Capítulo 21

8.1K 393 44
                                    

En multimedia: Tarah e Ian
-----

Resulta ser que el tiempo había transcurrido demasiado rápido y no sabía si ponerme contenta o triste, porque mi último año de niña se había ido volando. Mentiría diciendo que me pondría triste, ya que no aprecio mucho el colegio. Lloraría, sí, pero de felicidad.

-Lágrimas de felicidad no existen, solo es tensión acumulada. –había dicho el nerd de mi novio.

Pero no importaba, yo estaba sumamente feliz porque acababa el colegio.

¡Estábamos ya en octubre!

Y eso quiere decir: Últimos exámenes.

Ya había recibido mi horario y me ponía a leer algunos temas días antes de que empezaran, porque no quería reprobar ninguna materia; también asistí a todas las clases de danza y bailaba mejor que nunca. Mis padres se habían reído cuando les conté aquel aplazo y lo divulgaron por toda la familia, haciéndome el hazme reír de todo el mundo.

Me encontraba también un poco estresada y de mal humor últimamente, y todo gracias a mi instituto o mejor, gracias a los profesores que no saben ser maestros y te tiran miles de cosas todo a la vez para aprenderte.

En mi caso y la de mi amiga, memorizar; no creo que recuerde el año que viene lo que estudio ahora, aunque ni tampoco creo recordarlo después del examen.

Mis conocidos decían que debía de haber disfrutado este último año, ya que la facultad no es fácil. Yo lo sé, me iba a tocar medicina, que no es para nada fácil, amigos míos. Pero era lo que me gustaba y apasionaba desde pequeña; por más que tendré materias que seguiré odiando nada me parará hasta conseguir mi título.

¡Encima iba a ir con mi novio a la universidad!

Noah estaba más que seguro que iniciaría la carrera de Humanidades, la cual comenzaba su cursillo el mes siguiente y estaba sumamente metido en sus nuevos proyectos previstos. ¡Y a que no saben! el chico este, Gabriel, se había comunicado con él para brindarle su ayuda y apoyo. Incluso llegaron a conocerse en persona, porque Gabriel iba a dar a Noah unos libros en braille que le iban a servir un poco para su estudio.

El día que lo conocimos, sí, yo también había ido, admito que se me aceleró el corazón un poco. Y mi novio, después del almuerzo que hicimos en un restaurant lujoso, me había hecho una escena de celos cuando estuvimos en su casa.

-¿Qué te pareció? Tú fuiste la que me habló primera de él. –había dicho Noah.

-La verdad es bastante guapo. –admití.

-¿Qué tienes con los ciegos, Gianna? –preguntó él bromeando.

-¡No lo sé! Pero no tengo oportunidad con él. Tiene novia. –hice un puchero tanteándolo.

-Gianna. –alargó la última letra de mi nombre algo cabreado. Reí.

-¡Es broma! Tú eres el único que me hace perder la cabeza. –me defendí mientras me arrojaba en sus brazos.

Bueno, la verdad no hizo ninguna escena, fui yo la que lo provocó.

-Amor, recuerdas que dijiste donde él trabajaba, ¿verdad? –preguntó al rato Noah.

-Sí. En la Cámara Honoraria Judicial. Respondí haciendo una mueca de inseguridad, aun en los brazos de mi hombre. Él rió por lo bajo.

-Es Honorable Cámara de Senadores. –hice un sonido tratando de aguantar una risa.

-¿Y dónde yo voy a saber? Era lo que recordaba. –me defendí.

-También trabajó en el Banco Central, ¿puedes creerlo? –Noah sonaba fascinado.

Te adoroWhere stories live. Discover now