Por fin estamos de acuerdo... de "éso" va la cosa...

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 Por fin estamos de acuerdo... de "éso" va la cosa... 

«Vamos, que para oír que los vampiros beben sangre y tienen colmillos, me leo cualquier libro y me quedo tan ancha...»

—¿De qué libro está hablando?

—Joder, rubia, sé más discreta y baja la voz, que además no oigo si no te callas...

«No, yo no he dicho que sea un libro malo, pero tanta violencia, tanta sangre, dolor y angustia... para eso me veo el telediario que hay dónde escoger, y no pierdo mi tiempo en leer un libro de vampiros que de vampiros tiene poco. Además, tendrás que darme la razón, el Philip ese pierde aceite, sino, no me explico cómo puede ser tan sumamente blandengue...»

—Dime que no acabo de oír lo que acabo de oír...

—Tranquila, Jean, seguro no habla de...

—¡Y una mierda! Ha dicho Philip y vampiro, cómo se le ocurra...

«Pobre chica, blá blá, que ha sufrido, blá blá... ¿y se enamoran de ella de esa manera? Venga hombre, y el otro protagonista, Malro, Malron, o cómo se llame, que esa es otra, no podía la autora haberle puesto un nombre más sencillo, pero a lo que iba, para uno que parecía que salvaría la historia, y resulta que acaba tan agilipollado cuánto el otro.»

—Eso sí que no... ¡de mi Malrrón no habla ni dios! En mis tacones que subo y te juro que...

—Ahora te digo lo mismo, Cleo: tranquila, ¿vale? Está hablando por teléfono y lo mismo estamos mal interpretando lo que dice y...

« Y eso sin mentar, una vez más, ¿dónde coño está la historia de vampiros tras tanta violencia y melodrama? Que no lo vendan cómo algo que no es, así hacemos dinero todos, no te jode...»

—¡A tomar por saco la educación!

—Morena, por favor...

—No, no, no... ¿tú, niñata? ¿Eres tonta o te lo haces?

«¿Perdón?»

—Ni perdones ni leches, paliducha bizca...

—Morena... por favor...

«¿Me estás hablando a mí?»

—No, a la otra imbécil sentada a tu lado. Anda, pero si estás sola en la mesa.

—Jean...

—A ver tú qué narices tendrás qué decir de la novela, porque tras las tonterías que has soltado, de dos una, o no has leído ni te has fijado en la información antes de hacerte con ella, o eres tonta de remate y te gusta hacer el ridículo. Yo me decanto por una mezcla de ambas.

«Nada, nada, que dos locas me están diciendo no sé qué mierda aquí...»

—¿Qué nos has llamado?

«Es de mala educación meterse en las conversaciones ajenas, y he dicho “locas”, respondiendo a tu pregunta».

—Hay dos cosas que no le dices a las gemelas, la primera, es “que no hay cojones”, y la segunda, es decir que somos locas. Así que más te vale retirarlo, eso, y lo que has dicho de la novela, antes de que te haga de comer el Sansung ese con el croissant y a palo seco.

—Bien dicho, rubia. Estaremos locas, pero no eres nadie para decirlo. Y empieza a retirar lo que dijiste sobre la novela o...

«¿Quiénes sois vosotras? ¿Sois primas de la autora?»

—Esa quiere acabar sin pelos en la cabeza, te lo digo yo...

—Tranquila, rubia, defenderé a tu morena, a esa ya la veo de qué pie cojea... Así que una novela de vampiros que no habla de vampiros, protas tontos, violencia gratuita... ¿Sabes leer? Me sorprende, porque de saberlo, habrías visto que, allá dónde haya publicidad de la obra, se pone, y en letras grandes, que no es la típica historia de vampiros y para personitas como tú que buscan las consabidas andanzas de los vampiros adolescentes, y creo que ha dejado bien claro, que no es una novela de vampiros, sino, “con vampiros”. El problema no lo tienen la autora ni mucho menos su novela, lo tienes tú, paliducha pelirroja escuálida, que te lees una novela a sabiendas de lo que hay y aún así tienes la cara de exigir algo que de ante mano se dejó muy claro que no encontrarías en ella.

Vaya par de gemelasWhere stories live. Discover now