Capítulo 3

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El mensaje



   Ronald se dirigió a la sala cuando estaban su Esposa, hijo y Rose, con cierto nerviosismo causado por sus propios pensamientos, luego decidió que debía relajarse puesto que nada estaba confirmado.

  —Está hecho— dijo él llegando—No quiere bajar.

  —¡Ah!—Gruñó Irene levantándose del sillón—¡Ésa niña, la sacaré de allí!  

  —¡Dale, con la silla!—Exclamó Pablo levantándose también.

   No obstante, Rose la tomó del brazo dirigiéndole una mala cara, empujándola de nuevo, hacía su sillón, tomó un poco una taza del té que estaba en la tetera y luego se la dio a Irene. Rose se levantó del mueble con cierta incomodidad.

  —Creo que estaría mejor si yo le hablase; tiene mucho tiempo que no ve y confesar cosas a tu tía era algo que hacías muy bien, Irene.—Dijo Rose guiñándole el ojo a Irene, ante esto, ella tosió un par de veces mientras que su hijo le ponía una mirada de confusión a su tía.

  —Cómo sea...—Tartamudeó Irene volviendo a tomar un sorbo la taza de té.—Haz lo que quieras.

  —Relájate, estará bien. Pero si no funciona usamos la silla.—Le susurró Rose a Pablo en el oído, asintiendo la cabeza con una mirada criminal.

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   En su habitación, a pesar de estar triste el orden aún permanecía, ya que siempre lo mantuvo así ya que su madre, cuando vio que Charlotte mantenía el desorden en su habitación le contó algo que la marcó como persona.

  —Si no limpias tu cuarto, los monstruos vendrán y te comerán.

  Y esto la asustaba más porque al día siguiente vio una frase en el refrigerador: "En dónde habita el desorden habitan los demonios"  Y vaya que la traumatizó, desde este entonces, el tener su habitación limpia se había vuelvo parte de su vida. Con el mejor ánimo que pudo pese a sus circunstancias, logró llamar de nuevo a su mejor amiga.

  —¡Oh, vamos, Charlie!—Exclamó Anette, tras recordar el desastre de su fiesta de cinco años. En aquel entonces, Anette odiaba a Charlotte, pero, pasó el tiempo, y la causalidad, las hizo mejores amigas.—¡No tenía el corazón de diamante, niña!

  —Tampoco lo tienes ahora, y sigo siendo tu amiga.

 —Tu única amiga.

  —¡Por supuesto que no!—Exclamó Charlotte, ofendida.—¡Tengo muchas amigas más!

   —¿Ah, sí? ¡Dime una!

  —Rebe...¡Ah!—Charlotte se tiró en su cama a llorar mientras que Anette estaba riéndose hasta más no poder.

  —¿Quién, quién?—Preguntó Anette en cuánto pudo recuperar el aliento.—No escuché su nombre...

  —Vete al demonio, Annie.—Dijo Charlotte. Era una forma típica de decir un "Te quiero".

  —¿Y de dónde crees que vengo?—Preguntó de manera irónica, Anette. Sin embargo, comenzó a sentir lástima por su amiga.—Ya, Charlie. Ella no merece tus lágrimas ¡Lo que hizo Rebeca es imperdonable! Volvamos al plan original: Tú y yo contra el mundo.

Academia Marshab {Volumen 1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora