Capítulo VII: Oscuridad interrumpida

1.6K 144 10
                                    

Lydia se restregó las manos, nerviosa, sobre la falda. Miró fijamente a la mujer sentada detrás del escritorio y tragó saliva. Uno pensaría que sería fácil hablar con su madre, pero no era que tuvieran la mejor de las relaciones, no después de todo lo ocurrido.

—Lydia, puedo sentirte mirándome —Su madre alzó la vista de los papeles que tenía desperdigados en la mesa. Los lentes ligeramente inclinados hacia abajo fueron acomodados rápidamente por esta, quien esperó, paciente.

—Yo... necesitaba... —Abrió la boca y la volvió a cerrar, acercándose lentamente. «Es la única manera» se recordó—, necesitaba preguntarte algo.

Natalie Martin frunció el ceño, primero ante la vacilación de su hija y su evidente nerviosismo, segundo, por el hecho de que tuviera que preguntarle algo. Desde aquella noche en la que había revelado su pasado, no habían vuelto a tener una verdadera charla. No es como si la hubieran tenido antes, sabía que su hija nunca podría perdonarle lo que hizo, ni siquiera si había sido para protegerla.

—Dime —La alentó.

Lydia volvió a restregar sus manos sudadas en la falda, otro de sus gestos nerviosos que no podía controlar. Cuando Parrish le había preguntado cuál sería el siguiente paso, Lydia temerosa había dicho que solo tenían una alternativa: hablar con su madre. Y a pesar del ofrecimiento de este para hacerlo, ella sabía que era su deber hacer la pregunta.

La pregunta que siempre había temido hacer.

—Necesito que me digas cuál fue la razón por la que me enviaste a Eichen House cuando era pequeña.

Soltó las palabras de golpe, no respirando en ningún momento, hasta que acabó. Y luego, esperó.

Su madre, de repente pálida, alzó una temblorosa mano hasta quitarse los lentes. Su rostro avergonzado y sumido en la pena del pasado fue suficiente para Lydia, pero sabía que debía continuar.

—Ya hablamos de esto, lo que escuchaste...

—Sí, lo sé —Le cortó ella—, sé que escuché algo realmente malo, pero necesito saber qué eran, qué sucedió y por qué me enviaron lejos.

—Yo... —Natalie Martin se quedó en silencio, conmocionada ante la reguera de preguntas que siempre supo que algún día llegarían. Aunque no tan rápidamente—, no es un buen momento para hablar de esto. Recientemente perdiste a una amiga, cariño, eso solo es agregarle más factores al trauma y...

—Necesito saberlo —Dijo Lydia, dando un paso al frente, su voz aumentó, dando nota de su nerviosismo—, necesito saber la verdad.

Su madre la miró, preocupada.

—¿Estás sintiéndote bien cariño? Porque puedo llamar a Marin para una cita si lo necesitas.

—¡Mamá! No necesito una cita con una psiquiatra, necesito saber la verdad ¡LA VERDAD! —Apretó los ojos, maldiciéndose por haber perdido el control cuando había prometido no hacerlo.

La mirada de su madre se tornó glasear.

—No es buen momento para hablar de eso ahora —Se levantó, cerrando la carpeta de golpe—, vete a tu cuarto ahora mismo.

Cuando se disponía a salir, la voz de Lydia la detuvo.

—Ellos regresaron.

Natalie Martin se congeló en su lugar, el aire fue expulsado de golpe de sus pulmones y su piel se volvió casi blanca.

—Ellos regresaron —Repitió Lydia—, y creo que fue debido a mí.

Su madre se giró, lentamente, y la miró.

—¿Qué te hace creer eso? —preguntó.

—Porque los he escuchado de nuevo —Lydia tembló—, y creo que vienen a por mis amigos.

Con paso lento y cansado, la señora Martin se sentó en el sofá, temblorosa. Lydia caminó hasta arrodillarse a su lado, su rostro surcado por líneas de preocupación.

—Mamá... necesito saber la verdad. ¿Qué sucedió antes de ser enviada a Eichen House?

Los ojos inundados por lágrimas de la señora Martin se clavaron en los de su hija.

—Ellos te llevaron.

***

Stiles frenó el jeep frente a la casa de Scott, el silencio reinó entre ambos. Desde que le había contado lo que le había dicho Malia, su amigo fue incapaz de decir palabra alguna, a pesar de los reiterados intentos de Scott de hacerle hablar.

—¿Qué vamos a hacer? —pregunto Stiles, su mirada clavada en un punto inexistente en el frente.

Scott tragó saliva.

—No lo sé, hablaré con ella, intentaré ver si sabe algo... —Él dijo, haciendo una mueca.

—¿Por qué pensaste que no podías contármelo? —La pregunta quedó colgando en el aire, Scott lo vio, sorprendido.

—Fue... fue por la forma en la que me miraste aquel día —Dio una larga exhalación—. Estabas ahí, en ese hospital, y lo único que podía pensar es que si no fuera por Lydia, no te habría sucedido nada. Y sé que es algo horrible que decir, pero... no sabía quién era, Stiles. No la conocía como ahora.

El ceño de Stiles estaba fruncido, concentrado en algún pensamiento que se reproducía incansablemente en su mente.

—Conozco la diferencia, ¿sabes? —Scott le miró, confundido.

—¿Qué?

—Sé lo que es proteger a tus amigos —Le miró—, pero tendrías que habérmelo dicho, no tendría que haberme enterado de esa manera.

Scott lo miró con pesar.

—No sé por qué no te lo dije aquella noche, quería hacerlo, explicártelo todo. Pero... no podía. Quería decirte por qué hice lo que hice, pero... —No pudo acabar.

Stiles apretó la mandíbula.

—Cinco minutos más y podría haberlo entendido, podría haber comprendido por qué tomaste esa decisión. Deberíamos haber seguido hablando.

—Era algo que debía suceder, el Nogitsune sabía que no continuaríamos hablando. —Luego de pronunciar el nombre del monstruo, Scott dio un leve lamento, casi imperceptible—. Sobre eso... yo... no quería que pasara así.

Stiles le miró, sin entender a qué se refería.

—¿Así cómo?

Apretando las manos, Scott miró al frente, la nada dándole la bienvenida. Las silenciosas calles de Beacon Hills, desprovistas de gente, llena de peligros. Era gracioso como antes solía ser una de esas personas que creían que lo peor que podía salir en la noche era un ladrón.

Ahora conocía a los verdaderos monstruos.

—Sabía que tarde o temprano, uno de nosotros iba a tener sangre en las manos. Yo medio pensé que sería Malia y no Lydia.

—Si lo que me dices es cierto, ella ya está trabajando en ello —Stiles hizo una mueca sarcástica.

Scott lo miró, con tristeza.

—Siempre pensé que si tenía que pasar, sería yo. Soy yo el que siempre los pone en peligro, arriesgando sus vidas por gente que ni siquiera conocen. Tendría que haber sido yo.

Teme | Teen Wolf #6|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora