3. Agosto

65 8 0
                                    

Entré a la cafetería, era de un tamaño considerable, sillas color rojo con mesas amarillas de gran contraste y justo a la entrada se ubicaba el mostrador y la caja para pedir. Tenían razón las chavas, es bastante tranquila y acogedora.

Un menú grande colgado en la pared hacían rugir aún más mi panza, todo se miraba delicioso, era una difícil decisión, de pronto, giré mi rostro, habían algunos chicos sentados bebiendo café, tecleando su laptop otros leyendo libros, unos cuantos parecían estar sentados con sus amigos compartiendo una charla amena mientras comían.

Eché un suspiro, me di cuenta de lo mucho que anhelaba estar aquí, estudiando y viviendo de una vez por todas esta experiencia. Saber que aún faltaba tiempo hacía que mi motivación -o la poca que había- se fuera en declive, tal vez esto era una clase de lección, algo así como la paciencia, pero al mismo tiempo todo sonaba absurdo, esto era lo que he querido desde hace tiempo.

Finalmente y después de todos estos depresivos pensamientos que se estaban sumergiendo en mi cabeza di la vuelta para pedir un almuerzo y de pronto, un pequeño choque me trajo vuelta a la realidad.

—Oh lo siento...— una voz masculina se escuchó frente a mi.

—Oh que distraída, lo lamento..— dije apenada, tratando de incorporarme.

—No, no te preocupes...—

Un chico con estilo skater, o biker -quien lo sabría- estaba frente a mi, no alcancé a apreciar detalles, solo una mirada dulce con unos lindos ojos color café y una gran sonrisa carismática -casi ningún detalle je-.

—¿Eres de Economía?— preguntó confundido, o más bien, como si tratará de decifrar cierta información, si estudiaba Economía o Finanzas.

—Hmm algo así...— reí nerviosa, no podía imaginar en mi mente lo patética que estaba luciendo. —Adiós y lo siento por el golpe...— añadí con una sonrisa un tanto fingida y nerviosa, di la vuelta y salí. Sin ningún alimento, maldita sea.

A paso veloz llegué con las chavas que al ver mi rostro decifraron la señal que era un rotundo -vamonos-.
Cuando íbamos ya camino nuevamente hacia administración finalmente preguntaron.

—¿Qué pasó Li?—

—Nada importante chavas, choqué con un chico por accidente y...— interrumpieron con un grito quisquilloso. —y me preguntó que si era de economía y ante mi respuesta patética decidí huir de ahí...— echaron a reír y después de unos segundos yo también, pues era algo taaan del instituto.

—Vaya Li, primer día en tu facultad y ya andas rompiendo corazones...— Acacia hacía una voz incitadora.

—Soy torpe chavas, lo sé, ahora sí me permiten necesito ir a comprar algo de comer o en este mismo instante me voy a desmayar...—

Nos dirigimos a un kiosko con una variedad de chucherías, compré una baguette y una malteada, las chavas me acompañaron a comer, y después de terminarlo en tiempo récord retomamos nuestra plática.

—Miren...— Acacia nos mostraba la pantalla de su celular.

—¿Un nuevo protector?— Vivian levantó su ceja.

—Oh no...— miró la pantalla de celular y apretando un botón hizo desbloquear su pantalla. —¡Ahora sí!—

—¡Oye! Por qué no nos enviaste esta joyita...— emocionada tomé su celular.

—Apenas la envió mi mamá...— añadió Acacia echando una risita.

Era la foto que la mamá de Acacia había tomado en su cumpleaños, los colegas y nosotras, increíble.

Después De Decir HolaWhere stories live. Discover now