Capítulo 45 💘

30.6K 4.4K 1.5K
                                    

—¿Quién es Psique? —interrogué

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Quién es Psique? —interrogué.

Quería ir directo al grano, pero tan pronto escupí la pregunta me di cuenta de lo mal formulada que estaba.

—¿No lo sabes? —preguntó Eros, levantando una ceja, incrédulo.

—Bueno, sí lo sé. Pero no entiendo.

No sabía qué más agregar. No entendía nada, por lo que cualquier información de su paradero sería bien recibida.

¿Acaso rompieron?

¿Se habían divorciado?

No quería preguntar, prefería que él mismo hablara, sin necesidad de insistir el tema.

Eros miró al cielo, permitiéndome un momento para apreciar su figura sin culpas. Era tan guapo que parecía irreal, y me recordé a mí misma que ni siquiera era humano. Se me hacía difícil dimensionar su parte divina cuando insistía en comportarse como un chiquillo la mayor parte del tiempo.

Lo que sí resultaba bastante fácil, era darse cuenta que los griegos no exageraban cuando describían a sus dioses como poseedores de una gran belleza.

Cuando Eros volvió a centrar su atención en mí, la seriedad que había en su expresión me sorprendió, casi como si fuera otra persona.

—Psique murió —confesó al fin.

Todas mis palabras de consuelo murieron en ese momento. Estaba lista para que me dijera que su novia lo había traicionado, que se había ido con otro, o que habían tenido diferencias irreconciliables, incluso estaba preparada para escuchar que Zeus la había maldecido, que se la había tragado un río, o que se había convertido en un cangrejo. Todo era posible para mí, después de enterarme que la chica de Apolo se había transformado en un árbol.

Jamás esperé escuchar que había fallecido.

—Yo creí que los dioses no morían —dije.

Era lo peor que podía decir en un momento así, pero fue todo lo que logré hilar de un modo coherente en mi cabeza.

—No, pero Psique recibió su inmortalidad como un regalo de Zeus, solo bastó que renunciara a ella un día para que otra persona tomara partido.

Todavía me negaba a aceptarlo.

—Pero... No tiene sentido. No soy experta, pero no recuerdo haber leído algo así.

—Nuestra historia dejó de escribirse hace mucho tiempo —explicó—. Los humanos ya no son conscientes de lo que hacemos, podemos lanzar maldiciones sin que nadie se entere, casarnos, ser infieles, nuestra vida ya no forma parte de la farándula griega. Y aún cuando lo fue, no esperarás que se enteraran de todo.

Eros dio un paso hacia adelante para alcanzarme, pero yo retrocedí, incapaz de asimilar la noticia.

Quería preguntar qué le había sucedido, pero no encontraba las palabras.

Cupido por una vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora