Capítulo 11 💘

39.8K 5K 759
                                    

—¡Lizzie! —La voz de Jane resonó por todo el apartamento—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Lizzie! —La voz de Jane resonó por todo el apartamento—. ¡Explícame por qué el lavabo está teñido de rojo!

—No es nada —grité de vuelta, sin deseos de explicarle que había vuelto a cambiarme el color del pelo.

Aun así, mi hermana entró a mi habitación echando bramidos en mi contra. La escuché sin ganas de entrar en una discusión, conocía de antemano su opinión sobre mis constantes tinturas. Tampoco estaba en mis planes dejar la casa sucia, iba a limpiar, solo que más tarde.

—Vas a dejarte el pelo tieso, como la paja —aseguró Jane—. Y recuerda que Victor viene a buscarme y puede querer pasar al baño.

—Oye, detente ahí. Que Victor y tú se estén conociendo, no significa que no él no me conozca a mí —alegué y al instante, deseé no haber dicho nada.

Jane me miró dolida, se cruzó de brazos y esperó mi disculpa. Pero no podía pedir perdón por algo tan cierto como eso.

—Si tuvieras novio me entenderías —replicó.

Golpe bajo.

—Es una pena que no piense dejar la soltería aún.

—No hables como si tuvieras treinta.

—Y tú no uses frases que parecen sacadas del vocabulario de mamá.

Jane cogió la almohada más cercana y me lo lanzó. Me cubrí con ambas manos y respondí arrojando la misma almohada.

Era horrible terminar una discusión así, pues no me permitía odiarla, por el contrario, creo que cada día amaba más a mi hermana.

—Hablando de mamá, este viernes llevaré a Victor al campo, para que se conozcan —dijo.

Abrí los ojos, manifestando lo mucho que me impactaba la idea.

—Oh, bien —respondí.

—Debes ir —exigió Jane.

Combo breaker.

—¿Yo?

Jane rodó los ojos.

—Sí, tú, mi hermana menor, la única que tengo. ¡No puedes abandonarme en un día tan importante! Además, no podría llamarse un "almuerzo con la familia" si no estas.

—Vale, vale —interrumpí—. Lo capto.

Jane me dedicó una enorme sonrisa de satisfacción y salió de mi cuarto saltando de la emoción. Inmediatamente, dejé que mi cuerpo cayera sobre la cama, resoplando con frustración. El contraste era increíble.

Por segunda vez consecutiva, Jane me obligó a subir en el Kia. La odiaba. Lo que menos quería ser era la hermana entrometida, esa que no te puedes sacar de encima y ella insistía en tenerme cerca.

Cupido por una vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora