alaska [h.s.]

Diez.

Canción del capítulo:
Belle- Notre Dame de Paris, piano.

10

GRACE'S POV

Harry no estaba en Jame's al día siguiente, fue lo primero que note al entrar por la pequeña puerta.

La desgastada camioneta roja no había estado estacionada afuera y ahora que había sonado la pequeña campanilla para anunciar mi llegada, habían sido los ojos verdes de James los que me habían recibido.

"Buenos días, Grace." Dijo él sonriendo cálidamente.

"Buenos días, James." Camine hacia el estante de comida instantánea que estaba arreglando.

"¿Has venido a correr?" Preguntó. Sacudí mi cabeza, enterrando ambas manos dentro de mi chamarra roja.

"No, no, he venido a comprar un par de cosas que hacen falta en casa." La palabra casa supo extraña entre mis labios, pero de una buena manera.

"De acuerdo, no te quitare tu tiempo." Levanto una mano, agitándola hacia los estantes. Esboce una pequeña sonrisa y camine hacia el área de los vegetales, escogiendo unas cuantas cosas.

Me mantuve ocupada escogiendo cosas aquí y allá durante largos minutos, cada tanto soplando a mis manos desnudas por la falta de calor en ellas. Hasta que la puerta de la entrada se abrió.

"He terminado de arreglar tu lavaplatos." La voz ronca de Harry me hizo incorporarme como un resorte, apretando la zanahoria que tenía en mis manos con fuerza. "Intenta no descomponerla al menos por un par de días." Se escuchaba tranquilo detrás de mí, seguramente sin haber notado mi presencia entre los estantes.

"¡Esa cosa siempre se descompone! Sería más fácil si vinieras a vivir a casa de nuevo." Reprocho James.

"Sabes que no puedo hacer eso." Respondió Harry sin alterarse. Ambos se quedaron callados durante los siguientes minutos y yo me mantuve quieta, esperando que Harry se fuera para poder pagar mis cosas e irme.

"Han pasado más de cuatro años. No puedes seguir viviendo de esta manera, ella-"

"Basta." Esta vez, la voz de Harry se escuchó tensa. Contenida. Como si estuviera a punto de perder el control y estuviera intentando no hacerlo. Mis manos decidieron que ese era el momento perfecto para dejar caer la zanahoria al piso, rompiendo el tenso silencio. Sin necesidad de voltear, casi sentí el momento exacto en el que la mirada de Harry se posó en mí. Hice una mueca de vergüenza, pero me mantuve completamente inmóvil. Tome aire un par de segundos y después, en el completo silencio que había en el lugar, me agache con el poco orgullo que me quedaba y levante la condenada zanahoria para meterla en una bolsa y ponerla junto a mis demás compras.

Estuve algunos minutos aun volteada, fingiendo escoger más fruta. Estaba esperando a escuchar las zancadas largas de Harry salir de la tienda, pero estas nunca llegaron.

En cambio, me sobresalté, dejando salir un pequeño grito de sorpresa cuando sentí una larga caricia húmeda en una de mis manos. Baje la mirada hacia una juguetona Brooke, quien me miraba con su bonita cara ladeada y su cola moviéndose de un lado para otro.

"Hola Brooke." Murmure quedamente, sin embargo mi susurro se escuchó perfectamente en toda la tienda. "¿Cómo estas, bonita?" La acaricie entre sus ojos, haciendo que ella respondiera por ponerse en dos patas emocionadamente, abalanzándose contra mí.

"¡Brooke, abajo!" Rugió Harry, del otro lado de la tienda; pero haciendo caso omiso a su dueño, Brooke comenzó a repartir un sinfín de besos en mi rostro, haciéndome reír involuntariamente. Deseando un poco del cariño no recibido en años, rodee el cuerpo de Brooke con mis brazos, dándole besos de regreso en su cabeza. "Brooke." Dijo con tono autoritario Harry detrás de mí, seguramente a tan solo un par de pasos. Ante el tono de voz hosco de Harry, tanto Brooke como yo dejamos de movernos y en un pestañeo, yo deje de abrazarla y ella se sentó, con sus orejas hacia atrás, mirando a Harry detrás de mí.