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- ¿Y dices que estaban en la habitación con la puerta cerrada? - Preguntó de nuevo Nerea, devorando sus galletas.

- Sí, Nerea, pero vamos, que no estaban haciendo nada raro, que no se escuchaba nada. - Rió Amaia mientras acariciaba el pelo de su novia, que reposaba la cabeza contra el hombro de la pamplonesa.

- Nada, chicas, que no van a ser novios, cuanto antes lo asumamos, mejor.

- Venga ya, Miriam, no pienses tan negativa, si se comen con la mirada.

- Eso da igual. - Sopló Aitana, rodando los ojos. - Te puedes comer con la mirada a Brad Pitt pero no vas a ser su novia.

Las cuatro se quedaron calladas, procesando las palabras de la morena. Miriam se encogió de hombros, escondiendo la cara en el cuello de Amaia y dejando varios besitos que arrancaron una sonrisa a su chica.

- Uy, ¿y esos dos?

Preguntó Nerea, señalando una mesa en la que se encontraban Mireya y Ricky, hablando bien bajo para que nadie se enterara.

- Ni idea. - Se encogió de hombros su novia. - Seguro que Ricky no quería estar de sujetavelas con nosotras cuatro. - Rió, arrancando una afirmación a Amaia.

- Puede ser. - Contestó Nerea, terminándose la galleta. - ¿Qué vais a hacer estas navidades?

Mireya tamborileaba con sus largas uñas sobre la mesa, haciendo que Ricky suspirara frustrado.

- Bueno, qué, ¿me vas a contar por qué tienes la contraseña de Raoul?

- Es una larga historia. - Rodó los ojos, posando el móvil. - Pero bueno, sabemos que se ha tirado a Mario y no nos ha contado nada. - Protestó, cruzándose de brazos. Mireya asintió y se encogió de hombros, bebiendo de su café. - Pero este se entera, ¿no me lo quiere contar? Pues se va a joder, que ya lo sé.

- A ver, Ricky. - Comenzó la malagueña, resoplando. - Espera un poco, igual no lo quiere contar todavía, ya sabes como es Raoul. Deja que pasen las navidades y ya si no lo cuenta, se lo sonsacas, ¿te parece?

- ¿Las navidades? - Preguntó el mallorquín, abriendo mucho la boca. - Eso es un montón de tiempo.

- Sí es, pero yo creo que el suficiente.

- Bueno, tú te vas a quedar aquí en Barcelona, ¿no?

- Sí, supongo, ¿por qué?

- Porque yo me voy a Mallorca, así que si Raoul te cuenta algo, ¿me avisarás?

- Que sí, dramática, pero prométeme que no intentarás sonsacarle nada a la fuerza al niño, por favor.

- Que nooooo. - Suspiró él, alargando la vocal. Mireya sonrió y se terminó su café, echando una mirada a la gente de la cafetería.

Agoney y Raoul entraron juntos a la cafetería, como solían hacer siempre, exceptuando que otras veces iban acompañados de Alfred, pero ese día el chico había decidido quedarse con Mimi en la biblioteca para ayudar a la rubia con un trabajo que tenía que entregar antes de las vacaciones, básicamente en dos semanas.

- Pobre Alfred, a lo tonto nos ha ayudado a todos con los trabajos. - Murmuró Agoney, apoyándose en la barra a la espera de que Marina estuviera menos ajetreada y pudiese atenderlos.

- Pues sí, es demasiado bueno. - Sonrió Raoul. - No sé qué haríamos sin él.

- Básicamente nada.

En ese instante, una mano se posó sobre el hombro del rubio, que se giró algo sobresaltado tratando de no atragantarse con su propia saliva al ver a Mario con su impecable sonrisa.

¿Y si probamos nosotros? | RagoneyWhere stories live. Discover now