11

7K 386 1.4K
                                    

El canario fue directo a la habitación, tratando de contener las lágrimas por el camino, con la finalidad de que ninguno de sus compañeros fuera consciente de lo que le pasaba. De que le afectaba lo más mínimo que Raoul se hubiera tirado a su... siendo sinceros, novio.

Abrió la puerta y de nuevo tuvo que tragarse el llanto, pues se encontró con Alfred, tratando de hinchar el colchón del suelo, con la bomba.

- Hola. - Susurró el canario, cogiendo su mochila. - Creo que voy a decirle a alguna de las chicas de cambiarle el cuarto, o dormir en el sofá, o en cualquier otra habitación.

El catalán puso el tapón al colchón y se sentó en él, comprobando su estabilidad. Después, se ajustó las gafas con el dedo índice y miró a Agoney, sin ser capaz de decir nada, con un nudo en la garganta.

- Creo que tengo que ser sincero, - sonrió el mayor, volviendo a hablar mientras se sentaba en la cama. - porque probablemente no entiendas nada.

Más de lo que te crees, quiso gritarle Alfred, pero se encontró sin voz.

- No quiero decir desde cuando, porque lo recuerdo perfectamente, pero estoy jodidamente pillado de Raoul. - Continuó, mirando al chico de reojo, que se acomodaba sobre el colchón en completo silencio. - Y lo siento, por no hacerte caso. Porque tenías razón, está de puta madre que dos amigos se líen sin ningún compromiso, pero no estaba bien que lo hiciéramos él y yo. - El catalán bajó la mirada, mordiéndose el labio inferior. - ¿Sabes? Me siento... mal, bastante mal. Creo que hacía mucho que no me sentía así. Y por un lado pienso que me lo he buscado, que me pasa por ilusionarme como un estúpido con algo que desde un principio tenía fecha de caducidad. Pero permíteme no entender algo, ¿por qué no me lo contó?

El de gafas sabía que aquello era una pregunta retórica, que aquel monólogo era simplemente para él mismo, para desahogarse, pero no pudo evitar contestar. Se sentía tan horriblemente mal por encontrarse en el medio de aquel problema que tuvo que confesar.

- A mí sí me lo contó. - Dijo, en un tono medio de voz. Agoney levantó al fin la mirada de la colcha de la cama, fijándola en el catalán, que movía los dedos visiblemente nervioso. - Lo siento, sé que yo te lo tendría que haber dicho, pero... joder, me lo pidió, me pidió que no te contara nada.

- ¿Cómo que lo sabías? - El canario gateó hasta el borde de la cama, situándose frente a Alfred, que se encontraba unos centímetros más abajo, sobre el colchón hinchable. - ¿Y qué cojones te pidió, Alfred? ¿Y por qué?

- Es que te diga lo que te diga te va a parecer una auténtica gilipollez o una broma, y es lo normal, Ago.

- Dilo.

- Quería que no lo supieras solo porque quería seguir quedando contigo y pensaba que si te enterabas de que había estado con Mario, no seguirías haciéndolo.

- Porque en teoría todo esto era únicamente para que él estuviera preparado.

- Dejó de ser así en el primer beso, aunque no supe verlo. - La voz de Raoul sonó a sus espaldas, sorprendiendo a los dos chicos, que se giraron hacia él. Tenía los ojos rojos y contrastaban con el color azul pastel de su sudadera. - Alfred, - llamó al chico, dirigiendo su mirada a él. - perdón por haberte puesto en medio de esto.

El aludido negó, bajando la cabeza y después miró a Agoney, que volvía a ponerse en pie, cogiendo la mochila que había traído con ropa para el fin de semana.

- Ahora no solo mientes si no que también escuchas detrás de la puerta, te estás superando. - Dejó un pequeño golpe en su pecho y salió de la habitación, dejando la puerta abierta.

¿Y si probamos nosotros? | RagoneyWhere stories live. Discover now