Iguales, sí. Idénticas, ¡nunca!

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Iguales, sí. Idénticas, ¡nunca!

"—Venga ya, Cleo, ¿porno?

—Qué sí, qué sí, mira, aquí lo pone: El porno para las mamás. Dicen que es una pasada.

—Claro que sí, una pasada... de vueltas, igualito que está su protagonista.

—Anda, Jean, no seas tan dura, que siempre te pasa lo mismo...

—Mira, te lo voy a explicar bien explicaíto, a ver si así me entiendes: lo primero, lo de “porno para mamás” o “para amas de casa”, o cómo narices le llamen, es, cuanto menos, ofensivo. ¿Qué pasa? ¿Qué las que estamos casadas y con hijos no podemos ver y, ante todo, excitarnos con el porno de toda la vida? Va a ser que al final lo del fontanero o el butanero ya no vale y me lo he inventado yo...

—No es eso, Jean. Solo es una cuestión de tacto, ¿me explico? Es más “suave”, más... femenino.

—¡Ah, eso no te lo crees ni tú! Una vez una amiga me dijo: ama de casa en tu hogar, madre de sus hijos, y puta en la cama. ¡Y San Se Acabó! Con esa clase de connotativos, lo único que logramos y volver a ponernos los faldones a la hora de tener sexo, y creo que hace mucho ya que eso debería de haberse extinguido.

—Eres una exagera, cómo siempre.

—¿Yo? Mira, Cleo bonita, no exagero ni acaramelo, todo lo contrario a los que han hecho publicidad del tema este. Ellos sí que han exagerado. Que si lo nunca visto, que si ha revolucionado la literatura erótica... ¿esa gente se ha leído alguna vez en su vida un buen, y repito, “buen” libro erótico? Porque vamos, decir que eso es la caña insuperable...

—Tiene su punto, nena, no lo puedes negar. No es solo sexo, hay amor, pasión, hay reglas de un juego excitante que se entregan en bandeja a la par que esconden las manos, sumisión, poder... lo tiene todo.

—¿Todo para quién? Ah, vale, para una niñata de veintiún años que nunca se ha masturbado en su vida... ¡ni eso es creíble!

—¡Para el carro, morena! No todas las chicas de hoy en día son “entendidas en el tema”, todavía hay quienes se reservan, no son... pues eso, salidas.

—Y no me haces de reír ni ná. No es una cuestión de estar salida o necesitada de un macho; es lógica, una cuestión de “las cosas cómo son”. Ponte en el papel, rubia: Tú, guapa, lista, con un futuro prometedor, nunca te acostaste con un tío, por lo que sea, creencias, decisión propia, vergüenza..., me da igual. Entonces, tú, virgen imaculada, va y conoce a un tipo que está como un puto queso. Bien, hasta ahí normal. Te encaprichas, hasta yo lo haría, y que conste que no soy virgen..., y lo primero que te pasa con el tío en cuestión es que, ojo, tras páginas de “jo, me gusta. Jo, ya no tanto. Jo, es que soy bipolar...”, y te presenta el amigo un contrato de sumisión en el cual te dirá hasta la marca del tampón que usarás... y ahora recuerda lo del principio: ¡Eres virgen! Y quedas tan feliz y a gusto de tener tu primera experiencia con un tipo que quiere azotarte y someterte a él.

—Es que si lo miras todo desde esa perspectiva, normal que no te guste. Es un tipo profundo, con un pasado oculto, lleno de secretos, la protege, la ama a su manera más que muchos que dicen amar y no hacen más que querer un par de polvos...

—Ni perspectivas ni qué leches. Es lo que hay. Y yo no estoy diciendo que sea un libro malo, ni mucho menos. Lo que digo es que no se le puede tachar como “lo mejor de la literatura erótica”, ni tampoco decir que es inigualable, cuando lo que hay en él ya está más que inventado y contado, y mucho mejor contado, perdona que lo diga.

—Ai, morena, tú y tus lógicas. A mí me llama el libro. Creo que si gusta es por algo, así que yo me los pienso comprar y leer.

—Bueno, vuelvo a lo mismo, yo no digo que sea malo, ni qué menos, que no los leas. Tú misma. Yo lo hice, lo compré, me los leí, y ya ves. Además, que casi me olvida, y es que mira que me repatea, lo del “porno para mamás y amas de casa”. Pero si ni tan siquiera es porno, ¡hostias! Yo utilizo más chichis y mangueras en dos frases al teléfono, que esta en más de mil páginas de historia.

—Es un tira y afloja, no solo sexo; “toma, toma, toma y venga ya”. Por eso lo han catalogado así; es cuestión que de a las mujeres “a palo seco”, no siempre nos gusta, no a todas al menos, y ese libro se trata de eso, de una historia de amor, tórrida, violenta en ocasiones, pero una violencia consentida, firmada nunca mejor dicho, un “sí, quiero”, y no, haciendo acopio de tu ejemplo antes, lo del butanero que llega a cambiar la bombona del gas y dice que “si dónde se la pongo” y la mujer se abre de piernas y grita “me la pones aquí mismo en tó el conejo”.

—Yo no sé nada de conejos, lo que sí sé es que, cuando te acuestas con alguien, con o sin amor, al final, lo que quieres es disfrutar. Tú llámame rara si quieres, rubia, que a mí me da igual un par de cachetes en el culo o que me peguen con un cinturón, todo es cuestión de óptica y estado de ánimos; yo lo único que digo, es que no se puede vender como que “eso” sea el porno de la mujeres casadas, que cuidan sus casas e hijos.

—Vale, venga, hagamos un trato, ¿vale?

—Escupe.

—Para la siguiente charla mejor escogemos una película.

—¿Y eso?

—Eso de los libros es complicado, nena, no ves que son muchos escribiendo, un tanto más leyendo, y al final, “para gustos los colores”. Ni nosotras que somos amigas hasta la médula, un par de gemelas nunca mejor dicho, coincidimos en estas cosas. Además, las reseñas siempre acaban en problemas, ya sean buenas o malas. Mejor para la siguiente nos cebamos con la Jolie o el mister Pitt, así por lo menos nos ahorramos los comentarios, que vendrán, y que seguro no serán precisamente mensajes de ánimos.

—Bueno, qué le vamos a hacer. Ya sabes que yo prefiero un libro a un DVD, pero...

—Ya, ya, pero si nunca estamos de acuerdo, y al final nos pasa lo que nos pasa... Mejor hablamos de pelis, o del tiempo, que los libros, mejor los dejamos a las escritoras...

—Ya, yo conozco a unas cuántas...

—Estas no, que están todas locas...

—Sí, y que nadie les diga que no tienen tacones.

—¿Cincuenta sombras de “no sé qué” se llamaba el libro, no?

—Anda, déjalo ya, rubia. Vámonos de tiendas, que hoy me apetece comprarnos algo de ropa diferente; estoy harta de que vistamos igual. Que somos gemelas, coño, no clones. Y si además, no nos parecemos en nada...

—Eso, eso... tú sigue pinchando..."

Vaya par de gemelasWhere stories live. Discover now