Capítulo 15💘

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Mi madre nos recibió a todos con una radiante sonrisa y una cálida cena junto a la chimenea, para alejar el frío de la noche

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Mi madre nos recibió a todos con una radiante sonrisa y una cálida cena junto a la chimenea, para alejar el frío de la noche.

Así era ella, tierna, atenta y dedicada, Amaya Sagarra, era más parecida a su hija mayor, la menor, lamentablemente había sacado los genes de su progenitor masculino.

—No saben lo feliz que estoy de tener a mis niñas en casa —comentó, mientras servía el pollo recién horneado.

A su lado, Vanessa revoloteaba, fingiendo ser alguna especie de animal salvaje.

Vanessa Cardozo era la más pequeña de la familia, mi tío Robbie la había traído por el fin de semana, para que su hermana se hiciera cargo de ella, y así poder terminar un proyecto en el que estaba trabajando.

—¿Por qué está el auto de Henry aparcado afuera? —preguntó Jane, de pronto.

Miré por la ventana de la cocina, y efectivamente, descubrí un viejo automóvil negro estacionado junto a la casa.

—Tú tío le pidió a Henry que trajera a Vane —contestó mi madre—. Ese hermano mío está tan ocupado que ni siquiera es capaz de traer a su propia hija.

—¿Va a dormir aquí? —pregunté preocupada.

—Y sino, ¿dónde? —replicó mi madre.

Jane fue incapaz de contener su alegría.

—¡Que perfecto! Mañana podemos ir los cuatro a recorrer, podemos subir el cerro hasta el arroyo y mostrarle el sitio a Victor —exclamó.

Hice una mueca de disgusto, el mundo parecía conspirar en mi contra este fin de semana.

—¿Por qué pones esa cara, Liz? —interrogó mi cuñado.

—No es nada, solo creo que despertaré inexplicablemente enferma mañana —respondí.

Henry era algo así como un primo para nosotras, su padre quedó huérfano cuando niño y fue criado por mi abuela, como un hijo más, en consideración a la gran amistad que tuvo con la difunta señora. Mi madre y mi tío veían al padre de Henry como un hermano, y por ende, era nuestro primo en afectos.

—Entonces nos quedaremos pintando —propuso mi pequeña prima.

—Tú y Henry se llevaban bien cuando niños, no entiendo porqué lo evitas ahora —comentó mi madre.

—Es que Henry se le declaró poco después de ser aceptada en la universidad —explicó Jane, despertando aun más el interés de su novio en escuchar la historia.

—¿Y qué ocurrió luego? —preguntó inquisitivo.

—Por favor, no me hagan recordarlo —supliqué.

—Tuvieron un noviazgo de veinticuatro horas —contestó mi hermana—. Fue de esos romances cortos pero intensos.

Todo el mundo se echó a reír mientras yo me hundía en la silla. Este era justamente el tipo de acontecimientos que no quieres recordar cuando el chico que te gusta está de visita.

Cupido por una vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora