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Lian

Ana me necesitaba más que nunca en su vida; sin embargo, atrapar a ese pedazo de mierda era prioridad para mantenerla a salvo por completo, para mantener a salvo lo nuestro por completo. Como monarca había tenido que aprender a tomar decisiones difíciles, poner las cosas en una balanza. Esta vez no podía ir tras ella, debía acabar con el mal mayor.

Solo esperaba que todo esto saliera bien.

No me costó demasiado tiempo atrapar a Jeremy, quien intentaba salir por la puerta de emergencia. Me estaba estrictamente prohibido asesinar a terrícolas, pero en aquel momento no me importó. Lo estrellé fuertemente contra la pared y vi salir sangre de su boca y nariz cuando mi puño se impactó en su cara. Sentir su sangre viscosa y tibia en mis manos me habría dado asco en otro momento, pero ahora me causaba cierto placer. Quería que se desangrara por completo y viviera cada segundo de eso con intensidad, que lo sufriera, así como mi pequeña reina estaba sufriendo.

—Sigue, marciano de mierda —me instó con una sonrisa burlona—. Sigue condenando…

Le di otro puñetazo que le dobló la cara. Me sorprendía que nadie de la escuela viniera todavía para detenerme, pero debía aprovecharlo.

—Voy a acabar contigo, maldita basura —mascullé—. Vas a pagar por lo que acabas de hacer. ¿Crees que me importa que nos expulsen? No, a mí no me importa mi maldita reputación, me importa…

—Esto es precisamente lo que quiero —confesó sonriendo—. Si me matas, de algo habrá servido mi muerte. Tú no vas a ganar esto, no vas a llevarte a nadie. A ella no.

Jeremy pareció de pronto salir de aquella actitud bravucona y se dio cuenta de lo que había hecho. Había hablado de más. Todo esto era como me lo temía: los altos mandos querían sabotearme, romper nuestros acuerdos, separar a Ana de mí.

La pregunta era: ¿por qué?

A mi memoria vinieron todas esas reuniones, todas las charlas sobre la particularidad del caso, de los permisos para tomarle muestras que rechacé tajantemente por temor a que descubrieran algo valioso en Ana. Yo no la quería en ese entonces y, de haber tenido otra opción, me habría dado igual que muriera o viviera, pero era mi única opción y no iba a permitir que nadie la utilizara. La niña nunca mostró señales de ser anormal, por tanto, se fue olvidando el tema y se trató simplemente como un caso extraño.

Sospechaban sobre algo y ahora la querían.

De pronto me sobrevino el arrepentimiento por centrarme en esta basura y no en Ana, quien seguramente estaba escondida en la terraza o en algún sitio seguro para esconderse del mundo. Jeremy respiraba agitado y se deslizó por la pared mientras la piel de su rostro perdía color y se le agrandaban los ojos, los cuales estaban perdidos en la nada. No era a causa de mis golpes esa reacción, era a causa de él mismo.

Por más deseos que tenía de matarlo, no lo hice y regresé adentro del auditorio. Todavía se escuchaba un tumulto y me topé con el enfurecido director cuando esté corrió el telón que había detrás del escenario. Su mirada pasó de preocupación a furia.

—Nightingale,  a usted lo quería encontrar —me dijo desafiante y se acercó a mí.

No tuve que hacer más. Tan solo levanté mis manos ensangrentadas y él dio un paso hacia atrás.

—¡¿Qué le hizo?! —bramó—. ¡Es un estudiante!

—Un estudiante que puso en una situación vulnerable a una de las alumnas —repuse fingiendo calma—. Y, de todos modos, estoy despedido, ¿no es así?

—¡Fue usted el que la puso en esa situación! ¡El reglamento escolar dice…!

—A la mierda el reglamento escolar —lo interrumpí, adoptando la solemnidad con la que solía tratar a la gente en mi tierra.

POSESIVOWhere stories live. Discover now