Capítulo 3

9.3K 502 172
                                    


Al día siguiente aún tenía muchos nervios también, aun no estaba segura de sí podría entablar conversaciones directas con Noah porque ayer por la tarde, luego de que hayan vuelto su abuela y hermanita, no se mostró tan comunicativo como lo hizo cuando estábamos solos.

Sí, al principio pensé que íbamos a llevarnos bien cuando me dijo que yo le agradaba, pero era difícil de momento, ya que apenas nos hablamos un día y específicamente media mañana, y hoy era otro día, por lo que dependería de su estado de ánimos. Yo iba con todas las ganas a pesar del nerviosismo.

Tarah me dijo que busque en internet cosas que podría hacer con él, además que Noah ya había dicho que en su tiempo libre leía o escuchaba música o jugaba video juegos. También yo jugaba video juegos con Tomás y mi padre algunas veces, como Mortal Comba o partidos de futbol, también tenía mi propio CD de juego de Hannah Montana para la consola de mi hermano.

Pero como ya dije, era muy pronto para hacer todo eso con Noah, además de que me entró la duda de que si yo estaba para hacerle compañía, ¿por qué su abuela y hermana estaban aquí? ¿Qué pintaba entonces en este empleo?

Respira, Gianna. Solo es tu segundo día.

Rodé los ojos a mi conciencia y me dispuse a revisar mi teléfono mientras esperaba que Noah o Liv se levantase. Amanda se encontraba en la cocina, revolviendo cosas de allí, que más tarde me dio curiosidad de qué tanto tramaba, por lo que fui donde ella.

-¿Qué hace, abu? –pregunté. Sobre la isla, habían varios materiales como cucharas, boles y la batidora, e ingredientes como harina, leche y lo que supuse sería vainilla liquida.

-Intento hacer galletas, pero creo que me falta un ingrediente. –me dice ella mientras muestra la preparación que hay en un bol.

-¿Qué clase galletas?

-Galletas de maicena. Y aquí me dice que la masa debe ser algo dura, pero por más que bata no se hace dura. –responde mientras me señala su libro de cocina.

Sabía hacer ese tipo de galletas, por lo que rápidamente me encontré encima de Amanda verificando todo. Miré más sobre la mesada y controlé los ingredientes: azúcar, huevo, vainilla, harina y polvo de hornear. Me lavé las manos en el fregadero y me giré para ella nuevamente.

-¿Me lo permite? –pregunté señalando la masa. – Sé hacer estas galletas.

-¿Sabes cocinar?-preguntó tendiéndome la cuchara y el bol.

-Solo cosas dulces y algunas comidas básicas. –sonreí. Con un dedo probé la masa.

Y sí, faltaba algo. Y lo más primordial.

-¿Le puso la maicena? –pregunté.

-¡Oh por todos los santos! ¡No! –exclamó ella para luego estallar en carcajadas. Yo, por educación, solo sonreía, no podía reírme de una persona adulta y más cuando llevamos dos días apenas conviviendo.

Resulta ser que no había maicenas en el almacén de la casa, por lo que me ofrecí a ir a comprarlos de alguna tienda de la calle. Amanda me dio dinero y me encaminé hacia la despensa que había a un lado de la casa de mi mejor amiga.

¡Ella estaba despierta!

-¡Gianna! –saludó ella saliendo del consultorio de su mamá.

-Hola. –saludé. –Vengo a comprar maicena, la abuela de Noah no tenía y quería hacer las galletas.

-Vamos, te acompaño. –juntas caminos los veinte metros que nos separaban del mini market. - ¿Cómo vas? ¿Ya sabes qué hacer con Noah? Digo, para entablar conversa...

Te adoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora