Ocho.

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Canción del capitulo:
Moon River (instrumental)- Henry Mancini /Andy Williams, Audrey Hepburn Tribute.

8

GRACE'S POV

"¡No pueden ser las cuatro y media!" Exclamó, mirando el pequeño reloj enfrente de ella. "No puede ser." Repitió y esta vez lo volteó a ver a él. "¿Te molestaría si me acuesto contigo un minuto?" Pregunto inocentemente.

"No importa, en serio." Dijo y camino hacia la cama sin esperar a que él respondiera. "Somos amigos, eso es todo." Murmuro recostandose junto a él, inclinando su cabeza contra su pecho.

Arrastre las cobijas lo más que pude, hasta que estas tapaban el inicio de mi nariz; dejando de fuera únicamente mis ojos para poder ver la película cómodamente, pero conforme pasaban los minutos el frío se iba haciendo un poco más insoportable.

Dejé salir un gemido y alcance el control, para detener Breakfast at Tiffany's -una de mis películas favoritas, cabe mencionar- y taparme completamente con las cobijas.

Eran casi las cinco de la tarde y había estado nevando desde que había despertado.

Había abandonado la comodidad de mi habitación únicamente para desayunar. Cada vez que salía de la cama más de lo necesario, mis dientes comenzaban a tiritar y sentía al frio cada vez más y más presente.

No estoy acostumbrada a esto. Gemí para mis adentros, esta vez dándome por vencida y simplemente enterrando todo mi cuerpo dentro de las cobijas.

Había crecido conociendo la nieve perfectamente, Nashville siempre había estado rodeada de nieve en Enero y Febrero y al mudarme a Chicago, esta había aumentado.

Sabía lo que eran inviernos muy fríos, pero esto era diferente.

Y tan solo era finales de Noviembre.

Siempre había sido una persona que prefería el frio ante el calor, pero ahora mientras sentía frio incluso debajo de un montón de cobijas, no estaba tan segura.

Cerré mis ojos durante algunos minutos y divague, recordando como solían ser los días fríos con Aiden. Solíamos sentarnos en la sala, con el árbol de navidad prendido, alumbrando nuestros ojos; regalos esparcidos debajo de este. Tazas de chocolate siempre llenas en la mesilla y la chimenea calentándonos firmemente. Sus dedos entrelazados con los míos.

Abrí mis ojos de sopetón. ¡La chimenea! Tendría casi una semana desde mi llegada y ni siquiera por un momento paso por mi mente prender la chimenea. Tenía años desde la última vez que había encendido una. En Chicago, William era quien se encargaba de prender la chimenea, sin preguntar ni rechistar.

Me senté en la grande cama y suspire. Tenía que prender la chimenea.

Abrigue mis pies con unas grandes y cómodas pantuflas rosas y camine a mi closet, poniéndome rápidamente una grande chamarra negra, que solía ser de Aiden y camine hasta la puerta, pasando por el pasillo y posteriormente bajando las escaleras.

La planta baja estaba completamente limpia, mostrando la limpieza que había hecho ayer.

Con frio y decidida, camine hacia la chimenea; y una vez que llegue esta, comprobé que había suficiente leña como para prender el fuego. Baje la mirada, abriendo la pequeña puerta de cristal de la chimenea, solo para detenerme y maldecirme por lo bajo. La chimenea tenía una rejilla.

¿Cómo demonios la prendía?

Cuando era niña, mi padre me había enseñado a prender la pequeña y vieja chimenea que teníamos, pero esa era bastante simple. No se necesitaba más que un poco de papel, ramas y fuego.

alaska [h.s.]Where stories live. Discover now