6

60 2 6
                                    


Hoy encendí una vela en tu nombre, tal y como solías hacer tú; esperando que estés bien y a salvo, queriendo que, a pesar de tanto ruido, escuches mi susurro diciendo y recordando la promesa que te hice de no abandonarte.

Al encenderla, miré la luz de aquella pequeña vela iluminando; esa oscuridad en la que me encontraba, pensando en ti, en mí, y en nosotros, en como estando contigo mi mundo se iluminaba, así fuera solo un poco.

Estuve tan absorto viendo la llama que fue fácil darme cuenta como se mecía al compás del viento y entonces ahí, justo en ese momento, recordé como éramos y cómo luchábamos. Y en algunos casos, cómo nos dejábamos llevar, con esos vientos que amenazaban con apagar nuestra llama, nuestro pequeño fuego en la oscuridad, nuestra pequeña llama de esperanza.

Oh cariño, quisiera decir que esa llama iluminó por mucho tiempo, pero entonces estaría mintiendo.

La llama se apagó cuando un silencioso viento pasó veloz a través de ella, apagando cualquier rastro de luz. Dejándome solo en la oscuridad absoluta, sin saber bien que hacer, sintiéndome perdido en un mundo en el que no encajaba, en un mundo lleno de tinieblas cuando yo ya estaba acostumbrado a la luz, a la esperanza, al calor; y entonces esos recuerdos llegaron a mí y con ellos, las preguntas que por tanto tiempo había tenido guardadas.

¿Así fue como terminó el "nosotros"? ¿Cuándo un pequeño error destruyó todo lo que con tanto esfuerzo habíamos construido? ¿Fue así como nuestro castillo se convirtió en unas triste ruinas? ¿Cómo dejamos que un intruso pusiera una bomba entre nosotros? O, peor aún, ¿Cómo dejamos que explotara y nos destruyera a los dos?

Podría haber dejado de intentar encenderla de nuevo, pero no lo hice, el deseo de ponerte a ti al frente siempre fue más grande que ponerme a mí de primeras, tal vez fue por eso por lo que me llamaron un suicida sentimental, porque cuando sonreías yo parecía entender la vida y al mismo tiempo, me rugía el alma por saber que misterio guardabas detrás de esas pestañas. Si eras capaz de prenderle fuego a la lluvia o simplemente salir y ser parte de ella.

Vi lo sensible y frágil que podía ser una llama al entrar en contacto con el viento, y entonces vino a mi mente tu cuerpo y tus cicatrices; la imagen que tenías de guerrero invencible con tu mirada siempre fría y tu actitud de poder con todo. Pero en la noche; cuando la luna caía, cuando te quitabas la armadura; eras tan sensible como aquella llama, tan susceptible a derrumbarte por cualquier cosa insignificante. Siempre me preguntaba cómo lo hacías, como parecías ser un animal, pero al mismo tiempo ser humano. Como muchas veces eras huracán y otras veces, eras una tarde de otoño. Cómo dejabas que el fuego que te inundaba por el miedo de las pesadillas se apagara en mis brazos mientras llorabas en silencio.

El fuego que existía entre los dos podía provocar un incendio en cuestión de minutos, nos dejábamos llevar y la llama se propagaba sin problema alguno. El calor que emanabas a mitad de la noche, en tu auto, conduciendo a toda velocidad; me provocaba un sentimiento de estar en casa, en el lugar adecuado. Como si no fuera una simple estrella en aquel cielo estrellado; sino la más grande de todas.

Te rompías, te arrastrabas en el suelo pidiendo a gritos ayuda para reconstruirte y me tenías a mí al instante, buscando a ciegas esas piezas faltantes, cortándome con la más afiladas de ellas. Pero luego tú me curabas, ponías tus manos encima de ellas y tu calor me embriagaba, me calmaba y yo confiaba ciegamente en ti, en que tu amor y tu luz fueran suficientes para sanar cualquier herida.

Nunca tuvimos una regla para querernos, para amarnos. No teníamos una forma acertada de cómo hacerlo, solo pretendíamos dar lo mejor de nosotros, ser la mejor definición de amor posible. Sin ataduras, ni celos, solo sabiendo que la otra persona era libre y que a pesar de todas las opciones disponibles nos escogimos entre tantas por algo especial que nos unía, como si el destino fuera nuestro aliado y gran parte del porque seguíamos juntos.

Por mucho tiempo pensé que tú fuiste hecho especialmente para mí, porque nadie pudo apartarnos durante tanto tiempo. Porque estaba seguro de que la persona que debía encontrar eras tú. Porque todo dependía de nosotros como equipo. Porque nunca nadie nos dijo lo que debíamos ser o no y aunque lo dijeran, nosotros jamás hicimos caso a eso, porque éramos nosotros solos los que reescribíamos nuestros destino, éramos nosotros los que acomodábamos las estrellas para hacer una constelación completa, pensando que en algún momento el mundo sería nuestro.

Un beso no bastaba para saciar mi sed de ti, perdí batallas enteras en tus labios, mientras tus brazos me abrazan cada vez con más fuerza, como si temieras mi partida en algún momento. Pero no tenías por qué cuidarme, porque desde el principio sabía que tus besos mataban y aun así me sumergí en ellos; como un soldado que es capaz de dar la vida por su patria. Y aunque tú jamás me juraste que saldría ileso, era feliz en tus brazos, porque siempre fuiste un experto en robarle latidos a mi corazón.

Cuando me apartaba de ti, me sentía frío, y solo pensaba en el momento de ir directo a casa, contigo, envuelto en tus brazos, siempre llenos de calor para mí. Porque cada que estaba contigo yo bajaba la guardia, me desvestía completamente contigo, en alma y carne. Me mostraba completamente indefenso a ti, porque sólo a tus ojos mostré mi corazón, y tu hiciste lo mismo conmigo y cada vez que alguno de los dos olvidaba quien era en realidad, era suficiente con ver los ojos del otro porque justo ahí estaba la verdad de nosotros.

Pero nadie puede controlar el fuego, cariño. Tal vez nuestro fuego fue demasiado para nosotros y no pudimos pararlo a tiempo, tal vez incendiamos más cosas de las que esperábamos y entre ellas estábamos nosotros y nuestro amor, se consumió tan rápido como el fuego puede consumir una hoja, tan efímero que no supimos con exactitud cuando pasó, tal vez después de tanto calor, buscabas algo de frío, de calma, de paz, tal vez fue por eso que me dejaste de lado para irte... fue la bomba que detonó entre nosotros, destruyéndome a mí y a nosotros.

Esperaba la frialdad del mundo después de tanto calor, y lo acepté después de todo, sin peros ni reclamos, pero el extrañar con tanta intensidad algo tan simple y cotidiano como la curva de tu sonrisa o los hoyuelos cada vez que lo hacías, el tono de tu voz o el brillo de tu mirada me tomó completamente por sorpresa, tú estabas allá y yo permanecía aquí, distantes, ajenos, perdidos y sin buscarnos.

Tal vez irte fue lo mejor que pudiste hacer, no quería que vieras mis lágrimas, no quería que te mojaras, te ahogaras o murieras de frío.

Tenía tanto tiempo mirándote, que fue fácil para mi darme cuenta de que esa llama que había nacido entre nosotros se fue apagando poco a poco por el frío de ese viento que siempre había querido nuestras llamas, nuestra luz, nuestro calor, pero que lo único que consiguió fue frío y destrucción.

Dicen que el amor quema, y yo ya soy cenizas.



Aquí estoy abrazando una camiseta tuya que me lleve en la maleta sin querer queriendo. Aun no entiendo como paso todo, no sé cómo pasaste de ser mi todo, a ya no estar en mi vida, me duele recordarte, y lo que más me duele es que por más que yo quiera ya no puedes sentir el mismo amor por mí.

Ha sido muy difícil, creo que más para mí, soy yo quien ha sido el más juzgado, porque según todo el mundo, tu eres un gran chico, que no le hace nada a nadie. Soy el que te lastimo, el que te uso, pero no es así. Yo me esforcé cada día por darte lo mejor de mí, pero jamás lo valoraste. Llevar el peso de esa relación era muy cansado, yo era el único que remaba, tú sólo lo hacías ocasionalmente. Cuando deje de esforzarme tanto, fue cuando todo comenzó a fallar. No digo que tú seas el malo, para nada. Solo que aquí ambos tuvimos razones para terminar con esto, y que por más que duela, tarde o temprano iba a pasar, yo te quiero mucho, pero no creo que algún día vuelvas a mi vida. 

Lo que nunca te dije -Ryden-Where stories live. Discover now