Capítulo 8

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Eran las seis y cuarenta cuando sequé el último sudor de mi frente. Limpié de pies a cabeza la casa, tanto los baños como los dormitorios y sala de estar, ¡hasta el patio!

Mi padre estaba duchado y preparando la parrilla para el asado. Tomás estaba duchado y explotando pirotecnia con sus amigos en la calle. Mi madre estaba duchada, con su vestido puesto y dándole los últimos retoques a la mesa para diez personas en el comedor. Mi nana estaba duchada y en su dormitorio alistándose.

-¡Ve a ducharte! –gritó mamá en cuanto me vio observando mi hogar impecable desde la mitad de la escalera.

Corrí escaleras arriba los últimos peldaños directo a mi habitación; mi vestido color crema de encajes estaba bien tendidito sobre mi cama acompañado de mis nuevos Keds –Skirt Blue. Tomé mi toalla rosada de la silla del escritorio y me apresuré al baño.

El agua templada que caía de la ducha se llevó todo sudor y estrés de mi cuerpo. Me lavé el cabello, me hice una depilación completa, me fregué el cuerpo con esponja y salí con la piel irritada. Apresuré en pasar la crema hidratante por mi cuerpo, el cabello lo envolví en la toalla mientras me ponía el sujetador y bragas, (¿Cómo hice eso? Una mujer tiene súper poderes) metí mis pies en el calzado, deshice mi cabello fuera de la toalla y lo peiné mientras le pasaba el secador a medias.

No sé por qué te arreglas tanto, ni puede verte. – me habló mi conciencia mientras me miraba en el espejo del tocador. Que depravada eres.

Me rocié con perfume de frutilla y entré en el vestido. Era de manga tres cuartos de corte campana con cuello U y hasta cuatro dedos por encima de la rodilla. Me miré en el espejo de cuerpo completo, admirándome, estaba bien. Cuando vi la hora, marcaban 20:07 minutos. Tomé una vincha colocándola en la raya que separa mi fleco con el resto de mi cabello.

Antes de salir observé por mi ventana, podía ver el auto de mi familia estacionado en el garaje y en la vereda a muchos niños jugando. Salí de mi habitación, y mientras bajaba la escalera peinaba mi fleco, el cual se abría en medio de mi frente. Malditos flecos, murmuré para mí al mismo tiempo que la puerta principal se abrió en un gran estruendo que me hizo sobresaltar.

-¡Llegaron los invitados! –gritó Tomás entrando a la casa. Pude ver en cuanto llegué al último escalón, hacia afuera. Toda la familia Galler se estaba bajando de la Jeep, y mi corazón se aceleró cuando divisé a Noah.

Di pasos largos hacia la entrada, mi familia pisándome los talones. En cuanto llegué al portón que daba a la calle, Liv gritó mi nombre en saludo.

-¡Gianna! –dijo corriendo hacia mí. Me agaché hasta su altura y nos dimos un pequeño abrazo.

-Hola, Liv. –le dije.

-Estás muy guapa. – comentó en cuanto nos alejamos.

-Tú también estás hermosa. –dije observando su vestido rosa hasta las rodillas. – Hola a todos. –saludé en general. – Pasen, por favor. Ya los estábamos esperando. –sonreí.

-Te seguimos. –dijo el señor Galler.

Liv me tomó de la mano y avanzamos primeras, seguidas de Amanda, Camille con Noah y por ultimo su padre. A la puerta principal había un pequeño espacio antes de llegar a la sala, mi familia se encontraba allí sonriendo.

-Ellos son los Galler. La señora Camille, el señor Steven, la abuela Amanda. Ella es Olivia y él, Noah. –señalé a cada uno.

-Pueden decirme Liv.-habló la pequeña. A los que algunos rieron. Vi de reojo a su hermano sonriendo, y me acaloré a causa de eso.

-Mucho gusto, Liv. –saludó mi padre.

-Ellos son mis padres. Ricardo y Pamela Migliore. Mi nana, Erika y mi pequeño hermano, Tomás – conté.

Te adoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora