Capítulo 6 (Parte II) 💘

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Capítulo 6Parte II💔

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Capítulo 6
Parte II
💔

Tuve que esperar cerca de una hora para que la administración validara mi premio. Qué manera de odiar la burocracia, si no fuese porque había pasado una gran vergüenza por todos esos productos y porque nos ahorraría un montón de dinero a mí y a Jane, me habría ido sin más.

Una vez que estuvo todo listo, tuvieron que empacar la mercancía, así fue como acabé con cuatro pesadas bolsas a cuestas.  

De por si, sacar los paquetes del supermercado fue un desafío.  Para salir, debía que pasar por el estacionamiento, pero antes tuve que dejar las bolsas en el suelo por un momento, para revisar mis enrojecidos dedos.

No podía tomar un bus así, ni tampoco podía pedirle a Jane que viniera a ayudarme.  Era tarde, cerca de las nueve, estaba demasiado oscuro como para andar sola en las calles.

Saqué mi móvil, dispuesta a llamar a un taxi, cuando la bocina de un auto me sobresaltó.

Ahí estaba Eros, montado una camioneta negra.

—¿Necesitas transporte? —preguntó con la ventanilla abajo.

—¿Es en serio? —pregunté.

—No pensaste que iba a dejar a una dama sola, en medio de la noche, con todos esos paquetes.

Antes que pudiera responder, Eros bajó de su auto y recogió mis cosas, lanzándolas en el asiento trasero. Pensé en los huevos, y supe que probablemente no llegarían enteros, lo que era bastante irónico, ya que en un principio mi objetivo era comprar pan y huevos.

Cuando Eros terminó de cargar la camioneta, abrió la puerta del copiloto y me hizo una señal con la mano para que subiera.

En vista que no tenía ninguna mejor opción, acepté su oferta.

El interior de la camioneta olía a bosque, si bien sabía que era un aromatizante procesado, se sintió agradable.

Eros seleccionó una canción en el computador del automóvil, y comenzó a tararear alegremente.

—No sabía que los dioses conducían —comenté.

—No todos lo hacen —convino.

Asentí comprensiva.

—El culto debe ser bastante bueno para las finanzas —Me burlé.

Era imposible que un dios desempleado se comprara semejante camioneta.

—Querida Lizzie, Grecia está en crisis —Me recordó.

—¿Y entonces?

—¿Acaso crees que eres la única interesada en un pacto con el dios del amor?

Sin despegar la vista del camino, una sonrisa pícara se asomó en sus labios.

—Seguramente no —murmuré, no sabía por qué me apenaba, pero lo hacía.

Cupido por una vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora