buscando —sentí un brazo en mi hombro

—Hola Maritza —saludamos al unísono

—¿Qué pasa? —preguntó Emilia

—Necesito su ayuda, más tuya, claro si se puede

Maritza nos contó que necesitaba sacarnos unas fotos para un proyecto de clase, aceptamos y Emilia quedó de hablar con el equipo, pero era más que obvio que ellas aceptarían.

El desayuno y las clases transcurrieron con normalidad, teníamos entrenamiento una vez más, con un juego de práctica, porque mañana teníamos un partido en esta cancha.

—Eliza, te busca tu novio

—Gracias Gabi

Terminé de ponerme los tacones de entrenamiento para luego salir a ver a Raúl.

—Hola —deje un beso en su mejilla— ¿Qué pasó?

—No podre esperarte —paso su mano por su cabello—, Simón hizo explotar otro proyecto y tenemos que repararlo

—No entiendo porque siguen dejando le esas cosas a él —comenté riendo

—Para que le dejen de pasar esas cosas —comentó entre risas

A lo lejos estaba aquel chico, junto a una chica pelinegra con lentes.

—¿Arreglas solo el desastre?

—Carlos y Britani también irán, son parte del equipo —asentí—, solo que Carlos nos alcanzará en casa de Simón

—Britani ¿la que me contaste?

Una última partidaWhere stories live. Discover now